Pero bajo los escombros de las ciudades destruidas del país árabe, yacen también restos de una cultura que fue fulminada con bombas y con el silencio de los medios de comunicación masivos, que olvidan mencionar las gigantescas pérdidas que sufrieron las bibliotecas de la nación, entre ellas la Biblioteca Nacional de Bagdad.

Más de un millón de libros se perdieron a partir de 2003, cuando las tropas estadounidenses invadieron el país.

En una entrevista publicada por el portal informativo de la Casa de las Américas, el asesor de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco), y director de la Biblioteca Nacional de Venezuela, Fernando Báez, indicó que esa puede ser considerada la primera gran destrucción de libros del siglo XXI.

“Así como el siglo XX estuvo marcado por la quema de libros de los nazis de 1933, episodio que fue un verdadero “bibliocausto”, o la destrucción de los libros que hicieron los serbios en 1993, nuestro siglo estará marcado por este infeliz comienzo. Le aseguro que el mes de abril del año 2003 nunca será olvidado. Lo ocurrido parece anunciar una época muy violenta contra las manifestaciones culturales que no estén de acuerdo con esta globalización de la incertidumbre y estas utopías extremas de la seguridad total”, advirtió.

Báez, quien forma parte de distintas comisiones de investigación sobre los daños al patrimonio cultural de Iraq, señaló que otra gran e inadvertida pérdida fue la del Archivo Nacional.

“Lo que ignora la gente es que además de los libros se han destruido los archivos. El Archivo Nacional de Iraq estaba al lado de la Biblioteca Nacional. Allí se perdieron más de diez millones de documentos muy importantes, relacionados con la historias de esta nación”, explicó.

El investigador aseveró que la ocupación de Iraq generó una inmensa pérdida cultural que continúa actualmente, y que lesionó de modo permanente el legado esa nación.

Según Báez, la destrucción cultural es uno de los objetivos de cualquiera que comienza una invasión.

“La destrucción cultural le interesa siempre a quien inicia una guerra, porque la cultura es el símbolo de la memoria de un pueblo, y cuando ésta es reducida o aniquilada, desmoraliza y crea condiciones propicias a la aceptación de valores extraños”.

Recordó que en el caso de Iraq, la Unesco le advirtió al gobierno de Estados Unidos sobre los lugares a proteger, pero nadie en el Departamento hizo caso a las advertencias.

“El saqueo nunca hubiera ocurrido si se hubieran protegido las instalaciones culturales. En cambio, en el Ministerio del Petróleo se apostaron decenas de soldados y nadie se robó ni un lápiz”, resaltó.

El especialista aseguró que no hay en el país personal especializado en la restauración de esos sitios y que no hay manejo de los conocimientos necesarios para la reconstrucción gigantesca que se debe hacer de las bibliotecas de Iraq.

Además de la incalculable pérdidas de libros, alrededor de 170.000 piezas fueron robadas en el Museo Nacional de Arqueología de Bagdad durante el saqueo y caos desatado tras el derrocamiento del presidente iraquí, Saddam Hussein.

Los gobiernos de varios países, principalmente árabes, y organizaciones internacionales de la cultura se movilizan actualmente para recuperar esos pedazos de historia, que en casi todos los casos fueron sacados de contrabando del país.

Las tropas estadounidenses dañaron significativamente parte de la memoria del pueblo iraquí, que exige justicia y libertad, y que nunca olvidará el daño innecesario que causó en sus tierras el imperio en nombre de la paz.

Nota publicada por la Agencia Bolivariana de Información (http://www.abn.info.ve/)