El invaluable padrinazgo artístico del Polaco Goyeneche, nueve discos -de Tangos (1991) a Encaje (2006)- y una fuerte personalidad le permitieron a la Varela constituirse en una figura singular de la escena musical porteña. Días atrás, tras retornar de un viaje a España y a punto de cantar en el Campeonato de Baile de Tango y de partir luego nuevamente para Europa, la intérprete dialogó con Javier Rubel en Eufemismo.

 Muchas veces dijiste que ni a palos escuchás tangos en tu casa…

 Ni a palos.

 ¿Es una declaración de principios o es un gusto?

 Es una declaración, es no caretear.

 ¿No hay tangos que te gusten?

 Sí.

 ¿Y por qué nunca?

 Porque no pongo tangos. He escuchado tanto tango en vivo cuando yo hice toda esta "residencia" de aprendizaje con el Polaco y con muchos otros que me quedó como una referencia muy copada. Realmente, me envicia mucho escuchar tango. Creo que me quita un poco la espontaneidad porque son muy fuertes todos los tangueros. Tanto Rivero como El Polaco, como Floreal o Nelly Omar son muy fuertes. Entonces, prefiero cantarlos y hacer lo mío. Si tengo que elegirte un tango para escuchar hoy, lo elijo y lo disfruto como loca. Es más, creo que disfruto el tango como loca porque no me envicio escuchándolo permanentemente.

 Supongo que escuchar otro tipo de música te enriquece…

 Claro. Pero además hay una cosa que es muy importante: no se puede escuchar el tango como música de fondo. Ni el tango ni las canciones que te importan y que tienen letras importantes. Yo a Silvio Rodríguez no lo puedo escuchar de fondo. O hablás vos o canta Silvio. Si yo estoy hablando contigo y suena Silvio, me captura lo que está diciendo Silvio y no voy a poder escucharte a vos y viceversa.

 Alguna vez Nora Perlé explicó que un programa de radio debe pretender tener escuchas, no oyentes.

 Bueno, eso es extraordinario.

 Es un buen paralelo: una diferencia entre escuchar y oír.

 Exactamente, yo siempre lo digo y como fonoaudióloga lo sé. Además, no es un tema que tenga que ver con lo volitivo sino con que hay algunos que sí y hay algunos que no. Yo tango de fondo no sé escuchar. Por lo tanto, si me siento a escuchar un tango en mi casa, sola o con alguien, decimos "vamos a escuchar este tango porque lo descubrí". Pero no de fondo. De hecho, cuando tengo que elegir el repertorio, me encierro a escuchar tango y ahí si me escucho todo lo que no escuché en el año. El gran castigo tanguero (risas).

 (El día de grabación de Eufemismo, Adriana Varela estaba con unos grados de fiebre.) ¿Has cantado con fiebre?

 Lo he hecho con fiebre, sí. No soy de las que dicen ’el show debe continuar’ y esas cosas ridículas que tienen que ver con negar la vida y priorizar la profesión. Obviamente, si estoy muy enferma no subo al escenario. Pero he cantado con inconvenientes, claro, con resfrío, gripes, dolores…

 ¿Hay alguna técnica para eso? ¿Manejás la voz de otra manera?

 Como dice Cacho Castaña: "el tango no se canta; al tango se lo dice". Entonces, recurrís no a determinada técnica, sino a un estilo que, más que con la virtud, tiene que ver con el concepto. Entonces hago menos fiato, me propongo menos lucir la voz y me planto más en lo conceptual.

 Te debe restar mucha potencia vocal…

 No. Potencia no. Porque eso es lo único que tengo aunque esté disfónica. Lo que te quita es fiato, el poder cantar más, alargar las frases, alargar los medios de las frases.

 Administras mejor el aire…

 Sí. Lo que pasa es que la gente que solamente canta y que no está acostumbrada a "decir" mientras canta la tiene chunga, porque si no tiene la voz siente que no puede. Para mí lo más importante es esto, poder no modificar la voz sino modificar la forma.

 ¿Ese desafío es lindo, no?

 A mí me encanta. Ser Tom Waits en algún momento también me gustó mucho (risas).

 Hay como una gran moda del tango, una explosión en los últimos cinco, ocho, diez años. ¿Te cayó bien o hay algunas cosas que te indignan por lo truchas?

 Para nada. Yo creo que pedirle al tango que sea particularmente purista en un sentido social me parece una injusticia, porque lo mismo que me dijiste con el tango te lo puedo describir con el teatro, con el jazz, con la comedia musical. Hay muchas cosas truchas. ¿Por qué pedirle al tango que haga solamente cosas buenas? ¿Querés elegir algo bueno? Elegí algo bueno. Averiguá bien; llamame, si querés, si confiás en mí. En todos los ámbitos y en el mundo también pasa lo mismo. Vos vas a España y si querés ir a un tablao como la gente tenés que averiguar bien. Si no vas a tener un montón de tablaos que son comerciales. Pero bueno, giles hay en todos lados y está bien que haya giles en todos lados, y que haya truchadas en todos lados para los giles.

 ¿Sos de recomendar? ¿Te llaman para pedir consejo?

 Sí, por supuesto. Yo pregunto qué es lo que quieren. La posta siempre está en lo marginal, en lugares que no son políticamente correctos.

 Llegaste de España y en septiembre te vas a Italia.

 En septiembre me voy a Roma e dopo a Canaria… Odio viajar al exterior.

 Un clásico: los que viajan odian viajar y los que no viajan…

 En realidad, me gusta mucho quedarme en casa, soy re-casera. El ocio no tiene que ser creativo, tiene que ser ocio: huevo es huevo. Me hace muy bien, me nutre.

 ¿Te pasa que escuchás algo y te despierta un mundo de imágenes?

 "Un mundo de sensaciones…" Me pasa con la música, sí. Fundamentalmente, me remite a situaciones, momentos, varones, hijos, padres, amigos, olores. También a la cocina de mi casa cuando era chiquita. Por ejemplo, olores de fin de año, de frutillas licuándose para recibir gente. Hay músicas que me remiten a esos olores. De hecho crecí con Los Beatles y hay toda una época de Los Beatles que tiene que ver con mi pubertad; me hace acordar mucho a mi casa de chica. Para mí la música es una vibración que no tiene nada que ver con lo intelectual, es totalmente orgánico, me pega en el cuerpo.

Nota publicada en el portal de ETER (http://www.eter.com.ar/)