Carlos Rubira Infante, cantor y compositor popular, se hizo acreedor al Premio “Eugenio Espejo” de este año, que le fue entregado el viernes 8 de agosto, en un acto protocolar realizado en el Palacio de Carondelet.

Este solemne acto, lleno de cumplidos y lisonjas, se tornó en una fiesta popular, después de que el conocido cantante y compositor hizo una simple afirmación: “Cuando yo nací, en lugar de llorar, canté”, para agregar: “La Patria es mía, he tratado con mis canciones de unir a todos los pueblos de mi Patria”. Entonces el Trío “Pambil”, ejecutó varias canciones del destacado compositor guayaquileño y la fiesta se prendió cuando cantaron “Chica Linda” y “Ambato, tierra de flores”; todos aplaudieron con euforia, menos el Edecán de la Presidencia y sus Granaderos, quienes, por disciplina, solo pudieron mover los ojos.

Esta es la segunda vez que este músico popular es homenajeado por el poder público, pues en el mes de julio del 2000 recibió la Condecoración al Mérito Cultural “Dr. Vicente Rocafuerte”, otorgada por el Congreso Nacional.

Es posible que no sea exacta la afirmación poética de Rubira Infante sobre su precoz iniciación en la canción, pero lo que sí está comprobado es que este músico autodidacta, a los trece años, aprendió a tocar la guitarra y que a los veinte años ya era conocido por sus interpretaciones públicas en radiodifusoras y barrios populares de su ciudad natal.
De origen absolutamente popular, Carlos Aurelio Rubira Infante nació en Guayaquil, el jueves l6 de septiembre de 1921, en una casa que arrendaban sus padres, Obdulio Guillermo Rubira Druet y Rosa Amarilis Infante Villao, ubicada en las calles Rumichaca y Aguirre, en el corazón del viejo Guayaquil.

Lo que sí fue precoz para Carlos Rubira Infante fue la muerte de su padre, cuando el futuro compositor apenas tenía catorce años. Huérfano, se vio en la necesidad de mantener su hogar y para ello trabajó en actividades muy humildes, como vender periódicos y veneno para ratas o lustrar zapatos con su cajita al hombro; eso hasta los veinte años, cuando empezó a vivir de la música, la que le ha dado fama, que no dinero, pues al presente vive sencillamente, en su pequeña villa de un solo piso, en la ciudadela “Las Acacias”, al sur de Guayaquil.

Carlos Rubira Infante a lo largo de su vida, hoy tiene 87 años, ha escrito la letra y la música de más de quinientas canciones: pasillos, valses, pasacalles, sanjuanitos, albazos, yaravíes, tonadas, etc. . Entre su producción es necesario puntualizar que, con su intenso amor por su país, ha escrito una canción (pasacalle) dedicada a cada una las provincias del Ecuador; además es el autor de la famosa: “Guayaquileño, madera de guerrero”.

Y él lo afirma con euforia: “Me siento orgulloso de haber escrito una canción para cada provincia y de haber hecho una intensa vida cultural; yo nací con un cariño inmenso para mi país, para mi patria; soy guayaquileño, pero más que guayaquileño soy ecuatoriano. No he vivido ni un solo minuto de regionalismo, porque he pensado que esa es la mayor estupidez que puede cometer un ecuatoriano: vivir odiándonos, en lugar de llevar una vida de comprensión y entendimiento, de unidad nacional, sin mezquindades ni racismo; vivir para la Patria Ecuatoriana que es a la que todos nos pertenecemos. Por eso he escrito canciones que están grabadas en el sentimiento de los ecuatorianos como “Playita mía”, “Alondra Fugitiva”, “Ambato tierra de flores”, “Morena mía”, “Esposa” y otras
A Carlos Rubira Infante también hay que agradecerle el haber descubierto los talentos de varios músicos ecuatorianos que se tornaron famosos y que hoy son el orgullo nacional. Fue maestro de Olimpo Cárdenas, de Julio y de Pepe Jaramillo, cantó en dúo, con cada uno de ellos, pues fue muy amigo de doña “Polita”, la mamá de Julio y de Pepe Jaramillo; así lo recuerda con nostalgia: “Julio empezó conmigo, era de pantalón corto, tendría unos catorce años, la misma edad en la que yo empecé mi vida artística”.

Carlos Rubira Infante sigue fuerte y creador, los premios y las lisonjas que ha recibido no han podido sacarlo de su orgullosa extracción popular, a la que tanto ha cantado y que leha permitido estar muy cerca de los sectores populares, con los cuales sigue teniendo nexos profundos, como con la Unión de Artistas Populares del Ecuador (UNAPE) , con la cual está ligado desde cuando fue miembro del directorio del Frente de Artistas Populares (FAP), de Guayaquil.