Esta (la historia) ocurrió en un barrio de la localidad de Moreno en el Oeste del conurbano bonaerense donde una hincha “cuerva” y una familia “quemera” pusieron de manifiesto la pasión y la ética futbolera vecinal.

Cintya es una joven apasionada y seguidora de San Lorenzo, regentea un kiosco en el barrio Parque Lavin de ese distrito al que lo pintó todo con los colores del ciclón.

Cruzando la calle y a tan sólo 30 metros en diagonal se encuentra la carnicería de don “Kiko”, él de 71 años y sus tres hijos componen una familia fanática de Huracán y por ende en el interior del local cuelgan varias banderas del globo. Todos son buenos vecinos y se conocen desde hace muchos años pero el último clásico los tuvo como protagonistas de un hecho inusual.

Como se recordará, el equipo de Boedo perdía 1 a 0 en el partido jugado en día sábado y que fue suspendido a los 16 minutos del primer tiempo por inclemencias del mal tiempo lo que motivó que se pasaran a jugar el día martes los faltantes 74 minutos.

Fueron tres días de festejos y cargadas que la cuerva Cintya debió soportar a manos de los partidarios del equipo de Parque Patricios. Hasta que llegó la fecha del esperado encuentro.

Fue cuando inesperadamente la kioskera se cruzó con los integrantes de la familia quemera y recibió una andanada de sarcásticas bromas, esta acción motivó que la joven se detuviera con su bicicleta y le disparó a Claudio, el mediano de los hijos del carnicero: ¡Que te apostas quemero, a que le ganamos! La respuesta no se hizo esperar: un costillar. Le quedó chica la apuesta y la piba fue más allá: redobló la apuesta. No, eso no, te apuesto algo que les va a doler mucho más, si ganan cuelgo la bandera de ustedes en la puerta de mi casa una semana y si les ganamos cuelgo el trapo de San Lorenzo en la carnicería. La propuesta fue aceptada de inmediato.

Por si alguien no lo sabe el ciclón derrotó a Huracán por 4 a 1 y la llegada de los simpatizantes al barrio mostraba sus caras de rabia y dolor mientras la Cintya festejaba lanzando petardos al aire y mofándose ante quien se le cruzara en el camino.

De pronto tomó la bandera azulgrana y se dirigió a la carnicería que a esta altura parecía un velorio y dijo: ¡vengo a cobrar la apuesta! Y recibió como respuesta de uno de los muchachos; ¡si la colgas la prendo fuego! Don Kiko reaccionó de inmediato y reprimió a su exaltado hijo con un ¡Los trapos no se queman y las deudas hay que pagarlas! Semejante frase enmudecieron el lugar ante las atónitas miradas de sus hijos que no comprendían tamaña resolución de su progenitor.

Tras la sentencia, se cumplió el trato y la bandera santa se mantuvo sobre el cartel del negocio durante toda la semana y sirvió para que los clientes y vecinos se rieran de los hinchas quemeros.

Para rematar Don Kico le dijo a quien escribe: ¿Sabes que pasa? Yo conservo los códigos, viví mucho en Parque Patricios, soy de Huracán, pero mis mejores amigos son de San Lorenzo”.

Toda una frase, toda una actitud en tiempos de mafias, negociados y muertes en el mundo fútbol.

Nota publicada por la Agencia 144 (http://agencia144.com.ar/)