El movimiento popular ecuatoriano dio una vez más una demostración de su unidad, de su fuerza y decisión para impulsar los cambios que históricamente le fueron negados. Los cerca de 100 000 ecuatorianos y ecuatorianas, representantes de todas las provincias del país y de las más diversas e importantes organizaciones sociales y políticas, que se concentraron en Quito, el 23 de agosto, ratificaron su determinación de continuar con la lucha por un Ecuador soberano, democrático y solidario; por un país nuevo y socialista.

Fue ésta, sin duda, una de las movilizaciones más grandes que se han producido en los últimos tiempos y donde han confluido fuerzas democráticas, patrióticas, de izquierda y revolucionarias, que han tenido un gran protagonismo en la lucha contra el neoliberalismo y por la transformación de las injustas y caducas estructuras económicas y políticas del Ecuador.

La multitudinaria, colorida y amplia movilización expresa el alto estado de ánimo de un pueblo que no está dispuesto a regresar al pasado neoliberal; ese pasado que empobreció profundamente a la mayoría de ecuatorianos; ese pasado en el que un grupo de malandrines que gobernó el país saqueó los recursos públicos, atracó al pueblo con el feriado bancario, entregó a las transnacionales nuestros recursos naturales, expulsó del país a más de tres millones de ecuatorianos por falta de trabajo, y ejerció en nombre de la “democracia” la más descarada violencia en contra de quienes se oponían a su nefasta política, llegando incluso al asesinato, como es el caso del asesinato de los hermanos Restrepo, de Saúl Cañar, Fredy Arias, del luchador revolucionario Jaime Hurtado Gonzales, entre otros.

Pero nuestro pueblo no solo que no quiere regresar al pasado, y no solo que anhela el cambio, sino que está dispuesto a marchar por ese camino y hacer realidad ese propósito, asumiendo su rol histórico de ser el protagonista de las más importantes transformaciones que requiere este país. Es un nuevo nivel de conciencia política y una más calificada capacidad de movilización, que está orientado a defender un proyecto patriótico, democrático, anti oligárquico y de izquierda, que en buena parte se plasma en el proyecto de la nueva Constitución política.

Frente a esta conciencia y movilización popular se estrellarán las viejas y nuevas mentiras; las manipulaciones y las provocaciones de la derecha; la vieja partidocracia de los social cristianos, demócratas populares, izquierda democrática, sociedad patriótica; la oligarquía y sus herederos del atraco, la corrupción, la cobardía y el crimen; santificados unos y otros por el clero oligárquico de la cúpula eclesial, y elevados a figuras públicas por los medios de comunicación y los periodistas a su servicio.

Es importante esta movilización porque estimula el debate, afirma la necesidad de la unidad de los trabajadores y los pueblos; porque los rearma frente a las provocaciones de una oligarquía desesperada y violenta. Queda registrada esta movilización como un importante impulso y preámbulo para un contunden triunfo del SÍ.