Mientras que en la patria nos matamos a balazo limpio y en demostración abyecta de cómo, tirios y troyanos, empujan los suicidios colectivos, hay quienes, desde afuera y no en posición tan inocente como pretenden mostrar, gozan porque la tragedia de Bagua con las decenas de caídos, entre policías y nativos, representa un “signo” más que Perú es un país inviable que requiere la “ayuda” de otros países para poder existir como nación. ¿Cómo olvidar que estamos en medio de un conflicto jurídico con Chile por el irresuelto tema de la delimitación marítima? ¿basta la grita por derechos ancestrales como para incendiar la pradera, convertir a todos los del gobierno en inútiles y a los de oposición en santas palomas de mensajes celestiales porque dicen estar al lado de los nativos compatricios?

Nuestra ¡absoluta solidaridad con todos los caídos de la PNP, los nativos, elementos civiles, sin excepción! ¡Jamás podría perdonarse tanta torpeza como la mostrada por la administración del presidente García! Ver la misa de cuerpo presente en el centro de Lima con los féretros de los policías fallecidos trágicamente conmueve. Duele obviamente que los nativos en Bagua, y también peruanos, posean una cuota trágica de víctimas. No obstante hay que investigar exhaustivamente qué ocurrió y señalar y castigar a los instigadores violentistas. Que los hay y se pasean ante las narices de las autoridades y la estupidez impresionante de políticos miopes y pusilánimes que son capaces de promover cualquier cosa bajo la premisa imprescindible que la carne de cañón la ofrezcan otros.

Si Perú fuera inviable y necesitara de “ayuda externa” se entienden esas expresiones que piden el monitoreo de cómo nos hacemos justicia aquí. ¿O los agentes quintacolumnas asumen que todos nos debemos comer los sapos de sus expresiones vacías, con lenguaje asaz maniqueo pero divisionista sibilino?

¡No sólo el gobierno pro-imperialista y claudicante del señor García es responsable de esta tragedia! ¡También tienen su cuota significativa e indisimulable, los que han echado carbón al fuego! Revestir de garrulería barata y razones pseudo-sociológicas lo que es una fractura nacional constituye una muy criolla y abominable costumbre. No obstante son otros los que se afilan las uñas felices que sus “aliados”, pagados algunos e inconcientes otros, cumplan el trabajo, barato y cómplice, que ellos necesitan para, como en 1879, tener el campo libre, la nación hecha flecos, la inmoralidad indigna y el desconcierto, señales de cualquier forma de vida en Perú.

Mi modesto homenaje a todos los peruanos caídos. Mi condena enérgica a situaciones que tienen que ser evitables para yugular un nuevo y masivo como imbécil suicidio nacional.