¿Necesitaba el Establo, para perpetrar su caballazo (peruanismo que traduce la imposición sí o sí), con respecto al ya juramentado nuevo contralor Khoury, del apoyo que dio públicamente el decano del Colegio de Contadores? Sin aquél, todo estaba consumado y las matemáticas son inobjetables. ¿Qué explicación da luces sobre un oscuro asunto que asesina la palabra consecuencia y fulmina por mano propia a su protagonista y coloca la temprana lápida a su vida política?

El Colegio de Contadores impulsó un concurso del cual salió una terna aspirante al cargo de contralor y este hecho fue noticiado al jefe de Estado. Parecía que una entidad iba a defender los fueros técnicos y especializados para la procura y garantía de una buena gestión. Con las semanas y meses, el ánimo decayó hasta desaparecer por completo. La garrulería de días atrás reveló cómo es la debilidad humana que amaina principios de consecuencia y se aúpa a la marea para la felicidad de otros que, comprobadamente, transitan por caminos de ignorancia y falta de preparación.

Según unas interpretaciones el decano del Colegio de Contadores habría sido objeto de presiones muy fuertes para torcer su voluntad original. Más claro, la voz partidaria tuvo un peso decisivo en la inconducta del personaje. Puede ser. No obstante ¿son los intereses de parroquia más importantes que los de la nación? O sea ¿lo que el mandón ocasional dictamina es cartabón a seguir al pie de la letra por la feligresía? ¡Sólo los súbditos y mandarines actúan así! Y si hay alguna palabra que oí repetir durante más de 35 años al hoy decano de los contadores, esa era: consecuencia. Vale decir, la lógica y decencia de una acción precedente y a posteriori. Reto a que demuestre que su felonía tiene estos distintivos cívicos.

¡Inconsecuencia: cuántos crímenes se cometen en tu nombre!

¿Creerá posible, una sola excusa satisfactoria?

¿Y qué viene después? Ojalá que nada que se parezca a cargos, honores, reconocimientos. Las preseas, de llegar, le condenarían irremisiblemente.

La muerte en combate es gloriosa. El sacrificio por las mayorías también. La yerta soledad de quien, por torpe mano propia, se suicida es muy triste. No menos pena se siente cuando se comprueba que ésta es otra biografía que ya no se puede leer completa. C’est fini.