Por vez primera, desde hace largos decenios, un manual denunciatorio despierta la ira enfurecida de algúnos bárbaros que creen que las ideas pueden encarcelarse vía juicios penales. Es el caso de ¡Estafa al Perú! ¡Cómo robarse aeropuertos y vivir sin problemas! http://www.voltairenet.org/article148321.html, texto que casi diez mil lectores consideraron generosamente como un texto leíble por la enorme cantidad de datos cuanto que irregularidades denunciadas documentalmente. Si fuera el caso, iniciativa en camino, suscribiría una nueva edición, corregida, aumentada y actualizada al presente para evidenciar más aún las trapacerías de la empresa concesionaria del Aeropuerto Internacional Jorge Chávez. Y, además, pediría las líneas liminares o proa a algún buen periodista de buida pluma como estilete de corte filudo.

¿No es acaso luchar contra la corrupción haber alertado, con las múltiples fallas que reconozco, a la opinión pública sobre las maniobras en que ha incurrido Lima Airport Partners haciéndose dar cuatro addendas en un contrato de concesión cuya génesis reconoce el vicio de haber sido carrera de un solo caballo porque no hubo ningún otro postor entonces? ¿no lo es también que desde los escasísimos espacios periodísticos que tuviera en estos últimos ocho años, dijera mi verdad jamás desmentida por la empresita de marras? ¿recién el 2007 se dieron cuenta que había un conjunto de casi 100 artículos en torno a sus irregularidades? ¡Bah, hay insolencias que los mandones suelen tener como comportamientos normales cuando no son más que las majaderías de los que se sienten ultra-poderosos e intocables!

Debo decir que salvo la invitación generosa de César Hildebrandt a su programa entonces en Radio San Borja, en mayo del 2007 y a un artículo de Manuel Jesús Orbegozo por la misma época, el conjunto sólido de miedos de comunicación escrita, radial o televisiva, ignoró ¡Estafa al Perú! Supuse que alguien o los interesados diseñarían una respuesta a semejantes cargos allí consignados. No fue así. El único camino palurdo, el que dicta el miedo, el yugulador efectivo, el que usa el matón amenazado, fue interponer dos juicios penales por supuesta difamación agravada en dos salas distintas y una accionada por el gerente general Jaime Daly Arbulú y otra por Lima Airport Partners. ¡No se atrevieron siquiera a soltar a los canes amaestrados y ultra bien pagados en los miedos para aclarar, desmentir o refutar mis afirmaciones! ¿No parece decir algo interesante semejante pusilanimidad que, como todas las cobardías, es una aceptación que apela a los juicios penales como único “argumento”? La verdad es más grande que Lima Airport Partners, empresita huérfana de capital, prestigio o de razón alguna.

El poder no está en los predios en que tradicionalmente nuestros analistas se empecinan en señalar. El poder real, el genuino, el que manda, hace y deshace está en aquellas corporaciones sin rostro o apellidos exactos que hoy son unos y mañana otros, pero que determinan qué es lo justo y cómo se consiguen los réditos para sus capitales. No importa que LAP haya sido una empresita de US$ 3 mil dólares y que lograra para sí y por décadas el primer aeropuerto del Perú; mucho menos que pusiera de aval al Estado y obtuviera créditos de bancos alemanes y norteamericanos por la elevada suma de US$ 125 millones de dólares, como debieron confesar el 2007 luego de evasivas recurrentes y fábulas condimentadas; amén que las addendas posibilitaron que LAP no construya sino para las calendas griegas o jamás la II pista del Jorge Chávez porque la maña así está establecida con la anuencia cómplice de Ositran que ha defendido los intereses de LAP pero ¡NO! los del Estado peruano que paga a sus funcionarios. ¡Ese es el poder! Ese mismo poder pretende silenciar a quien, junto a otro periodista en singular, Raúl Wiener, ha venido denunciando con firmeza espartana y pobreza franciscana lo que para mí ha sido –y es- una estafa al Perú.

Son muchas las voces que alertan por los peligros ínsitos que cualquier sentencia posee. Es deseable que quienes tengan la responsabilidad aprehendan bien en qué líos se meten si pierden imparcialidad y obedecen mandatos extraños a lo que las leyes y la justicia deben impartir. Aún así, las ideas no pueden degollarse, encarcelarse, ni multarse. No son pocas las carreras arruinadas por la mediocridad de sus protagonistas, así estén detrás de un escritorio que a ellos se antoja como una tribuna judicial. El pueblo es más sabio que todos los sabios y las victorias a lo Pirro son apelables para llegar, aunque sea por la vía de la paciencia y la pobreza, hacia la justicia que será la que conquiste la victoria de nuestros ideales.

Gracias a todas las voces que siguen dando aliento a la lucha. Gracias a quien desde su lacónica pregunta indaga por ¿qué se puede hacer?. Gracias a los abogados impagos que ayudan. Gracias a quienes saben que el dinero puede comprar plumas y redactores hábiles pero que también diferencia entre los mermeleros y los que no lo son. Gracias, en fin, a todos los que no cejan en esta dura tarea de hacer del Perú madre y no madrastra de sus hijos. De ese camino no nos aparta nada ni nadie. Y mucho menos pandillas despreciables de forajidos.

¡Atentos a la historia, las tribunas aplauden lo que suena bien!

¡Ataquemos al poder, el gobierno lo tiene cualquiera!

¡Rompamos el pacto infame y tácito de hablar a media voz!

¡Sólo el talento salvará al Perú!

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