La escuela del siglo diecinueve y los libros se enfrentan a los desafíos de la computadora y el mundo globalizado. Ese fue el punto de tensión para responder a la pregunta sobre una presunta disminución en los hábitos de lectura. “No es cierto. Los adultos quieren una escuela en la que sus hijos lean pero son ellos quienes no leen. Las estadísticas elaboradas por los ministerios de Educación y la Unesco, indican que los niños y los jóvenes leen hoy más que antes”, aseguró la escritora Ana María Machado. “Lo que está desapareciendo es el llamado ‘gran lector’, aquel que devoraba veinte o treinta libros por año. Ahora las nuevas tecnologías deberían ser utilizadas como complemento para la lectura. En Brasil, el gobierno de Fernando Cardoso inició un proyecto para equipar las bibliotecas de las escuelas con libros y computadoras y por fortuna Lula continúa con el programa”, agregó Machado.

Para la española Teresa Colomer “es necesario recuperar en la escuela el amor por la literatura y sus lecturas porque es ella, en este mundo de incertidumbres y movimientos permanentes, quien nos permite articular un discurso propio, con raíces culturales fuertes. En España, la inmigración de la Europa de este y de Africa, hizo que en un aula de escuela primaria convivan veinte idiomas diferentes y el maestro está desbordado. Ahí es importante que cada niño pueda acceder a la lectura en su lengua materna para conocer su origen. ¿Y por que no pensar que las nuevas tecnologías pueden ayudar en esa tarea?, se preguntó y cuestionó a los presentes.

Gustavo Bombini reclamó atención y vigilancia para los programas nacidos en el Estado que pretenden llevar la lectura a la escuela sin tomar en cuenta las realidades particulares de cada región y cada niño o adolescente. “Es imposible que el niño acceda a la lectura por placer si no se toman en cuenta las condiciones materiales en las que viven el y su grupo familiar”, disparó. También criticó la figura del “libro objeto entregado individualmente sino un sentido de integración entre la persona y su entorno. Hay que tener cuidado con los convenios entre el estado y las editoriales para la gran compra de libros desde los ministerios de Educación, porque son una gran negocio para los grupos económicos que dominan el mercado, pero no cumplen con la idea de socializar el conocimiento”, finalizó.

Durante el encuentro auspiciado por la Biblioteca Nacional, la Oficina Cultural de la embajada de España, el Ministerio de Educación argentino, el Congreso Nacional, la Comisión Nacional de Bibliotecas Populares (CONABIP), la Universidad de Buenos Aires y la Asociación Abuelas de Plaza de Mayo, se destacó también el escaso apoyo estatal a las editoriales pequeñas y nacionales, frente al monopolio de los grandes grupos editoriales.