Hermosillo, Sonora. Los puntiagudos dedos de metal penetran la tierra, apresan las raíces y tiran de ellas hasta arrancar el árbol. De los más de 650 ejemplares que alojaba el parque Villa de Seris, al menos 390 están siendo desterrados. En su lugar se tendrán: un centro cultural llamado Musas, un corredor comercial, un centro de convenciones, una zona hotelera y de residencias y un planetario.

La inversión privada superará los 50 millones de dólares –que equivalen aproximadamente a 575 millones de pesos– y afectará alrededor de 45 hectáreas del Vado del Río, rodeado por un cinturón de miseria.
El parque –que ahora destruyen las administraciones federal, encabezada por Felipe Calderón Hinojosa; estatal, a cargo de Eduardo Bours Castelo, y municipal, a cargo de Ernesto Gándara Camou– es uno de los dos pulmones que posee esta capital; el otro es el Madero.

Algunos árboles recién arrancados son arrastrados metros más delante, donde se les trasplanta en lo que se supone será un nuevo parque, el Conmemorativo. Las temperaturas alcanzan los 45 grados centígrados y ellos, amarillentos, casi pálidos, parecen morir en su nuevo hábitat. Otros sólo son desechados como basura.

Según información obtenida por la investigadora de la asociación civil Sonora Ciudadana, Ixchel Cisneros, el costo del traslado asciende a 890 mil pesos y es solventado por el municipio. No obstante, el proyecto Musas involucra recursos de los tres niveles de gobierno.

—Este proyecto tiene muchos responsables, no hay una unidad de mando; (se desconoce) quién es el verdadero responsable del proyecto cultural Musas. Se supone que iba a ser el fideicomiso Impulsor, pero todo lo maneja el ayuntamiento de Hermosillo. Además, están los 10 millones de pesos (donados por el gobierno federal) que se encuentran en la Secretaría de Educación y Cultura estatal –dice Rommel Rosas, integrante de Sonora Ciudadana.

Información de la administración de Eduardo Bours revela que la destrucción del parque y posterior construcción del centro cultural tendrá un costo de 320 millones de pesos, de los cuales la federación aportará el 50 por ciento y las finanzas de la entidad el otro 50 por ciento. De este desarrollo dependen las inversiones privadas, reconoce la administración estatal.

Detrás del proyecto está el fideicomiso público Operadora de Proyectos Estratégicos de Sonora, Impulsor, cuyo vicepresidente es el hermano del gobernador, Ricardo Bours Castelo: Musas forma parte del controvertido Plan Sonora Proyecta.

De acuerdo con el gobernador, los terrenos del parque fueron adquiridos por su administración a los ejidatarios de Villa de Seris, quienes ganaron un proceso judicial. “Era importante que se resolviera el conflicto legal que había en el ayuntamiento; sabíamos que iban a ganar los ejidatarios, el ayuntamiento también lo sabía; para nosotros era importante que ganara porque si hubiera pleito no nos podían vender y ya una vez resuelto el pleito se cerró el trato, ya finiquitamos y pasa al proyecto integral. Lo que sigue es comenzar a aterrizar el proyecto Musas, que ya está conceptualizado cómo se integra a la parte del centro de convenciones del hotel, ya está el proyecto terminado”, dijo el 29 de enero de 2007, en conferencia de prensa.

El área fue adquirida por la Comisión Estatal de Bienes y Concesiones, en 15 millones de pesos. Aunque la página oficial del proyecto –www.ccmusas.com– indica que el fideicomiso Impulsor compró ese mismo terreno en 2007, ni sus estados financieros ni sus informes de inversiones registran la supuesta adquisición.

El terreno tiene una superficie de 34 mil 223 metros cuadrados y su valor catastral, identificado con la clave 12-641-003, es de 23 millones 750 mil 762 pesos. Información obtenida por la investigadora Cisneros revela que la construcción del centro cultural Musas acaparará 622 metros cuadrados, con valor de 1 millón 218 mil 851 pesos. En total, la tierra cuesta actualmente 24 millones 969 mil 613 pesos.

En enero del año pasado, el mandatario sonorense agregó: “La idea es que en el primer trimestre de 2009 ya podamos tener terminado Musas y todo el proyecto, que tiene que ver desde conectar la casa de la cultura con esa área y luego conectar la casa de la cultura con Villa de Seris”.

La administración estatal no es la única que da recursos públicos a esta obra, también la Federación. A fines de 2007, el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, que dirige Sergio Vela, le adjudicó un “donativo” por 10 millones de pesos. El destino de este dinero es incierto, señalan Ixchel Cisneros y Rommel Rosas, pues “han negado la información de manera sistemática”.

