por Walter O. Seminario M.*; wseminar@hotmail.com
Viernes 25 de abril, 2008

Lugar: Auditorio de la Biblioteca de la Facultad de Ciencias de la Comunicación, Turismo y Psicología de la USMP
Hora 7.30 p.m.
Participación de Carlos Gatti/ Walter Seminario / Marco Martos
Marco Martos, poeta y maestro ha puesto a andar una obra que hacía mucho tiempo burbujeaba en las marmitas de su intelecto. Anunciada hace varios años, los amigos y entendidos aguardaban con expectativa esta publicación. Por la morosidad de la entrega, algunos temían, que Belcebú estuviese estorbando la aparición del libro, porque según relata Jung, al comentar una obra de Joyce, la peor sanción y tormento que puede aplicar el Maligno a sus víctimas, es hacerlos esperar.
No obstante, celebramos el nuevo libro, como una manifestación demiúrgica de quien posee el talento poético. No es expresión extraña la que he usado, ciertos especialistas y también los no versados, la llaman inspiración, no estoy de acuerdo, ella es espontánea, episódica, circunstancial; el vate, por lo contrario, es el trabajador de la palabra, de la métrica, el tempo, el ritmo, la rima, la imagen y claro está, el don que ejercita, es consecuencia de la técnica, la perseverancia y principalmente, de la reflexión.
La ocasión es oportuna para agradecer el auspicio de la Universidad San Martín de Porres que manteniendo la vieja tradición de épocas pretéritas, cuando los escritores, filósofos y científicos convocaban a sus amigos y colegas para leer y comentar sus trabajos, enriquecían la vida intelectual del lugar, dándoles prestancia, valor y fama a quienes intervenían en tales eventos. En este mes de las Letras, la Facultad de Ciencias de la Comunicación, Turismo y Psicología, ofrece sus aulas para darle la bienvenida al autor, al poeta, y a su última obra, que la comunidad recibe con beneplácito porque siente que uno de sus miembros, con sus aportes, le da nobleza y madurez a la tarea intelectual del país.
El referente del trabajo es Dante Alighieri, figura del Medioevo, artista, político, creyente firme, teólogo, peregrino, filósofo, combatiente, pero fundamentalmente, poeta, cultor del “bello stilo”. Es el florentino de Vita Nuova y La Commedia, el adversario de Bonifacio VIII. El personaje que por muchos años ha atrapado el interés, la meditación y la pasión de Marco, nuestro amigo, generando el texto que hoy presenta, “Dante y Virgilio iban oscuros en la profunda noche”. Un libro de poesía.

Antes de continuar deseo señalar que mi actividad profesional no es la literatura, sino la filosofía, por ello, desde ahora, anuncio, que no es mi propósito incurrir en caso similar al sucedido con el filósofo inglés Bertrand Russell, cuando alguien le preguntó a qué se debía que, habiendo escrito y hablado sobre tantos asuntos, no hubiera escrito o hablado una sola línea sobre estética, contestó sin ambages: “Sencillamente porque no sé nada de estética…., aunque reconozco, agregó, que ésta no es buena excusa, pues mis amigos me dicen que mi ignorancia nunca me ha impedido escribir y hablar sobre otros temas”. Por lo tanto, mi participación se realiza desde la perspectiva del lector que busca informarse sobre su circunstancia, entretenerse en el momento de ocio y sobre todo conocer y entender cómo piensan y sienten otras personas. La virtud de la poesía es justamente proporcionar imágenes, aspectos de sensibilidad y en gran parte acercarnos a la dimensión íntima que caracteriza al ser humano. La literatura, es la vía cultural que con sus recursos expresivos permite con gracia o severidad saber cómo somos.

Manuel Kant, el pensador alemán de las Críticas, sostenía que todo el ámbito de la filosofía, en un sentido general, se reduce a cuatro preguntas, las tres primeras plantean: ¿Qué puedo conocer? ¿Qué debo hacer? y ¿Qué me cabe esperar?, todas ellas nos conducen a la postrera interrogación: ¿Qué es el hombre?

Martos, utiliza la poesía para comunicarnos cómo es la realidad, no hace epistemología, pero retrata los lugares, los hechos y describe situaciones. Por otro lado, ha declarado que la poesía en sí misma es una ética y la actitud de expresarse e involucrarse en el hecho poético es una actitud ética. Y en este caso, su trabajo sobre Dante, con frecuencia orienta su inquietud sobre el destino humano. La síntesis es llevarnos a considerar su propuesta sobre el ser humano. Este es el itinerario que Marco, sutilmente sugiere que tengamos en cuenta. Ese es el sentido de su comunicación.

