Lo que decimos es lo que somos. No existen agendas personales, somos sobre todo organización, nos debemos a ella”. Eso afirma y eso es Gabriela Salazar, la joven, transparente, segura e inteligente secretaria nacional de la Federación de Estudiantes Universitarios del Ecuador (FEUE), que acopió nuevas y valiosas experiencias durante su permanencia en la Asamblea Nacional Constituyente, como asesora de la asambleísta María José de Luca.

Su presencia en Montecristi aportó en esa lucha silenciosa que se libra al interior de la tendencia democrática, progresista y de izquierda para vencer viejos estereotipos, viejos mitos que se crearon desde el poder y que poco a poco han ido alimentando los grandes medios de comunicación como estrategia ideológica para desarmar la lucha popular. Así es, Gabriela Salazar tiene una militancia clara en la izquierda revolucionaria, hace parte de quienes peyorativamente han sido calificados como “los chinos” en la Universidad pública. Y al haber sido propuesta para actuar como colaboradora de la asambleísta de PAÍS, María José de Luca, se demostró el interés que existe en muchas personas y dirigentes de la tendencia de terminar con esas viejas barreras que separan a las fuerzas del cambio.

“Hay que quitarnos de encima esos prejuicios que unos tenemos sobre otros: los unos nos dicen que somos tirapiedras, los otros les decimos que son intelectualoides de cafetín. Creo que tanto nosotros como ellos (las fuerzas sanas de la tendencia) defendemos, empujamos el proyecto, y creo entonces que debemos estar juntos”.

Es evidente, sin embargo, que en la tendencia se expresan posiciones personalistas, que quieren que todo gire a su alrededor. “Yo no estoy aquí por Gabriela Salazar, sino por representar a una organización que agremia a 282.800 estudiantes universitarios públicos, y entonces no defiendo una agenda personal, sino los intereses de ese colectivo, que a su vez tiene familias, y que son parte de la clase de los explotados. Nosotros no podemos olvidar que las organizaciones de la tendencia son precisamente eso, organizaciones”.

Pese a nunca haber estado en los escenarios legislativos, Gabriela tuvo que incorporarse a la Constituyente en el período más difícil e intenso que se vivió en Montecristi. Para la asambleísta De Luca, era clave contar con una colaboradora que conociera de la temática que se trataba en la Mesa 1, donde había temas como educación y los derechos de los jóvenes, también era importante establecer un vínculo directo con las organizaciones sociales que históricamente han venido luchando y proponiendo caminos para hacer de la educación un derecho de los pueblos y un deber ineludible del Estado.

En enero de este año la FEUE se movilizó hacia Montecristi para dejar a los asambleístas su propuesta, y Gabriela tuvo como responsabilidad hablar sobre la gratuidad de la educación y la matrícula de las mujeres en la universidad pública, fue entonces cuando se entabló relación con los asambleístas, pero tuvieron que pasar cuatro meses para que la FEUE recibiera una llamada pidiendo que Gabriela sea incorporada al equipo de colaboradores de la asambleísta del movimiento gobiernista por la provincia del Guayas, María José de Luca. La directiva nacional de la FEUE discutió el planteamiento y resolvió delegar a Gabriela para que asista a nombre de los estudiantes universitarios del país.

Como ya dijimos, fueron meses intensos, porque mientras más se acercaba el día de finalización de los trabajos de la Asamblea, más arreciaban las críticas y la campaña de desprestigio hacia el organismo por parte de los grandes medios de comunicación. Presenciar esto fue una experiencia decepcionante para Gabriela: “En este período hubo una arremetida constante de los medios de comunicación acerca de que no se trabajaba, de que las cosas se hacían al apuro, un sinnúmero de comentarios que iban encaminados a desprestigiar el trabajo de la Asamblea, pero uno desde dentro podía darse cuenta de que eso no era así. Las cosas se hicieron con mucho esfuerzo, en mucho tiempo, no solo en las jornadas de amanecidas del Pleno, de las que se tomaron para cuestionar el trabajo, sino que hubo muchas noches, muchas madrugadas que tuvimos que quedarnos ahí, leyendo, puliendo textos. Lo que se miraba a nivel nacional era el trabajo del Pleno, pero no se miraba el trabajo en las mesas. Es ahí donde se producía el debate, donde se recibía a las organizaciones sociales.”

“En momentos era decepcionante mirar las prácticas de la partidocracia, que siempre manipuló la información; mirar que la voz de la derecha era siempre la voz oficial en los medios. Siempre plantearon el tema de la muerte, del aborto, cuando aquí se discutía por la vida. Uno como joven hace una política honesta, y se encuentra aquí gente que lucha por defender sus privilegios, sus canonjías”.

Experiencias como la adquirida por Gabriela en este período dejan valiosos resultados: crecimiento en la capacidad de los dirigentes para comprender y actuar sobre la coyuntura política tan dinámica que vive el Ecuador, y una imagen positiva ante las fuerzas de la tendencia y ante los pueblos del Ecuador, que permitirá seguir actuando con solvencia y autoridad frente a los nuevos retos que imponga el camino de las transformaciones.