Total desconcierto y pesimismo existe en los grandes medios de comunicación, voceros de la oligarquía, al mirar el desmoronamiento de las antes poderosas estructuras electoreras de la derecha. Reclaman al Partido Social Crisitiano que cumpla su papel de liderar la oposición, llaman desesperados a la unidad de la tendencia opositora, y ven con amargura que la única fuerza que puede representarlos realmente y jugar un papel no tan bochornoso es el Partido Sociedad Patriótica de Lucio Gutiérrez, al cual proscribieron hace unos años como un gobierno corrupto y, sobre todo, al cual no pueden regresar los ojos porque contribuyeron en su derrocamiento.

Gutiérrez aprovecha su condición y les propone sumarse a su propuesta, él sabe que con gana parte de su electorado. Todo parece indicar que será el principal contradictor de la tendencia democrática, patriótica, progresista y de izquierda.

Varios intentos hacen por conformar movimientos disfrazados de ciudadanos independientes, pero sus contradicciones intestinas por disputarse los cargos, y en algunos casos por no ser los candidatos, hacen que se disuelvan en el camino. Todo parece indicar que la derecha entrará a este proceso electoral muy desarticulada, dividida y debilitada. Pero ello no significa que no haya que golpearla, sigue siendo el enemigo de clase principal.

Sin embargo, una situación muy especial se produce en el actual escenario. Totalmente nueva en la historia de este país; las elecciones serán una disputa con matices de intensa lucha ideológica entre las fuerzas de la misma tendencia democratica, progresista y de izquierda, por lograr crecer y desarrollarse. Obviamente en esta tendencia están fuerzas más cercanas a la derecha, y otras que responden a intereses personales de caudillos específicos. Y hay quienes quieren pervivir a la sombra del presidente Rafael Correa. Pero está también la izquierda revolucionaria, que se propone afirmar a la tendencia en general, pero al mismo tiempo orientarla hacia posiciones más revolucionarias.

Las organizaciones populares están llamadas a jugar un papel trascendente en estas elecciones, puesto que deben hacer sentir su autoridad a la hora de reclamar reivindiicaciones y de plantear propuestas. Deben configurar una alternativa de unidad popular, que se identifique con lo más avanzado de la tendencia.

Las inscripciones de las candidaturas a nivel nacional concluyen el cinco de febrero, y con ello arranca oficalmente la campaña. El escenario previo está marcado por la experiencia no muy agradable de las elecciones primarias del movimiento PAÍS, que hace nacer a esas candidaturas en medio de resentimientos y enemistades declaradas entre personalidades y grupos que calculan sus intereses dentro del movimiento. Pero también está marcado por la realización de las elecciones primarias totalmente diferentes llevadas a cavo por el Movimiento Popular Democrático, que en cambio demostró unidad ideológica, fortaleza política y una propuesta clara.

El pueblo es el forjador verdadero del cambio, y el movimiento político que se haya mostrado consecuente con esa lucha, que sea parte viva de ella, debe contar con la responsabilidad de liderar las transformaciones.