Parte de una evidencia contundente: “lo más valioso del hombre es el lenguaje, y dentro de él, la poesía expresa la esencia de todo lo humano”. De este modo, comparte la posición de José Saramago cuando el premio Nobel portugués, dice: “No conozco una herramienta más rica y capaz que la lengua. Y esto no significa que hay que ser elegante en la dicción. Hablar bien es una señal de pensar bien. Cuando usas el cerebro para reflexionar sobre una idea tienes las palabras que necesitas, porque pensamos con palabras. Si las palabras son de buena calidad, eso ayudará al pensamiento. En mi opinión, hay que seguir leyendo a los clásicos y recuperar la lectura en voz alta".

¿Cuánta afinidad existe entre los autores? Es una simple pregunta. Apenas iniciada la obra, antes del Proemio, invoca Martos a los clásicos, apela a ellos laudatoriamente, con voz alta anuncia el sugestivo título de su primer poema, Pájaros:

Homero, Virgilio, Dante y Petrarca
son pájaros de alto vuelo,
se difuminan en el amanecer
de la celeste inmensidad
y bisbisean como pájaros
el lenguaje de los hombres,
pero son hombres también
que hablan como pájaros
el lenguaje de los cielos.

El escritor clásico es paradigma de técnica y motivación, de serenidad y solvencia, nada de estridencia ni mal gusto, por eso, musitan. El amanecer y la inmensidad emocionan, pero no engendran alarde. Dibuja con la palabra los sentimientos humanos, las pasiones que impulsan, los hechos que deciden acciones, los que enmarcan proyectos, no deja de lado los hechos triviales, que los hace comprensibles, significativos y perdurables. Tiene ideales, no sólo en el sentido ético, sino en cuanto tiene la capacidad de descubrir mundos posibles, aún no mostrados ni cultivados, pero si propuestos para la delimitación y desarrollo.
Animados por exordio tan estimulante, la lectura busca comprometernos en el examen meticuloso de los pliegues, simas, collados y fisuras de la existencia humana. La expectativa suscitada, es fruto de la madurez literaria de un autor que enaltece cada vez más su vocación.
Bien sabemos que la indagación que podamos hacer sobre la problemática del hombre tiene mayor consistencia si es asistida por alguien que oriente con cuidado el rumbo de nuestra pesquisa. Alighieri se amparó en Publio Virgilio, el amigo de Augusto y Mecenas. Lo llamó “santo guía”, pese a que su acompañamiento no duró todo el viaje. De igual manera, Martos, tiene necesidad también de alguien que le dé dirección, aliento y seguridad, busca a Dante. Distingue el motivo; con énfasis expresa que, el florentino:

dibuja las pasiones de la gente
con palabras precisas de la mente
y los gestos exactos que no enmienda.

Asimismo, creo pertinente expresar que considero que todo escritor que escribe sobre otro escritor, no estaría en condiciones de “decirnos” algo valioso sobre él, si no pensase o sintiese como el autor a quien convoca en su trabajo. Es un esfuerzo, quizás de su autenticidad y sinceridad, no se trata por tanto de malabares retóricos o ingenio exhibicionista, sino dedicada y coherente actitud de presentación de un personaje en el atrio adecuado para un encuentro con él.

Los afanes de Martos son sinceros, con la voz de Dante hace suya la solicitud de auxilio que éste le formula a Virgilio en el Poema 2 del Infierno, al declarar:

Oh, tú maestro de mis noches blancas,
de ti aprendo estilo, a ti te copio,
miro el extraño mundo y hago el acopio
de la historia que tú explicas y arrancas.
Eres lombardo, mantuano bien nacido,
cantor de las hazañas del troyano
Eneas, con sus hombres tan ufano
llegando a conquistar a hermosa Dido.
Líbrame del tormento que me aflige,
líbrame de estas fieras tan feroces,
líbrame de las otras que dan coces,
líbrame del gran mal que se colige.
Ayúdame a escribir como bien quiero.
Por escribir mejor ya vivo y muero.

La expresividad del poeta que ahora comentamos, refleja distintas áreas de su capacidad como intérprete del espíritu de los hombres. El mundo es extraño, asumimos la visión de los procesos históricos conforme acopiamos la información recibida, cantamos las hazañas de los hombres, como también esperamos, de los autores, con su claridad, visión y dones, nos ayuden a superar los tormentos que al corazón perturban. En el mismo poema, advertimos el anhelo de realización a que todo hombre aspira: “Ayúdame a escribir como bien quiero / Por escribir mejor ya vivo y muero. Y lo manifiesta con la más caracterizada ilustración con que sus críticos señalan, asume la influencia estilística de la poesía española del siglo de oro.

El ingreso al Infierno, aquella dimensión donde la esperanza es estéril, en el Poema 3, nos ubica en una situación precisa e irrefutable, Alighieri al describirlo dice:

Malvados que padecen. El infierno
es tiempo con su historia secreta,
finísima palabra lo concreta
en el pálido gris, nocturno averno.

