Acompañamos tristezas y alegrías de nuestros vecinos. Esperanzas y frustraciones. Claros y oscuros. Día tras día, mes a mes, año tras año, edición tras edición.

Vibramos con cada gol, nos enfurecemos cuando somos avasallados por los concesionarios de servicios públicos, disfrutamos la reconstrucción de una plaza, nos indignamos si alguien es discriminado o si somos contaminados y demandamos justicia, seguridad y transparencia de los poderes del estado.

Claro que no es fácil.

Para hacer ese periodismo, en una sociedad donde cunden las mafias, el desafío es percibir y desentrañar esas redes imperceptibles, de tan finas e intrincadas, que se tejen todo el tiempo a espaldas de la gente. Y exponerlas a la luz pública.

Vamos tras los pasos de la araña, queremos develar esas tramas que el poder prefiere mantener bien ocultas.

La gente sabe que puede contar con nuestro trabajo y el de otros medios de comunicación, para alentar cambios que tardarían más desde las vías políticas usuales.

Nos dan orgullo esos logros, merecer la confianza de la sociedad, pero nos preocupa vivir en una República donde el periodismo muchas veces debe ocupar espacios propios de la política o la Justicia.

El diario es comprometido y valiente porque es creíble. Para nosotros la información no es una mercancía. Tratamos, modestamente, mejor o peor, con errores y aciertos, de enriquecer el debate democrático y dar una voz al ciudadano de pie. Ni más, ni menos.

Periodista. Director de El Diario de Morón