Como si el asesinato de 14 soldados en Ayacucho fuera un asunto secundario y no el accionar de pandillas criminales vinculadas o en complicidad con el narcotráfico y al estilo terrorista más letal, nuestros políticos han empezado una extraña “discusión” en torno a la edad de los chicos que pelearon en Sanabamba, VRAE. Nadie, cuando habla de los derechos humanos, repara en las crónicas, hasta hoy jamás desmentidas, que afirman que entre los violentistas habían niños y mujeres. ¿Por causa de qué se silencia esta circunstancia? ¿hay que reducir todo al onanismo de generales de escritorio, mariscales de oficina y “genios” que jamás han escuchado como silba una bala en la refriega? ¿qué clase de mentecatos somos?

La gran recetista del pueblo, Beatriz Merino, que posee, como en botica, pócimas y disciplinas para todos los problemas del país, afirma que tiene más de 100 denuncias sobre menores en las Fuerzas Armadas, ¿está segura, la Defensora del Pueblo, de la oportunidad y sabiduría de su participación? La ministra Mercedes Cabanillas la ha recusado categóricamente porque “no sabe nada” y esto no es poca cosa. Creerse la piedra filosofal porque así un grupete de intelectuales justifica su sueldo, es realmente una aberración contra la democracia y, hay que decirlo, contra los derechos humanos de los connacionales que mueren acribillados por fuego reaccionario mientras que sus autoridades discuten por si tenían o no DNI los conscriptos.

¿Qué pretende el enemigo? Distraer y estupidizar al país y lo hace vía los miedos de comunicación y su impresionante mediocridad, es arte contemporáneo de cómo se envilece a las poblaciones y se las desarma ideológicamente. Se pretende borregos, no ciudadanos; hombres y mujeres acríticos que no cuestionen nada ni a nadie. ¿Para qué es la pregunta? Y la respuesta es inequívoca: un país desarmado no es una garantía de paz, un país desarmado es una presa apetecible. Y las guerras de hoy, no son sólo aquellas que tienen barcos, aviones, tropas, satélites o inversiones multimillonarias, también pasan por la idiotización multánime y castración generalizada como ocurre en Perú desde centurias atrás.

Que los muchachos se enrolen por propia voluntad en el Ejército no tiene nada de malo. Si son menores de edad es un asunto legal y administrativo. ¿Hay edad para combatir por la patria y contra los enemigos que eso y no otra cosa son los narcotraficantes y los terroristas? Que no ocurrieran muertes de niños o mujeres en las filas atacantes y sí 14 decesos entre los soldados, da convincente demostración que los militares respetaron los derechos humanos de quienes les regalaron el pasaporte forzado al más allá.

Como si no estuviéramos en medio de un conflicto jurídico con Chile, pretendiendo vivir al margen de la crisis mundial que derrumba a los países como castillos de naipes, nuestros políticos discurren por dudosas avenidas de solución a los grandes temas del drama nacional y dan muestras de ineptitud superlativa.

¿Qué hacen las empresas? ¿y los organismos de inteligencia que bobos reputan como pandillas de soplones? ¿y los partidos, más propiamente clubes electorales para quienes la democracia es buena y respetable a condición que les dé trabajo? ¿y los intelectuales, los pocos que aún no han vendido su “pensamiento-guía” a las organizaciones de nuevos gángsteres? El silencio parece una constante vergonzosa en el país. Mientras tanto los caídos aumentan su número a diario.

¡Hay que reaccionar y hacerlo descreyendo de los pontífices que tienen recetas para todos los males! El Perú es lo que es por responsabilidad absoluta y republicana de sus malos dirigentes que gracias a sus historiadores se han convertido en héroes y sus nombres están en calles y plazas cuando no se les rinde homenaje. Hay que creer con fe en que NO se puede creer sin crítica y a ciegas.

Pareciera que discutir la edad de los enrolamientos de jóvenes no construye soluciones cuando los narcotraficantes o los terroristas disparan a matar.

¿Qué clase de mentecatos somos?

¡Atentos a la historia, las tribunas aplauden lo que suena bien!

¡Ataquemos al poder, el gobierno lo tiene cualquiera!

¡Rompamos el pacto infame y tácito de hablar a media voz!

¡Sólo el talento salvará al Perú!

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