No hay duda que deslizar una noción diferente a la que indica Martos, es extraviarse, Infierno quiere decir “Malvados que padecen”. De manera vehemente, en un acceso de ira lo había declarado Mefistófeles en el “Fausto”: “Por las llamas del infierno y por un amor desdeñado, quisiera saber algo peor aún para poder blasfemar por ello”.

No obstante, reconocemos que el mundo de la palabra y sus direcciones no deja de ser complejo, muestra imágenes que van más allá de los significados conceptuales que comúnmente poseen. Los autores, en su acción creadora, les dan el uso que la construcción poética requiere. Por ello, Marco, en sus inquietudes teológicas arriesga un concepto que él o comentaristas mejor enterados, supongo, intentarán explicar. Me refiero a la expresión: “El infierno / es tiempo con su historia secreta, / finísima palabra lo concreta / en el pálido gris, nocturno averno.

El empeño que impulsan a Martos y Virgilio es conocer el Infierno y el Purgatorio, en otras palabras, la exploración del alma de los hombres, sus deseos, ansias, limitaciones, confusiones, debilidades, proezas, reivindicaciones, etc. Requiere, versación, prudencia, juicio recto, serenidad. La indagación es peligrosa, agobiante, es un desafío a la mesura. El primer campo es el Infierno, de ahí que, Marco se percata que: perdido en la tiniebla / osa buscar aventura que le impida / quedarse en lo terreno de la niebla. Por eso ha recurrido a quien, desde el mundo pagano profetizó la llegada del Redentor de los hombres. Así quedó estampado en la Égloga IV.

Es una travesía donde desfilan traidores, ladrones, violentos, herejes, fraudulentos, soberbios, simoníacos, rufianes, jueces indiferentes, suplantadores, etc. Pero el hecho que así sean reconocidos en aquel medio, no es un cuadro que pertenezca solamente al mundo antiguo, Martos sabe que la semilla o agente que hace vulnerable al hombre, a todos afecta, Dante lo representó en la onza, el león y la loba. El hombre actual no es inmune, prudentemente Marco no los menciona, se ocultan tras nombres del pasado.

En entrevistas, talleres de poesía y desde la cátedra, Martos insiste: “La poesía no es sólo concentración del lenguaje, o de su gran rigor interno, es un escalofrío que penetra las verdades universales ofreciéndolas de un modo peculiar. Además, la poesía conserva el perfume de la oralidad”.

Elocuente es el Poema 10, “Los Herejes” donde se nos invita a apreciar los matices del sonido así como la disquisición filosófica que emprende sobre el destino humano, Martos, revisa una vieja teoría materialista planteada por el epicureismo helénico y extendido hasta el Renacimiento.

Epicuro con todos sus secuaces
dice que el alma con el cuerpo muere
y todo aquello que otro nos dijere
es oscura mentira de disfraces.
Sufren, lloran, meditan esas almas
en negros cementerios condenadas
a quedarse en lo eterno encadenadas
pagado grave error, aunque son calmas.
Cavalcanti se queda horrorizado
cuando entiende que Guido, su hijo, es muerto,
Dante musita que aquello es muy cierto,
no hay forma de volver lo terminado.
Farinata adivina que en Florencia
expulsarán a Dante sin clemencia.

El tenebroso mundo infernal ha sido superado, el poeta nos traslada al ámbito de la purificación, convoca a la musa de la lírica y la elocuencia de modo que en su primer Poema en el Purgatorio canta:

Alza velas la nave de mi ingenio,
protegida por Calíope, musa,
deja atrás la algarabía más confusa,
Virgilio, maestro, me aguza el genio.
Puedo mirar en otro polo estrellas
que solo vieron las primeras gentes,
las mismas me parecen diferentes
contempladas por mis ojos, más bellas.

No obstante no deja de insistir en lo que habíamos indicado anteriormente acerca de la naturaleza humana. La fragilidad de los hijos de Adán los conduce a examinar lo externo, lo ajeno, lo efímero, lo reluciente como lo esencial, la meta o la felicidad. La suerte, la superstición. Esa es la tentación.

Resueltamente indica cuales son las cualidades principales del hombre: la inteligencia, la voluntad, la libertad, la reflexión. Examinemos lo que postula en el poema 16: “Dante dialoga con Marco Lombardo”:

Impera el vicio. El mundo corrompido
echa la culpa a los mismos astros
o a la naturaleza de los rastros
de la enseñanza con poco sentido.
-Los hombres buscan las causas de sus males
mirando lo que sucede en el cielo,
como si los planetas con su celo
guiaran a los seres animales.
Con voluntad e inteligencia el hombre,
puede actuar como guste, bien o mal,
probar azúcar hoy, mañana sal,
o ser un héroe que a todos asombre.
Dios otorgó a los hombres albedrío
para escoger lo recto, no el desvío.