Intereses mercantiles

—Habiendo tantas reuniones cumbre para buscar soluciones al calentamiento global no nos explicamos por qué en una ciudad desértica como Hermosillo, con temperaturas que rayan hasta en 50 grados, lejos de incentivar el crecimiento de los parques y de áreas verdes, a un presidente municipal y a un gobernador, ambos de extracción priista, se les ocurre destruir cientos de árboles para construir un proyecto que se puede hacer 100 metros más delante: todos los alrededores del Vado del Río (con excepción del área verde) están desolados –dice Adriana González, dos veces encarcelada por oponerse a la destrucción del parque Villa de Seris.

La explicación, añade, son los intereses económicos que el proyecto genera. “Probablemente les costó una bicoca el obtener ese predio: construir ahí les va a dar más plusvalía a todos los terrenos aledaños. Obviamente debe haber muchos intereses económicos alrededor de esto, para empeñarse en la destrucción de un parque”.

En efecto, de la edificación del centro cultural depende la de un centro comercial, un centro de convenciones –que comprometen 16 hectáreas–, un planetario y áreas residencial y hotelera. De acuerdo con datos del gobierno de Sonora, “la zona del Vado del Río forma parte de los proyectos estratégicos que promueve el fideicomiso Impulsor”.
“Musas forma parte de un proyecto en conjunto con inversión privada, como lo es el centro comercial Galerías Río Sonora y el centro de convenciones Expo Sonora, proyectos que desarrolla la firma guanajuatense Grupo de Arquitectos Link y la estadunidense Kimco Realty. Son desarrollos comercial y cultural que se complementan el uno al otro en una inversión mixta, público-privada”, reconoce la página oficial.

En el caso de la plaza comercial, la inversión es de 42 millones de dólares. Al igual que el centro de convenciones, ésta se construirá en el terreno que albergaba el corralón municipal, mientras que el espacio cultural abarcará el del parque Villa de Seris: “Esto tendrá un ‘efecto dominó’ en inversiones privadas para la zona oriente del Vado del Río”, indica el sitio de internet.

De acuerdo con declaraciones de Eduardo Bours Castelo, la posesión del terreno que se destinará a las Galerías Sonora fue legalizada por el fideicomiso Impulsor, tras adquirirlo al banco Santander. A la fecha, se desconoce el monto que sufragó por las 16 hectáreas y cuánto recuperó por la venta de las mismas.

Éstos no son los únicos desarrollos proyectados en la zona: “Las reservas de terrenos al norte del bulevar Paseo del Río, listos para urbanizar y que promociona el fideicomiso Impulsor, se han estado vendiendo para futuros establecimientos, (pero) están condicionados a comenzar a operar siempre y cuando se concrete la inversión del complejo cultural y comercial”, admite la administración estatal.

Añade que “el gobierno construye el centro cultural pero con la motivación de que la inversión privada llegue y se concrete: esto permitiría generar un mayor dinamismo en la ciudad, pues arribarían decenas de nuevas inversiones, lo que a su paso generaría más empleos, contribuiría a detonar la economía local e incluso fomentaría la generación de la tan necesitada competitividad para Hermosillo”.

Los intereses privados alcanzan al parque Conmemorativo, donde son trasplantados los árboles del Villa de Seris. Ahí, el empresario sonorense Adolfo Cabral Porchas construirá un planetario “con tecnología de punta y salas de tercera dimensión”. La inversión, por más de 1 millón de dólares.

Resistencia ciudadana

Todos los negocios del Vado del Río son promovidos por el fideicomiso Impulsor. De acuerdo con los reportes de servicios contratados, costeó la “elaboración de un plan de negocios para la zona Villa de Seris”: del 2 de febrero al 25 de mayo de 2007, la empresa Exágono Consultores en Mercadotecnia realizó dicho proyecto, por 39 mil 310 pesos.

La figura fiduciaria también adjudicó un contrato a Azpe Consultores en Mercadotecnia para la “elaboración de un estudio de mercado para el proyecto Musas”, cuyo costo ascendió a 88 mil 500 pesos.

—Nos manifestamos en contra del proyecto desde el momento en que nos enteramos que esto (el corte y pérdida total de al menos 100 árboles) iba a ser algo inevitable. Al ver la maqueta del proyecto es evidente que no van a poder conservar todos los árboles. Hubiera sido ideal que respetaran los árboles que no se pueden trasplantar y con base en eso hubieran diseñado el proyecto; ésa hubiera sido la salida ideal, pero ellos se aferraron a que en esas tres hectáreas y media, encima del parque, se tenía que hacer –dice la activista Adriana González.

El doctor Mario Alberto Velázquez, investigador del Colegio de Sonora y especialista en movimientos ambientales, explica que el impulso de la defensa del parque se da por dos investigadoras de esta misma institución, Lucía Castro y Cristina Martínez, quienes inician una campaña informativa por medio de internet.

—A veces, los intelectuales juegan un papel de mediadores entre el gobierno y una sociedad civil débil. La sociedad civil débil en Sonora es el movimiento ambiental, que es relativamente pequeño en comparación con el resto del país.

