La medida del CSA obedece al temor que baje la estimulación familiar a los bebés, confiando más bien en una permanente “compañía televisiva”, y así podría aumentar una sobre estimulación televisiva –temor incluso a una hipertrofiada estimulación que generaría desarrollos cerebrales monstruosamente desbalanceados. La estimulación televisiva es de doble naturaleza: por una parte los contenidos diseñados para la pantalla, los cuales a menudo son elaborados con cuidadosa asesoría psico-pedagógica; por otro lado está la estimulación específica del lenguaje y de la tecnología audiovisual, lo que McLuhan denominaba “el medio es el mensaje”; por ejemplo, la mera estimulación visual sin comprender los contenidos.

Un fundamento de la medida es completamente unánime: la necesidad irreemplazable de la triple estimulación familiar hacia los bebés: auditiva, visual y táctil-cinética; en efecto, la plasticidad neuronal del cerebro del bebé requiere de la interacción humana, y de la familia en primer lugar, para lograr su madurez armoniosa; la TV –y ningún medio– puede sustituir a la interacción familiar. También existe profunda desconfianza hacia la comercialización de materiales audiovisuales que prometen potenciar la estimulación con música, vídeos, y video juegos (bajo supuestas bases científicas).

Desde un punto de vista práctico, la medida del CSA probablemente va a incrementar el visionado de las cadenas extranjeras en cable y satelitales que no tienen prohibición de emitir esos programas, sino que solo deben poner una advertencia sobre el presunto daño que podrían provocar. Otro probable resultado de la medida será el incremento del visionado de programas para niños mayores (bebés acompañando a sus propios hermanos, posiblemente); así los niños supuestamente “protegidos” por la censura probablemente terminarán viendo programas diseñados para niños mayores, y sometidos a la misma estimulación visual. Tampoco la censura enfrenta el hecho que el visionado infantil es preponderantemente hacia programas familiares; tampoco se anuncian medidas para estimular la mediación familiar ante la TV, mediación que aparece como una medida indispensable.

Además de la probable inoperancia de la medida, hay otras consideraciones de diferente naturaleza. Los niños y los bebés viven ya en ambientes multimediales –no solo con TV en el hogar. Es más, los temores actuales se dirigen más hacia Internet y hacia los video juegos que hacia los programas de TV. El Informa Kaiser del año 2003 en USA muestra el importante consumo de otros medios diferentes a la TV en niños menores de 2 años, incluso junto a sus padres o hermanos mayores.

La Baby TV aparece como una respuesta a la mujer que crecientemente trabaja fuera del hogar, y también como una ayuda a su carencia de tiempo e instrumentos para estimular a sus hijos. La censura francesa no equipa a la familia para potenciar la estimulación a los bebés ni para mediar ante la TV. La Baby TV aparece después que el Children’s Television Workshop creara Plaza Sésamo y consistentemente se haya demostrado que provoca una importante influencia educativa en sectores deprivados; influencia limitada, sin embargo, ya que no logra nivelar la brecha educativa provocada por el diferente capital social transmitido por la familia. La Baby TV nace, así, como una ayuda, también limitada, ante familias que no saben como estimular a sus hijos, o tienen escaso tiempo. Es una ayuda limitada, pero que puede ser muy valiosa si está enmarcada, en mi opinión, en tres condiciones: a) diseñada para estimular con sonidos gratos y sin estridencias, con música suave, colores, figuras y movimientos; b) requiere tiempos controlados; y c) requiere mediación afectiva familiar.

Los actuales canales de Baby TV están en el cable y se financian por suscripción, sin publicidad; el género de la publicidad será una fuerte tentación con productos dirigidos a los padres; pero la realización de los comerciales se realiza con sonidos agudos y formas inarmónicas que rompen el ambiente propicio a la estimulación del bebé. La cuidadosa y adecuada realización de los programas es, entonces, esencial.

La Baby TV puede ser una ayuda importante en salas cunas, en donde se pueden cumplir muy bien las dos últimas condiciones anteriormente mencionadas. Pero también puede ser una ayuda muy valiosa para los altos porcentajes de familias latinoamericanas que viven en grandes deprivaciones materiales y culturales; es bastante irreal pedir estimulación familiar precoz a padres analfabetos, o a familias cuya pobreza los lleva a la condición de entregar el cuidado de sus hijos a una vecina, o tenerlos en la condición de “bebé de cajón”. La pobreza, definida por el Banco Mundial como disponer de menos de 1,25 dólares diarios por persona, afecta a 45 millones de latinoamericanos y a unos 1.400 millones de personas en los países subdesarrollados, y estos bajarían a 1.000 millones el 2015. La Baby TV puede ser una ayuda compensatoria remedial importante para el futuro de los actuales bebés nacidos en pobreza. Una Baby TV de buena calidad, dosificada, y que estimule la interacción familiar es mejor que un hogar deprivado y sin estimulación a sus bebés.

 Nota publicada por Gacemail TEA Imagen (www.gacemail.com.ar)
 Director Diplomado en Estudios de Audiencia. Facultad de Comunicaciones – PUC - Chile