Un personaje de película, sentado en una especie de trono sonríe con arrogancia, mientras sostiene una copa de vino, seguramente de la mejor calidad; posa sus pies en la piel de un gigante león que adorna uno de los rincones de su inmenso castillo, salido de los cuentos de las mil y una noches. No, no es ficción, y no, no es en Europa, es aquí, en Ecuador, en Cuenca, y es real. Es la fotografía de Juan Eljuri, uno de los hombres más ricos del país, que aparece en un reportaje de la revista francesa Vsd y que la revista Vistazo reprodujo en la edición de diciembre.

Mirar esas fotografías y hablar de crisis económica se vuelve incompatible. Claro, cuando se habla de crisis económica siempre se busca ver a la gente pobre, y en situaciones desesperantes. Es que siempre han sido los pueblos los que han pagado cada nueva crisis del sistema capitalista.

Pero eso debe terminar. ¡Que la crisis la paguen los ricos!, pues son ellos los que han usufructuado siempre de cada nuevo golpe a los trabajadores. Si en el país hay que blindar al aparato productivo para evitar que la crisis mundial lo afecte en gran medida, ello debe entenderse como estímulos a los sectores medios y pequeños de la producción, pues son estos sectores los generadores de la mayor cantidad de empleo, son quienes sostienen la economía doméstica de los ecuatorianos.

Los grandes banqueros nacionales manejan sus finanzas por fuera del Ecuador, ahí es donde arriesgan en inversiones multimillonarias, no son generadores de inversión nacional. Y la banca privada no es precisamente el factor de desarrollo productivo en nuestro país, por ello son por demás justas las medidas que el Gobierno ha tomado, en el sentido de establecer impuestos a la salida de capitales, de buscar mecanismos para retener los recursos en el Ecuador y garantizar los ahorros de los depositantes.

El 2009 se inicia con crisis, y ésta se profundiza en el plano político, cuando enfrentamos un escenario electoral. Las definiciones que el gobierno tome, para beneficiar a unos sectores en desmedro de otros, serán determinantes en el curso que tomen los acontecimientos políticos. Por el lado de las organizaciones populares, de la izquierda revolucionaria, hay una madura posición de respaldo al proyecto patriótico y democrático, pero de vigilancia responsable de cada medida que puede afectar a los sectores populares.

Es evidente que en el último período del 2008 el régimen, y especialmente el Presidente de la República, han equivocado blancos. Encerrándose en una visión particular, inconexa, incompleta de las cosas, ha lanzado dardos contra el gremio de los maestros, contra organizaciones juveniles de secundarios y universitarios que tienen la autoridad moral que les otorga la historia de lucha que han librado contra el neoliberalismo, contra la oligarquía y el imperialismo. Son autoridad en términos de reivindicaciones particulares para sus sectores, pero también en el sentido de generar propuestas, de contribuir al progreso, al desarrollo de la educación en el país.

Caer en la campaña bien orquestada que existe contra la izquierda es lo que menos conviene al proyecto político en el que se inscribe el gobierno. Se deberá comprender que la única autoridad inapelable es el pueblo, las masas, no el individuo, por más respetable que éste sea.

El 2009 debe poner como protagonistas a los trabajadores y a los pueblos, a sus organizaciones, porque son ellos los responsables principales del cambio, de las transformaciones revolucionarias que el Ecuador exige. El 2009 se presenta como un año de intensas confrontaciones, y de definiciones políticas trascendentales. El norte sigue siendo claro: la Patria nueva y el Socialismo.