Aun antes del triunfo de la Revolución Cubana, el gobierno imperialista de los Estados Unidos comenzó a tratar de eliminar físicamente al Comandante en Jefe Fidel Castro, intento constante que se prolonga ya por medio siglo.
El dos de febrero de 1959 el agente de la CIA y connotado mercenario Allan Robert Mayer, penetró con ese propósito en territorio nacional a bordo de una avioneta. Los incipientes Órganos de la Seguridad del Estado lo descubrieron y detuvieron.
Ya desde antes, el 28 de diciembre de 1958, fue capturado y apresado por fuerzas rebeldes en la propia Sierra Maestra, el norteamericano Allen Robert Nye, a quien se le ocupó un fúsil Remington calibre 30-06, con mira telescópica, quien pretendía infiltrarse en las filas del Ejército Rebelde para asesinar al líder revolucionario.
Nye era agente del FBI, y el gobierno estadounidense se lo facilitó a Fulgencio Batista y a su cúpula militar, para que lo contrataran en aras de ejecutar esa misión. Así comenzó la cacería más intensa y prolongada que se recuerda en la historia de la Humanidad.
En memorando de fecha 24 de abril de 1959 y desclasificado posteriormente, John Hill, ayudante especial del subsecretario de Estado para Asuntos Interamericanos, se expone que, después de regresar a Estados Unidos de un viaje a La Habana, afirma que las opiniones coincidían en que “la situación (en Cuba) con probabilidad se desintegraría peligrosamente, si Castro fuese asesinado o incapacitado, ya que no existía ninguna fuerza capaz de resistir la histeria masiva que pudiera sobrevenir…”
A pesar de ello, la cacería se intensificó, y adquirió carácter de política oficial de Washington.
Ello lo prueba el conocido documento de la CIA, fechado el 11 de diciembre de 1959 y firmado por J. C. King, entonces Jefe de la División del Hemisferio Occidental, dirigido a su jefe Allen Dulles, en el cual se plantea “considerar la eliminación física” del Comandante en Jefe, “como la vía más expedita para derrocar al régimen cubano.“
El 20 de enero de 1961, la CIA creó un departamento denominado ZR-Rifle que, con la cobertura de descifrar las comunicaciones de países amigos, debía estudiar y ejecutar “la eliminación física de líderes extranjeros, hostiles a las políticas de los Estados Unidos.“
Después de creado ese Departamento nacieron dos engendros que aún perviven: “la negación plausible y las operaciones autónomas“, doctrinas que han caracterizado la actuación norteamericana desde los años 30 del pasado siglo.
Traducidas al idioma común, significan la planificación sistemática de medidas diplomáticas, políticas, informativas y operativas, que oculten la responsabilidad oficial de los Estados Unidos cuando por cualquier causa se vieran involucrados en un escándalo político no deseado.
Hasta el año 2 000 se han investigado por la Comisión Church del Senado de los Estados Unidos, 634 conspiraciones o complots contra la vida de Fidel, aunque la CIA, en el informe de su inspector J. S. Earman, admite solo ocho planes de asesinato.
Los nombres de Johnny Rosseli, Santos Traficantes, Sam Giancana, Robert Mahew, Jack Ruby y otros, pertenecientes al sindicato del crimen organizado, aparecen vinculados con los de Tracy Barnes, Dowd Atlee Phillips, Howard Hunt y Frank Bender, con responsabilidades en la CIA.
La Comisión Church documenta las investigaciones y ratifica con claridad que muchos de esos criminales planes anteceden a las primeras medidas populares adoptadas por la Revolución cubana, así como ponen sobre el tapete la doble moral del gobierno de los Estados Unidos en esta historia.
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