Agrega que varios académicos se sumaron a la resistencia y, tras la publicación de artículos críticos al proyecto –uno de éstos, “de Díaz Ordaz a Eduardo Bours”, de su autoría–, el gobernador reaccionó: “Dijo que en el Colegio no hacíamos investigación real, que había que revisar lo que el Colegio hacía; obvio, esta escuela depende de los recursos públicos”.

Las agresiones en contra de la sociedad civil fueron en aumento. Represión y cárcel aguardaron a los activistas. El 14 de marzo pasado, las autoridades estatales detuvieron a siete personas, una de ellas menor de edad, quienes se manifestaban en forma pacífica contra el proyecto:
Tania Morales García, Óscar Giovanni Angulo, Adriana González Celaya, Vladimir Parra, Isabel Dorado Auz, Francisco Javier Salcido García. El proceso en su contra, expediente 112-08 por obstrucción a la obra pública, continúa en el Juzgado Tercero de lo Penal.

Mario Alberto Velázquez define los actos del gobierno como represión abierta y directa. Detalla que a Adriana la encarcelaron dos veces, “la primera salió ese mismo día y, a partir de entonces, las cosas se desencadenaron: pasan dos o tres días entre las dos detenciones”.
El 14 de marzo cinco detenidos pagaron fianza, el menor de edad fue liberado, pero Adriana González decidió permanecer en prisión e iniciar una huelga de hambre. La activista recibió auto de formal prisión y fue trasladada al Centro de Readaptación Social número 1 de Hermosillo.
El 27 de marzo, el dirigente estatal del Partido Revolucionario Institucional, Ernesto de Lucas Hopkins, pagó 12 mil 40 pesos para que la mujer fuera liberada. Con esto, buscaba paliar la crítica nacional e internacional.

—¿Vale la pena haber sido encarcelada?
—Haciendo un balance en frío, sí. Si bien no hemos logrado detener la destrucción del parque, se ha sensibilizado una parte de la sociedad y eso es un camino bueno. También se ha avanzado en la articulación de una sociedad que había estado desvinculada. Lo interesante es qué va a suceder con esta organización social frente a situaciones de abuso de poder, autoritarismo, decisiones del gobierno al margen de la ciudadanía; ésas son las ganancias de este movimiento. A veces desconocemos lo que podemos lograr como ciudadanía. Pensamos que no podemos hacer que las cosas cambien, pero con una decisión tomada de una ciudadanía que se organiza y que está bien vinculada se puede lograr; podemos echar abajo actos que resulten lesivos para la ciudadanía. El poder del ciudadano organizado es enorme –explica Adriana González.

Inventario del parque Villa de Seris

Total: 661
Eucalipto: 90
Olivo Negro: 89
Naranjo: 76
Palmera Washingtona: 62
Mezquite: 61
Guaje: 60
Pingüica: 40
Guamúchil: 39
Amapa: 33
Jacaranda: 27
Palmera datilera: 17
Ceiba: 16
Pino: 9
Yucateco: 9
Palo Verde: 7
Tujas: 7
Acacia: 5
Benjamina: 4
Torote: 3
Guayaba: 2
Mora: 2
Árbol de la botella: 1
Carisa: 1
Limón: 1
Fuente: Cedes, Inventario de plantas registradas en el parque Villa de Seris, citado por El Imparcial, 6 de marzo de 2008.


Transplante de árboles

Ejemplares desterrados: 390
Empresa contratada: Constructores Lista Blanca, SA de CV
RFC: CLB011018PC2
Empresa subcontratada: Trans-plant, Paisajes y Conservaciones, SA de CV

Conclusiones del manifiesto de impacto ambiental:

* La derrama económica es importante.
* Existe factibilidad de aumentar la biodiversidad con el incremento de árboles.
* Los impactos adversos no son significativos.
* Ya existen medidas efectivas para contrarrestar o minimizar la magnitud de los impactos adversos que han sido identificados.
* El impacto potencial es la eliminación de especies vegetales, por lo que se llevará a cabo un programa de reforestación donde se contemplarán especies con bajos requerimientos de agua.
* El impacto adverso moderadamente significativo por aquellos árboles que sean trasplantados y no logren sobrevivir, teniendo una pérdida de vegetación que ayuda a oxigenar el aire de la sociedad, lo que provocará un problema social entre la ciudadanía: muy probablemente ésta no permita el movimiento de los árboles, por los años de vida que tienen éstos.
* Se recomienda no trasplantar árboles que la maquinaria no soporte, debido a que son muy grandes, como eucaliptos, ceibas. Esto porque la inversión será muy fuerte y con muy pocas probabilidades de que sobrevivan.

Fuente: Adriana González Celaya, activista ambiental

Junio 15, 2008