La Cumbre de CARICOM concordó en que solamente esa integración y la cooperación devienen pilares ineludibles para propiciar el desarrollo de los estados más pequeños en el panorama latinoamericano y caribeño.

Los últimos seis años demuestran que tal propósito es viable desde que en La Habana (2002), Bridgetown (2005) y ahora Santiago de Cuba (2008): el multilateralismo, la solidaridad, el respeto a la soberanía de los estados, la no intervención en los asuntos internos de cada nación y la cooperación regional como estrategia, entre otros derroteros, han ido in crescendo.

Cuba ha puesto en función de los estados del Caribe, de manera solidaria y justa, su modesta contribución en materia de salud y educación. La Declaración de Santiago así lo corrobora en una de sus partes, en la que se expresa: “Convenimos poner énfasis priorizado en la promoción de salud, la formación de recursos humanos y la mitigación de desastres”.

Otra parte del documento, en el cual se alude a la Cumbre de América Latina y el Caribe, a efectuarse en Salvador, Bahía, Brasil, los días 16 y 17 de diciembre de este año, se señala la esperanza de que los actuales esfuerzos contribuyan al reconocimiento pleno de los caribeños en el ámbito continental, con trato especial y diferenciado para las economías más vulnerables de la región.

Sin embargo, en tanto transcurría la Cumbre en Santiago de Cuba, en la mafiosa Miami, en un lujoso hotel del centro de la ciudad, la Conferencia 32 sobre el Caribe y América Central, con académicos, empresarios y funcionarios del gobierno de Estados Unidos cuestionaron la credibilidad de la integración.

Las palabras inaugurales del Presidente cubano Raúl Castro, al dejar abierta la Cumbre fueron más que diáfanas: “Los proyectos que hemos impulsado y estamos en condiciones de seguir fortaleciendo, no funcionan sobre la base de las reglas del neoliberalismo que hoy colapsan como castillos de naipes” (…) “Promueven el desarrollo, la justicia, la equidad y el bienestar de los seres humanos”.

En la propia Declaración de Santiago se pone de relieve que aún en las circunstancias actuales de crisis financiera que amenaza con extenderse a todo los confines del planeta, y donde lógicamente los pequeños serán los más devastados, se pueden fortalecer aún más los vínculos en la región caribeña por sus posibilidades de continuar desarrollando la cooperación.

Tal solidaridad es ingrediente imprescindible para la integración en el Caribe, según esbozara el Presidente cubano y donde Cuba, a pesar de la situación tanto interna como externa, está en condiciones de proseguir e incrementar los proyectos que lleva a cabo en la zona.

Las afirmaciones de Edwin W. Carrington, secretario general de la Comunidad del Caribe, constituyeron la mejor respuesta a los “científicos” que se congregaron en Miami: “Todos los retos que afrontamos, por muy difíciles que sean, nos presentan oportunidades para una mayor cooperación y colaboración entre los países de CARICOM”.

Agencia Cubana de Noticias