El periodista, conocido por destapar el escándalo “Watergate” que provocó la renuncia del presidente Richard Nixon en 1974, hizo 150 entrevistas a miembros de los servicios secretos, militares, diputados, senadores y personas cercanas al presidente George W. Bush que le han confirmado estas escuchas.

“Sabemos todo lo que él (Nuri al Maliki) dice”, reconocieron a Woodward varias fuentes que han pedido no ser identificadas.

“The War Within: A Secrete White House History, 2006-2008”, que saldrá a la venta el próximo lunes, asegura que el envío extraordinario de tropas a Iraq que ordenó Bush en 2007 no es el principal factor que explica el descenso de la violencia en la región en los últimos 16 meses.

Según el periodista, la utilización de nuevas técnicas de espionaje permitió al ejército estadounidense localizar con precisión objetivos y matar a líderes insurgentes y personas clave dentro de grupos extremistas como Al-Qaeda.

Bob Woodward atribuye la reducción de la violencia a cuatro factores: las operaciones encubiertas, la afluencia de tropas, la decisión del clérigo Muqtada al Sadar de frenar al “Ejercito del Mahdi” y el hecho de que decenas de miles de suníes se hayan vuelto en contra de Al-Qaeda y se hayan aliado con las fuerzas estadounidenses.

El libro revela desavenencias al interior de la administración Bush sobre la gestión de las guerras de Iraq y Afganistán.

Entre ellas está la del general George Casey, jefe de la Fuerza Multinacional en Iraq entre 2004 y 2007, que cuestiona, según Woodward, que Bush entienda realmente la naturaleza de la guerra de Iraq, reseña la Agencia EFE.

Según adelanta el Washington Post, Bush mantenía públicamente que las tropas estadounidenses eran las “vencedoras”, mientras que en privado, llegó a creer que los militares tendrían que estar un largo periodo en Iraq y que la nueva administración iraquí sería un fracaso.

Woodward indica que el presidente perdió la confianza en los dos oficiales que comandaban las operaciones en ese momento, los generales George W. Casey y John P. Abizaid.

Debido a esto Bush pidió a su consejero de seguridad nacional, Stephon Hadley, llevar a cabo una misión de alto secreto porque si trascendía podía afectar a los republicanos, en pleno proceso electoral.

La información sobre el progreso de la guerra se convirtió en una fuente de tensión dentro de la administración, según el libro, y la secretaria de estado Condolezza Rice se quejó de que el Departamento de Defensa estaba manteniendo reuniones informativas confidenciales durante el mandato del Secretario Donald H. Rumsfeld.

Bush decidió reemplazar a Rumsfeld por el actual secretario de Defensa, Robert Gates, algo a lo que al parecer el vicepresidente Dick Cheney se opuso, pero aún así tomó la decisión.

El general Casey, escribe Woodward, critica que en ocasiones Bush ha tomado la guerra más como algo personal que teniendo una visión real de la misma.

El Gobierno estadounidense todavía no se ha pronunciado sobre la publicación del libro. El portavoz adjunto interino del Departamento de Estado, Robert Wood, rechazó profundizar sobre el asunto y dijo que Estados Unidos “ha realizado un duro trabajo para establecer unas buenas relaciones con el Gobierno iraquí”, reportó EFE.

Por su parte, la portavoz de la Casa Blanca, Dana Perino, dijo que todavía están estudiando el libro y de momento no harán ningún comentario.

Nota reproducida en el portal de la FELAP (www.felap.info)