La radicalización del cambio es el leiv motiv, como dicen los publicistas, de la actual coyuntura política que vive el Ecuador. La derecha denunciándolo como la confirmación del supuesto autoritarismo del gobierno “chavista” de Correa, y la tendencia democrática, patriótica, progresista y de izquierda enarbolándolo como el rumbo sin retorno que debe seguir el Ecuador.

Es evidente, sin embargo, que la batalla se sigue desarrollando en dos frentes: el uno, en el que las fuerzas de la tendencia se enfrentan contra la oligarquía y el imperialismo, y el otro al interior de las mismas fuerzas de la tendencia, en el que las posiciones más progresistas y avanzadas se enfrentan contra las posiciones más conservadoras y atrasadas. En este segundo escenario de batalla es en el que se enmarcan confrontaciones como la de los maestros del magisterio público contra el Ministro de Educación y sus políticas neoliberales, así como entre la dirigencia sindical y ciertos elementos del gobierno que impulsan reformas y medidas antilaborales, que no recuperan y mucho menos crecen los derechos de los trabajadores.

Ambas son luchas complejas en las que el presidente de la República, lamentablemente, ha tomado partido equivocado: dijo, por ejemplo, que se va él antes que su Ministro de Educación, que el proceso de evaluación docente no retrocederá. “Ni un paso atrás”, dijo el Primer mandatario en su enlace del 16 de mayo. Posición equivocada decimos, por todos los argumentos de peso que los maestros esgrimen en torno al proceso de evaluación y que recogemos en esta edición. Pero equivocada también por no saber ubicar con claridad el verdadero potencial político que implican fuerzas sociales como la de los maestros para el desarrollo del proyecto político de una Patria Nueva.

Si su intención de fondo es debilitar, desarticular, desmovilizar a una fuerza social y política como la UNE, comete doble error: el primero y más grave es que se compra una batalla muy innecesaria en la que por más presiente reelecto en la primera vuelta que sea, puede salir perdiendo. El magisterio ahora, como siempre, defiende con todas sus fuerzas a su gremio. Es en estas batallas, en las que los maestros ya tienen bastante experiencia, donde más crece la UNE. Y el segundo error del primer mandatario es creer que puede lograr su propia fuerza organizada dentro del magisterio, puesto que probado está que los personajes y fuerzas que se cubren en el paraguas del Presidente y conforman el movimiento País, son como aves de rapiña que buscan arrancar la mejor tajada para su propio buche, lo cual vuelve a esta organización un pequeño gran infierno de intereses individuales y de pequeños grupúsculos.

La UNE, al contrario de lo que el Gobierno conoce sobre organización social, es un gremio con tradición histórica, con unidad política y firmeza ideológica.

En el tema de los trabajadores, decimos que el presidente Correa, lamentablemente, ha tomado partido equivocado, porque firmó, justo un día antes de que se celebrara el día internacional de la clase obrera, el Decreto Ejecutivo 1701 que en la práctica termina con el derecho a la contratación colectiva. Las centrales sindicales preparan también sus jornadas de movilización y lucha, y seguro no sucumbirán ante el primer grito del presidente Correa. Hay que recordarle al presidente Correa que el 51% de votos obtenidos en estas elecciones tiene el aporte importante de estas fuerzas a las que hoy trata como adversarias. La izquierda revolucionaria le aportó con no menos de 4 puntos porcentuales, sin los cuales una segunda vuelta se habría repetido en el Ecuador, y quién sabe con qué consecuencias, ya que ese era el escenario óptimo planificado por las fuerzas de la derecha que hoy buscan crear un frente único y nombrar a su “gabinete ministerial a la sombra”, que espere el momento propicio para actuar, cuando la conspiración esté lista.

Sí señor presidente: Ni un paso atrás, ¡todos para delante, por la Patria Nueva y el Socialismo