Pero supongamos que pueda identificar al Zorzal Criollo y hasta tararear una milonga. Entonces eso sucedió este 10 de Octubre en Miami, cuando entre “cuatro gatos” celebró la fecha de inicio de las guerras independentistas cubanas contra el colonialismo español.

Es de creer que la pieza escogida fuese aquella que reza: “Solo, como un perro callejero, como barca sin velero, solo con mi soledad...”

Lejos de recibimientos masivos, música, fanfarrias y discursos de bienvenida, el presidente fue a dar a una casona del barrio floridano de Coral Gables y luego a un pequeño restaurante, para dedicar en total tres horas a dos empeños claves: hablar mal de la Revolución Cubana e intentar recaudar unos dólares para la campaña presidencial republicana.

Y vale lo de “solo con mi soledad”, porque amén del bajo reconocimiento público que tiene entre sus compatriotas, W. Bush no fue recibido en Miami ni por la publicitada Fundación Nacional Cubano Americana, ni por los tres congresistas ultraderechistas de origen cubano en la Florida , Ileana Ros y los hermanos Mario y Lincoln Díaz-Balart.

Desde luego, la no presencia de la entidad y los susodichos legisladores en la “íntima reunión” no obedece ni mucho menos a desacuerdos con el Presidente. Podría interpretarse en todo caso como una lejanía por conveniencia. Al fin y al cabo W. Bush está próximo a desaparecer de la escena oficial y no vale la pena colocarse al lado de una figura pública tan cuestionada y desprestigiada y en pleno ocaso, menos a las puertas de elecciones generales.

De todas formas, el saliente jefe de Estado volvió a sus diatribas anticubanas, y a reclamar que el bloqueo económico a la mayor de las Antillas, repudiado a escala global, se mantenga como arma de presión “hasta que en la Isla cese la tiranía y se respeten los derechos humanos”, según sus textuales alaridos.

¿Podía decir otra cosa míster president? Evidentemente no. Los contados que estuvieron a su lado, renegados entre los renegados, tal vez suspiraron por la pérdida que está a las puertas, o sencillamente miraron el reloj de soslayo, un tanto ansiosos por largarse a tejer nuevos planes que les permitan seguir viviendo del cuento como hasta hoy, dentro de poco bajo una nueva administración.

Agencia Cubana de Noticias