Con premeditación alevosa, servidos de información que el propio gobierno cubano había proporcionado sobre actividades terroristas que desde el sur de la Florida ejecutaban grupos pertenecientes a la mafia anticubana que allí reside, en vez de actuar contra estos, agentes del Buró Federal de Investigaciones (FBI), de madrugada, allanaron los hogares de cubanos honestos y los detuvieron.

En el Centro Federal de Detención (FDC) comenzó la larga espera por la justicia que aún no llega para Gerardo Hernández Nordelo, René González Sehwerert, Ramón Labañino Salazar, Antonio Guerrero Rodríguez y Fernando González Llort.

El más reciente fallo emitido el jueves cuatro por la corte de apelaciones del onceno circuito de Atlanta, Georgia, negó las solicitudes de reconsideración que abogados de la defensa habían presentado contra el fallo del cuatro de junio, el cual ratificó veredictos de culpabilidad contra Los Cinco.

En esa oportunidad el tribunal confirmó sentencias contra Gerardo Hernández (dos cadenas perpetuas más 15 años) y René González (15 años), y dispuso que la jueza Joan Lenard, de Miami —la misma que actuó en el amañado juicio primario— iniciará el proceso para volver a dictar sentencias contra Ramón, Antonio y Fernando.

En el orden jurídico resta ahora a la defensa recurrir ante el tribunal supremo de Estados Unidos en un plazo que expira el primero de diciembre de este año.

Obviamente, en toda esta cadena de dilaciones la mala intención política aparece implícita al obviar las verdaderas actividades que en el país norteño desempeñaban Los Cinco: monitorear las acciones vandálicas que acostumbran a preparar las mafias de cubanos “autoexiliados”.

Los Cinco tenían la misión de alertar a las autoridades de su Patria y evitar pérdidas humanas y materiales a Cuba y a los propios EE.UU., en virtud del derecho de necesidad de defensa.

El registro histórico de tales sucesos demuestra que han costado la vida a más de tres mil 400 cubanos, severas mutilaciones a otros dos mil 099, y casi 400 actos de sabotaje contra instalaciones y personas en suelo de Norteamérica.

Aquella detención de Los Cinco en 1998 y su posterior enjuiciamiento y prisión, formaban parte de un plan para ejercer chantaje y obtener de ellos declaraciones amañadas que inculparan a su país.

Frustradas las torcidas intenciones de los gobernantes estadounidenses ante la firmeza de los patriotas, las autoridades fueron tejiendo una urdimbre de castigos.

Los enviaron al “hueco” —condiciones carcelarias extremas—, ligadas a artimañas leguleyas, encaminadas a dilatar al máximo la acción de la justicia dentro del laberinto del sistema penal de EE.UU.

En pequeñas celdas de castigo mantuvieron a los Cinco durantes 17 meses, sin que nada justificara aquella medida, contemplada con asombro por juristas y magistrados honestos quienes no se explicaban —todavía no lo comprenden— cómo era posible tamaña arbitrariedad en la nación que se autoproclama campeona de los derechos humanos.

Surgieron nuevas restricciones y negativas a visitas de familiares y a la actuación de los letrados de la defensa, a quienes se les impedía acceder a documentos, expedientes y entrevistas con sus defendidos.

La gran prensa de Estados Unidos y del resto del mundo cerraba ojos y oídos para silenciar la verdad y propiciar que el mundo siguiera ajeno a la gran violación de la justicia que se cometía en Miami.

Luego de dos años y nueve meses de prisión, incluidos los largos meses en "el hueco", un amañado tribunal los consideró culpables. Era el ocho de junio del 2001.

Cuatro cadenas perpetuas más 77 años de cárcel sumaron las penas impuestas a los cubanos. El 17 de junio, nueve días después de conocerse el injusto veredicto, Llos Cinco trasmitieron un mensaje al pueblo estadounidense, texto que también fue silenciado en ese país.

Así manifestaron: " No transgredimos ni pusimos en peligro la seguridad del pueblo norteamericano y sí contribuimos en alguna medida a descubrir planes y acciones terroristas contra nuestro pueblo, evitando la muerte de inocentes cubanos y norteamericanos".

En los meses y años posteriores las apelaciones se han sucedido por parte de la defensa y la fiscalía, esta última cumpliendo instrucciones de las más altas instancias del gobierno estadounidense, siempre con la mala intención política de entorpecer y de prolongar el castigo inmerecido.

En el minuto actual, Los Cinco siguen aguardando por su libertad, sin transigir en sus principios, como lo han dado a conocer a su pueblo en sucesivos mensajes.

Admira la serenidad y valentía de estos cubanos, fieles al legado martiano, quienes no miran de qué lado se vive mejor, sino del que se cumple el deber.

Con su actitud firme, Gerardo, René, Fernando, Antonio y Ramón, siguen ocupando un privilegiado sitial de vanguardia en la lucha por la libertad plena de todos los hombres.

Agencia Cubana de Noticias