La literatura no sólo es estética, es fontana de sabiduría, de mejoramiento, de realización, cumple también función pedagógica porque estimula al conocimiento y aunque parezca paradójico, por las licencias que se toman los poetas, crea disciplina no sólo en quien escribe, sino en el lector que por interés procura desentrañar lo que el escritor comunica. A veces la enseñanza es directa, otras veces demanda exégesis. En el Poema 24, Martos encuentra una expresión certera:

El destino del hombre no es caverna
que no pueda variar amor divino
que cada quien llevamos tal linterna.

Lo dice un ángel, es decir, el amigo leal, el compañero de todos los días, el que apoya nuestro proyecto vital, el que sonríe cuando cumplimos, el que siempre nos da oportunidades.
Donde Marco consolida su actitud pedagógica es en el Poema 25, “Elogio de la castidad”. Virgilio, lo urge a Dante para que inquiera sobre temas de trascendencia, diciéndole:

Dispara tu palabra necesaria
arroja tu paloma mensajera,
haz, Alighieri tu pregunta varia

El filósofo, con la formación escolástica del momento interroga:

¿Puede adelgazarse toda gente
en un lugar tranquilo sin comida
donde todo es la sombra diligente
del cuerpo que ya muerto nunca olvida?

La respuesta, muy elaborada compendia razón y fe, fuentes del saber: La creación del cuerpo tan humano
depende de la sangre que se anida
en las venas que se ven en la mano
y van al corazón lo más derecho
como una red sin alimento vano.

Cuando el cerebro del feto queda hecho,
Dios infunde nuestra alma intelectiva
que camina con la vida todo un trecho
y sigue con la muerte muy activa.

Cuando la Parca corta nuestra vida,
corta nuestra vida vegetativa,
no existe entonces nada que le impida
acabar con la vida sensitiva.

Libre por fin de aquella dura brida,
sigue el alma su vida intelectiva.
Entonces el Primer Motor camina
con gozo a la naturaleza activa,
ofrece la virtud que difumina
todo error proveniente del pasado
y así el alma mejor dura y afina.

Piensa en el rayo del sol tan amado
que se mezcla con la vid y hace vino,
bebemos de este modo lo estimado,
sangre de Jesucristo tan divino.
Así peroró Estacio como sabio,
mientras seguíamos nuestro destino.

Ya en el Paraíso, con Beatriz y Estacio, se nos ocurre preguntar ¿Cuál es la meta para el hombre? La autorrealización. Así lo dice una escuela importante de la psicología. Y, ¿para el Poeta? En el Poema, Invocación a Apolo, Marco dice:

¡Oh divina Poesía! si vienes
con tu fuego y tu gracia para darme
los más secretos encantos que tienes,
me verás acudir para acodarme
a tu árbol querido, cuando tú ordenes,
ganando el laurel sin jamás callarme.
Recuerdo al reino bienaventurado,
lo escribo como lo vi, no adobado.

Apolo, padre de la Poesía,
pocas veces se recoge el laurel
del triunfo como César que vencía
o como el poeta con su cincel.
Cuando algún escritor se confía
en ti para ganar su fresca miel,
ayúdalo en su orgulloso deseo,
convierte su voz en un aleteo.

La jornada por el mundo de ultratumba, de los que no tienen esperanza, de los que purgan sus faltas y de los elegidos, ha sido fatigosa, a veces dolorosa, pero también exultante. Marco nos ha hecho descender por círculos de aflicción. Nos ha llevado por mesetas donde se expían las culpas y al finalizar. al reino de los bienaventurados y del Padre. Si tuviese que mencionar una palabra que defina esta obra, sería revitalizante. Sólo hay una objeción que mencionar: en esta panorámica existencial, muchos personajes han aparecido, ha sido irremediable, es el costo del gran esfuerzo de nuestro autor por ser fiel a su maestro.
Quiero poner fin a esta intervención citando una breve historia que el trigésimo presidente de los Estados Unidos de América, John Calvin Coolidge solía relatar. Es una anécdota muy simple, pero llena de sustancia. Según él, un campesino escuchó durante horas el discurso de un político. Cuando le preguntaron de qué había hablado el orador, el hombre respondió: «No lo sé, no lo ha dicho”. Francamente espero no haber sustituido a aquel orador.

*Don Walter Seminario M., profesor entre maestros de múltiples generaciones escolares en los últimos 35-40 años, reingresa a una dinámica de amistad profunda y sus altas calidades intelectuales se distinguen fácilmente. Enhorabuena. (NdE)