Triunfó la tendencia de cambio. La izquierda revolucionaria se desarrolla, los pueblos califican su participación en estos procesos políticos. Son evidencias que quedan luego de las elecciones del 26 de abril. La oligarquía, sin embargo, recuperó espacio. Ahora tendrá una presencia importante en la Asamblea Nacional, y prepara nuevos dardos.

El país vive un ambiente de expectativa. Habrá que contar bien las curules, hacer bien las matemáticas sobre los votos y valorar a profundidad el carácter de los asambleístas que lleguen a Quito. Si bien PAÍS es la fuerza mayoritaria, según parece no tendrá la mayoría por sí sola, y si consideramos la posibilidad siempre presente de que algunos de sus nuevos parlamentarios se descuelguen del proyecto para engrosar las filas de la oposición, como ya ocurrió en Montecristi, el trabajo se le podría complicar al régimen.

Es obvio, entonces, que se requerirá tender puentes. Las palabras radicales del Primer Mandatario, en el sentido de enterrar a la oligarquía, de confrontarla así le cueste la vida, hacen pensar que esos puentes podrían estar dirigidos al bloque del Movimiento Popular Democrático, eso dice la lógica. Aunque en el pensamiento socialdemócrata la lógica no siempre funciona. En todo caso, por los resultados electorales, por el crecimiento orgánico que ha experimentado, por la adhesión que logran sus propuestas y su visión del cambio a nivel nacional, el MPD se constituye en una de las principales fuerzas políticas del actual escenario.

Para el MPD y para la izquierda revolucionaria de manera general, el reto no es nuevo: continuar al frente de la confrontación clasista contra la oligarquía, profundizar las conquistas de los trabajadores y los pueblos, tanto en el escenario parlamentario y de los gobiernos locales, como en el de las calles y plazas del país, en las aulas escolares, secundarias y universitarias, en las fábricas y en el campo, en todo escenario donde la confrontación al poder oligárquico requiera de la participación firme y clara de lo más avanzado de la tendencia democrática y patriótica. El reto será crecer mucho más, y eso conviene a los pueblos.

De ninguna manera, la acción política de la izquierda estará condicionada por lo que el gobierno haga o deje de hacer. Pensar que el bloque de asambleístas del MPD será únicamente un apéndice del gobierno corresponde al análisis interesado de la oligarquía. Esta organización política ha demostrado, en los hechos, coherencia con sus postulados ideológicos y políticos, y a eso se debe el importante apoyo conseguido en las urnas. Su proyecto de una Patria Nueva y el Socialismo es lo más avanzado históricamente hablando, lo que conviene y anhelan los pueblos, y hacia allá caminarán sus fuerzas.

El escenario de lucha se vislumbra intenso, radical. La oligarquía usará todo tipo de armas en el combate, y los pueblos deberán empujar la rueda hacia adelante, derrotar a la derecha y las fuerzas oscuras del pasado. Y si el gobierno camina en este rumbo, las cosas avanzarán más aceleradamente, pero si no ocurriera aquello, el camino tiene por qué ser diferente.