En la década de los 70, los EEUU veían como un peligro el avance del comunismo en la región, sobre todo después del triunfo de la revolución cubana en 1957, la revolución sandinista en Nicaragua y el ascenso del socialismo al poder por vía electoral en Chile.

El imperialismo yanki impuso el embargo económico y el bloqueo comercial a Cuba, organizó militarmente a los ’Contras’ para sacar a los sandinistas del poder y, junto con los gorilas bolivianos y la CIA, asesinó al Che Guevara en La Higuera y a Salvador Allende en el Palacio de la Moneda en Santiago de Chile. Impuso una larga lista de dictaduras militares: Augusto Pinochet en Chile, Stroessner en Paraguay, Anastasio Somoza en Nicaragua, Videla en Argentina, entre otros, que fueron los responsables de miles y miles de desapariciones de obreros, dirigentes sindicales y estudiantiles, mujeres y niños inocentes, siguiendo las instrucciones del Pentágono, que sostenía que a los guerrilleros “había que matarlos en el vientre materno” y para ello diseñaron programas como la Alianza para el Progreso con el disfraz de la asistencia humanitaria y enviaron ciertos alimentos a América Latina con el fin de esterilizar a las mujeres.

Es en ese contexto que se desarrolla la canción social, siendo unos de los precursores cantautores como Violeta y Ángel Parra, los grupos Inti Illimani , Illapu y Quilapayún de Chile, quienes, debido a sus canciones que instaban a la lucha y a la resistencia social, fueron perseguidos por la dictadura y partieron al exilio. Otros, tal el caso de Víctor Jara, fueron asesinados. En Cuba, Pablo Milanés y Silvio Rodríguez compusieron canciones con el mensaje de que la revolución social es el destino de Latinoamérica.

En el Ecuador aparecieron grupos como Noviembre 15, del Centro de Arte Nacional, Jatari, Taller de Música, Ñanda Mañachic y Pueblo Nuevo con el propósito de rescatar los sonidos y los instrumentos vernáculos, y se comenzaba a plantear el problema de la identidad indígena y mestiza, desde la estética de la música y la poesía. Irrumpieron en escena también Los 4 del Altiplano, Illiniza y Uyari. Grupos como Wancara y Altiplano de Chile echaron raíces en el Ecuador e influenciaron para que la música latinoamericana se difundiera en las ya desaparecidas “peñas”, la mayoría de ellas ubicadas en la capital ecuatoriana, ejemplo de ellas fueron: Nuestra América, la Lira Quiteña, de la cantante Lida Uquillas, Raíces Andinas, Dayumak, Pachacamac, etc. Mención aparte merece Nucanchic Peña, que es el único lugar donde aún se difunde la música latinoamericana y que ha sobrevivido al boom de las discotecas y los karaokes.

El estilo del folklore romántico, llamado así por algunos detractores, representado por el grupo boliviano Los Kjarkas, influenció en las nuevas generaciones, quienes formaron grupos de música con temáticas que evocaron la riqueza del paisaje, la sabiduría ancestral, las fiestas y costumbres de su comunidad, además de lo bucólico de la etnicidad. Muchos de esos grupos, oriundos de la provincia de Imbabura y de la Sierra central del Ecuador, debido a las reiteradas crisis económicas, emigraron a EEUU y a los países europeos para buscarse la vida y desde allí difundieron y difunden la música indígena y ancestral.

Con la elección de gobiernos de izquierda en países como Bolivia (Evo Morales), Venezuela (Hugo Chávez), Ecuador (Rafael Correa), Paraguay (Fernando Lugo), Nicaragua (Daniel Ortega), etc., la canción social ha vuelto a renacer, tal como se constató en el Tercer Congreso de la Unión Nacional de Artistas Populares, realizado el pasado 6 y 7 de marzo en Ibarra, donde se presentaron grupos de enorme calidad musical como Escala Sur de Guayaquil, Canto Vivo de la Federación de Estudiantes Universitarios del Ecuador (FEUE) y el cantautor Fernando Chávez de Riobamba.

Se han reactualizado los sonidos, la melodía, los instrumentos autóctonos, los ritmos y la poesía que caracterizan a América indomestiza, fusionándolos con instrumentos electrónicos y ritmos como el rock and roll, el blues, el jazz, el ska, punk, etc.

La canción social latinoamericana siguen vigentes y actuales porque los pueblos, víctimas del capitalismo salvaje, continúan en constante agitación social en pro de conseguir y hacer efectivos sus derechos. La toma de conciencia, el compromiso con una ideología de izquierda revolucionaria y la necesidad de un mundo más solidario es el nervio motor para la creación de una canción social renovadora.