Europa y Estados Unidos libran una disputa por México. Mientras que Felipe Calderón parece estar totalmente volcado hacia los intereses de España, sectores de los partidos Revolucionario Institucional y de la Revolución Democrática (PRD) parecerían actuar a favor de los estadunidenses, juzga Miguel García Reyes, presidente de la Asociación Mexicana de Estudios Geopolíticos. Esta confrontación entre grupos proestadunidenses y proeuropeos es la principal característica de la actual diplomacia mexicana, considera el geopolitólogo.

Europeos y estadunidenses disputan hoy, como en el siglo XVII, los recursos del continente. Sin embargo, Estados Unidos enfrenta ahora problemas económicos internos, no consolida su victoria en Afganistán e Irak y, además, resiente la creciente competencia politicoeconómica que representan Rusia y la Unión Europea, la cual diseña su propio ejército y modelo energético.
La debilidad estadunidense dejó espacios en América Latina que ganaron los europeos (con los españoles a la cabeza). En México logran un gran activismo en los sectores comercial, financiero y bancario, “favorecidos por la afinidad ideológica con el actual gobierno mexicano”.

García Reyes agrega que México padece una “ingobernabilidad en las relaciones internacionales”, pues se encuentra aislado en una región en la que antaño tenía prestigio. Ahora, Brasil y Argentina son los interlocutores de Estados Unidos.

En ese contexto internacional, los arquitectos de la diplomacia mexicana definen su camino: entre la vía “a favor de los liberales estadunidenses o de los conservadores monarquistas (europeos). Existe otro polo: el de los liberales masones de Andrés Manuel López Obrador”, quienes también tienen su propia agenda exterior.

John Saxe Fernández, doctor en Estudios Latinoamericanos por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), coincide en que el país padece ingobernabilidad en materia de relaciones exteriores. Por ello, “el creciente intervencionismo policial, militar y penal de Estados Unidos”.

Considera que la dependencia diplomática de México respecto de Estados Unidos se acentuó el 23 de octubre de 1995, cuando William Perry –secretario de Defensa de William Clinton– manifestó que la diplomacia era el “tercer vínculo” para que ambas naciones cimentaran su relación.

Los otros dos vínculos ya existían: político y económico. El “tercer vínculo” con México era parte de la nueva estrategia geopolítica estadunidense para militarizar América Latina, señala Saxe Fernández. Además, dice, hoy se avanza hacia la llamada “integración profunda” que postuló Robert Pastor –profesor de relaciones internacionales y director del Centro para Estudios Norteamericanos de la Universidad Americana–, la cual se caracteriza “por un gran muro en la frontera con Estados Unidos y la existencia de un apartheid laboral”.

Mientras que la diplomacia da prioridad al tema de la seguridad, “persiste nuestra atadura a la economía estadunidense, lo que nos hace vulnerables, pues la economía mexicana está sostenida con alfileres”, considera el también coordinador del seminario México en el siglo XXI de la UNAM. Saxe Fernández indica que la diplomacia mexicana debe mirar hacia América Latina y fortalecer sus vínculos con países con características semejantes.

Redefinición de la política exterior

El profesor e investigador del Colegio de México, Sergio Aguayo, asegura que la política exterior “se está armando con parches”. Considera que, en materia de relaciones exteriores, México se encuentra ante el surgimiento de una forma de gobernabilidad inédita.

“Las relaciones internacionales de México han sufrido una revolución: en el viejo régimen, el gobierno federal monopolizaba las relaciones con el exterior; sin embargo, hoy vivimos una multiplicación de políticas exteriores que redefinen la forma como México se relaciona con el mundo.”

Egresado de la Escuela de Altos Estudios Internacionales de la Universidad Johns Hopkins, Aguayo subraya que, además, el desarrollo de la nueva política exterior de México coincide con la pérdida de presencia de Estados Unidos en América Latina y el Caribe.

Agrega que: “Es una nueva forma de la cual están excluidos los ciudadanos, con algunos bolsones de ingobernabilidad muy bien localizados todavía”. Tras el retiro de Estados Unidos, nuevos actores ocupan los vacíos de poder y surgen actores mexicanos que se relacionan con el exterior de manera más compleja.

“Todos tienen su propia política exterior: gobernadores, sindicatos, organizaciones no gubernamentales, cárteles de la droga que contratan a gatilleros para que aniquilen aquí a sus enemigos, bandas de polleros, empresarios y ambientalistas.”

Aguayo reconoce que actualmente “hay un espacio privilegiado en México para los españoles, porque además embonan muy bien en el mundo conservador panista, cuyo sentido de la historia no es el juarista revolucionario; España se convierte en un referente natural en el cual se establecen alianzas de manera preferente con el Partido Popular español que con el Partido Republicano estadunidense”.

Interés militar

Mario del Toro, diputado integrante de la Comisión de Relaciones Exteriores, asegura que no existe ingobernabilidad en la diplomacia mexicana; pero admite que se deben “recomponer los desatinos que se tuvo con Vicente Fox, por ejemplo hacia Cuba y Venezuela”.

El legislador del PRD dice que no ve signos de que exista una “diplomacia secreta” entre el actual gobierno y Estados Unidos. Sin embargo, reconoce “que hay un gran interés por parte del gobierno estadunidense en que México participe en el Ejército de Seguridad Hemisférica; así nos lo propusieron a los legisladores que estuvimos recientemente en Colorado Springs”.

Sostiene que si Estados Unidos quiere cooperación de México en materia militar, como su participación en el Comando Norte, también debe abrirse la discusión en otros temas como la revisión de su política migratoria.

Revista Contralínea / México
Fecha de publicación: 15 de julio de 2008