En la ciencia resulta muy complejo decidir quién es un buen científico. En la actualidad, los científicos se valoran entre ellos en función de sus publicaciones y, sobre todo, del índice de impacto científico (o SCI, Science Citation Index), así como del número de veces que cada trabajo y científico sean citados, remarca el trabajo difundido por el Servicio de Información y Noticias Científicas (SINC).

“El problema es que este sistema de citas puede ser pervertido si los trabajos científicos son objeto de noticia periodística en los medios de comunicación; algunos estudios previos demuestran que existe una relación directa entre publicar en prensa los resultados científicos y su posterior incremento del índice SCI”, explica el autor de la investigación, Carlos Elías, Profesor Titular de Periodismo en la Universidad Carlos III de Madrid.

El objetivo del trabajo, que ha publicado como carta editorial en el Journal of Science Communication, busca analizar si este fenómeno puede propiciar que los científicos elijan su área de investigación en función de su posible repercusión mediática, en lugar de hacerlo por el afán de conocer mejor la naturaleza.

Para probar esta hipótesis en este estudio Elías seleccionó varios trabajos de investigación que habían sido publicados en Nature, considerada una de las revistas científicas con mayor impacto mundial, y los envió a tres investigadores españoles para que evaluaran el interés científico de 1 a 10.

Después, se seleccionaron como "caso de estudio" aquellos que obtuvieron una puntuación por debajo de cinco, a excepción del artículo sobre la clonación de la oveja Dolly, porque se quería valorar la repercusión profesional que a un científico le puede reportar convertirse en “estrella mediática”.

La elección de Nature se debe a una segunda razón. "Durante una estancia de investigación en Londres pude analizar cómo funciona el gabinete de prensa de esta revista y cómo eligen las noticias", aclara Elías, que es licenciado en Químicas y Periodismo por la Universidad de La Laguna.

Una de las conclusiones de este trabajo es que el excesivo interés en los factores de impacto de las revistas puede llevar a éstas a publicar investigaciones poco relevantes científicamente, pero muy fáciles de colocar en los medios para aumentar así su índice de impacto. "

Como el índice de impacto de la revista se mide en función de cuántas veces han sido citados sus artículos en otras publicaciones, si la revista consigue colocarlos en la prensa, sabrá que para el año siguiente obtendrá un mayor índice SCI, lo que implicará que los mejores científicos querrán publicar en ella, por lo que esta dinámica circular se incrementará a su favor", explica Elías.

Esto provoca que muchas veces sean criterios de “noticiabilidad” los que imperan a la hora de seleccionar sus artículos para los comunicados de prensa e incluso para la propia aceptación del artículo científico, lo que puede constituir una perversión del sistema científico actual, según el investigador.

Ésta es una de las principales razones, señala Elías, por las que las grandes revistas científicas, como la inglesa Nature o la estadounidense Science, dedican un gran esfuerzo a sus gabinetes de prensa, la comunicación mediática y las relaciones públicas.

Otra de las conclusiones que ha extraído el investigador es que los científicos deben tener mucho cuidado con el uso de los medios de comunicación, porque se les puede volver en su contra.

En el caso de Willmut, el considerado como creador de la oveja clonada Dolly, la exposición mediática supuso la destrucción del equipo de investigación. El efecto mediático funcionó a su favor: se le concedió el prestigioso galardón alemán Paul Erlich y fue nombrado director del nuevo centro de Medicina Regenerativa de la Universidad de Edimburgo, uno de los pocos a los que el gobierno británico concedió permiso para clonar embriones humanos. Sin embargo, el científico que más se había volcado en el proyecto de Dolly, Keith Campbell, que aportó más de la mitad de todo el trabajo, no recibió tantos elogios.