Las secuelas del proceso electoral presidencial persisten. El Partido de la Revolución Democrática (PRD) está hecho añicos: tribus, facciones y mafias a la disputa del botín del subsidio y las candidaturas, con jefes tribales a diestra y siniestra (Ebrard, los Chuchos, Encinas, Cárdenas, los desgobernadores, López Obrador, Izquierda Unida, derechistas procalderonistas, etcétera). El Partido Acción Nacional (PAN) dividido en dos: los del Yunque con Manuel Espino, y los calderonistas con sus grupos (Martínez, Vázquez Mota, la profesora Gordillo y sus alfiles).

El país es un hervidero de problemas sociales sin soluciones (un campesino se quemó vivo por no haber sido atendida su petición de audiencia ante el desgobernador Fidel Herrera) y con mayores enfrentamientos.

La recesión estadunidense y sus crack de septiembre de 2008 –que agrava la crisis económica mexicana para anular el crecimiento, disminuir las remesas, reducir las exportaciones, aumentar el desempleo y bajar el consumo– ponen al país al borde de un desastre que Calderón-Carstens calificaron de simple catarro.

Es ése el sumarísimo ambiente: profundización del estancamiento económico, desesperanza, incierta conducción del Estado por los poderes municipales, federales y de los estados de la administración pública, vaivenes del poder Judicial, golpismo de los poderes fácticos del sector privado y un Congreso de la Unión queriendo contribuir a la conducción de la nave estatal que se ve arrastrada en el mar de la corrupción.

Y así, tras el Instituto Federal Electoral (IFE) de Ugalde, ahora el IFE de Leonardo Valdés atiza el motín a bordo, primero con sus dos desmantelamientos de consejeros echados por la borda y sustituidos por otros que salieron de la chistera de una selección amañada, empezando por el mismo consejero presidente.

Este IFE, que mejor sería escribirlo “ife”, es minúsculo por su actual mediocridad jurídica y política de carácter democrático y republicano (ganan millonadas cada uno y tienen un aparato burocrático de virreyes). Ha presionado para que se incinere la paquetería electoral de 2006, en lugar de abrirlos para satisfacer las solicitudes de información (éste ha sido el trámite más inútil, si quiere saberlo la Secretaría de la Función Pública).

Ese IFE, pues, en lugar de conceder el beneficio de la duda a los partidos, cerrar los cadáveres abiertos y enterrarlos, decidió emprender toda clase de venganzas. A sabiendas del hervidero de problemas, aumento de tensiones e ineficacia gubernamental, se ha sumado a los incendiarios y le prende fuego a la pradera seca donde la política no encuentra ni el espejismo de un oasis. Dentro del IFE prevalecen nueve consejeros desciudadanizados, ya que representan a sus promoventes y enemigos del Estado de partidos.

Han sancionado al PRD, al PAN y al PRI, para que sin recursos (les cobraran a lo chino del financiamiento público) abrirle las puertas al dinero sucio, incluso del narcotráfico, para que la delincuencia organizada pueda tener representantes en el Congreso general.

El “pronunciamiento” del liliputiense IFE –después de que el señor Valdés se pusiera a decir que el clima de inseguridad impedirá que los ciudadanos vayan a votar el 5 de julio de 2009, contribuyendo a generar más temores– es un llamado hipócrita. Si lo acordaron los 10 consejeros (el texto no tiene ni responsable, porque quien desempeña las funciones de facto, pero cobra de jure, de director de Comunicación del IFE, ni título tiene, pero Valdés lo protege otorgándole impunidad y fomentando la corrupción), el instituto va de mal en peor.

No tiene credibilidad el IFE y se hunde cada vez más en la mediocridad de sus integrantes como órgano colegiado. Y es que el IFE de plano ya se manifestó contra los partidos, contra el Estado de partidos, ya que en lugar de amonestarlos drásticamente por el pasado ha recurrido a cobrar sanciones únicamente para aumentar su presupuesto, para que los consejeros y su burocracia reciban pagos millonarios y una serie de prestaciones (empezando por la compra de comilonas).

Así va el IFE rumbo a las próximas elecciones. No han demostrado, los que acaban de arribar ni los que han permanecido, ninguna formación política para organizar elecciones democráticas; son a duras penas unos tecnócratas que medio manejan su organigrama, sus reglamentos y como borregos acatan las decisiones autoritarias de Valdés, que parece que no mata una mosca –con su vocecita melosa–, pero lleva al órgano a una crisis que estallará cuando llegue el día de los recuentos en los distritos electorales.

Ya dos estudiantes, Andrés Gómez Emilsson y Marco Jiménez Santiago, uno tras otro, en la cara de Calderón le dijeron “¡Espurio!”, y “¡No hay libertad en este país, no hay libertad!”, como secuela de las elecciones pervertidas por el IFE de Ugalde y sus nueve corifeos. No se extrañe nadie que el IFE de Valdés y su coro, en el próximo proceso electoral, sea peor.

cepedaneri@prodigy.net.mx