Pareciera que al presidente le conviene la situación de guerra del país”. Con estas declaraciones, el liberado ex gobernador del Meta, Alan Jara, se refirió a la falacia montada por Álvaro Uribe en torno al proceso de paz, dejando en claro que el mandatario colombiano lleva a cabo una guerra utilitaria que (a más de ocultar los escándalos de corrupción que envuelven a su gobierno y altos funcionarios del régimen) sirve como consigna para afianzarse en el poder. Lejos está la voluntad real de resolver el conflicto que aflige al pueblo colombiano, puesto que Álvaro Uribe ha obstaculizado en varias ocasiones las negociaciones con las FARC, en una clara actitud de subestimación a la capacidad de los grupos insurgentes, pretendiendo imponer condiciones a costa de balas.

Respecto a este tema, Jara ha manifestado que “la solución es política”, dando a entender que, pese a que Uribe declara haber asestado duros golpes a la guerrilla, ésta no está disminuida ni mucho menos derrotada. “Las FARC no están debilitadas para nada, …allá hay muchos, la mayoría jóvenes”. Esto confirma que toda la campaña mediática alrededor de una cercana y eventual derrota de la guerrilla colombiana, es una gran mentira.

Lo único cierto es que la ofensiva militar desplegada por Uribe ha empeorado la situación del conflicto interno en Colombia. "El presidente Uribe no ha hecho nada por nuestra libertad, …la actitud del presidente no ha ayudado para nada a que se produzca el intercambio humanitario…", afirmó Alan Jara, en clara alusión a la guerra promovida en contra de las FARC, como mecanismo de presión para que los rehenes sean liberados. “Allá era el mundo al revés, la guerrilla protegiéndome, el Ejército disparándome. Nosotros sabemos que un operativo no conduce sino a la muerte de quienes quedan allá, un operativo es igual a una sentencia de muerte”.

Uribe no quiere la Paz
El terrorismo de Estado implementado en Colombia cumple con la característica de un gobierno fascista, antipopular, de extrema derecha. La guerra empujada por Uribe responde a intereses políticos, ideológicos y económicos. Su gobierno condena todo tipo de manifestaciones populares en contra de él, al punto de calificarlas como un obstáculo para el “proceso de paz”, actitud que también acompañan los medios de comunicación funcionales al régimen, enmascarando el verdadero propósito de esta guerra, que es el de sostener un modelo de gobierno acorde a las exigencia de la oligarquía de ese país y del imperialismo norteamericano.

Esto explica cómo es que un gobierno empantanado en la corrupción, acusado de narcotráfico, de auspiciar comandos paramilitares, se mantiene en el poder sin que nadie juzgue su proceder ni su condición. Condenan –los medios comunicación– la existencia de los grupos insurgentes y sus acciones, pero nada dicen respecto de los secuestros –que llegan aproximadamente a 250–, las miles de desapariciones y demás barbaries cometidas por los paramilitares en contra de gente inocente, fundamentalmente campesinos, asesinados por defender sus tierras.

La crisis que enfrenta Colombia es cada vez más caótica. Y mientras su gobierno sostenga la guerra como mecanismo para perpetuarse en el poder, para agradar a sus lacayos colombianos –narcotraficantes, paramilitares y oligarcas–, cumpliendo servilmente con los propósitos del pentágono, la solución al conflicto interno, en esas condiciones, está muy lejana para el pueblo de ese país.

Movimiento popular para enfrentar al tirano
En ocho años de gobierno de Álvaro Uribe, la guerra en Colombia ha dejado más víctimas que en otros tiempos, no obstante, la famosa “opinión pública” no ha hecho otra cosa que desvirtuar estos acontecimientos, y lo que es peor, ha solapado con su silencio los excesos cometidos por el narcopara-fascismo: asesinatos selectivos de dirigentes populares, campesinos y activistas de los derechos humanos, muertos por el Ejército colombiano.

El conflicto colombiano no será resuelto en el marco de una política neoliberal, bajo ningún criterio de negociación o “seguridad democrática” como la que ha planteado Álvaro Uribe. La única salida, viable, es a través de la organización y la movilización de los sectores populares; consecuentemente, de las acciones que emprenda el pueblo colombiano en contra del terrorismo de Estado aupado por Uribe y los sectores de extrema derecha, dependerá el establecimiento de una verdadera paz.

Animar la lucha popular por la libertad en Colombia es el mejor paso que este pueblo hermano puede dar para vencer al narcopara-fascismo; para lograr el establecimiento de una justicia real, de gran beneficio para todos los campesinos, trabajadores, jóvenes y niños de esa nación.