En su trabajo literario se destaca “La casa a oscuras”, un libro de cuentos que presentó en la edición 2001 de la Feria del Libro, y su participación junto a otros escritores latinoamericanos en el encuentro sobre poesía donde nació la antología “Relicario Latino”en el año 2004. “El ofrecimiento vino de Brasil. El premio era tener la impresión del libro. Una muy buena propuesta de integración de escritores latinoamericanos”, recuerda.

Actualmente es secretaria de Prensa del Sindicato de Trabajadores Municipales de José C. Paz, San Miguel y Malvinas Argentinas, y coordina los talleres de “Acercamiento a la filosofía”, de “Plástica” y de “Acercamiento a la narrativa”.

“Un escritor puede renunciar a muchas cosas, menos a ser testigo de sus tiempo”, remarca Stella Maris, para luego confesar que “cuando me distinguen por alguna obra, siento una absoluta soledad”, y define que su tarea “tiene que ver con crear cosas y sembrar”.

 Hagamos un viaje imaginario hacia el pasado, ¿cómo recordás tus comienzos?

 Yo llegué al mundo en un tiempo de profundo duelo ya que nací en julio de 1952, tres días después de que había muerto Eva Perón. Vine a vivir a la localidad de Grand Bourg con mis padres en 1957 cuando era campo. Desde mi infancia tenía una sensación de que hay algo que recuperar. Esto estaba instalado en el ámbito familiar. La impronta tiene que ver con la palabra y con los silencios. Y eso marca una necesidad de comunicar -dictaduras mediante- y de encontrar un espacio, la construcción de un espacio que no se desarme ni a los tiros ni por indecisiones.

Cuando era muy chica no entendía por qué había gente que no supiera leer ni escribir. Entonces, mientras jugaba estaba enseñando a alguna persona a comunicar, aunque en aquel momento yo no lo sabía.

 ¿Recibiste alguna influencia en aquella primera infancia?

 Seguro. Uno fue mi tío Ramón Berdún, para todos “Tatá”, platense, músico de jazz y tango, (de la guardia vieja) que era contrabajista y narrador fantástico y me enseñó que la música tiene colores. Y la otra es del dramaturgo Humberto Rivas, escritor de los grandes, profesor de Literatura de la mayoría de los escritores de la región que ha influenciado mucho en mí como escritora.

 ¿Y qué te motivó pintar?

 Fundamentalmente me interesa registrar el tema social, comunicar el desequilibrio. Me gusta mucho Antonio Berni. Hay en mí una influencia que viene de su paleta, de su pincel. Básicamente me gusta mostrar que las cosas podrían ser de otra manera y que tenemos obligación de tratar de que sea de esa otra manera.

 ¿Consideras a la cultura como un campo de batalla?

 Hay algo maravilloso que tiene que ver con tu pregunta. Yo soy setentista y nunca dejé de serlo. Esto significa que no renuncié a sus ideales y a su escala de valores. Y tiene que ver con que la cultura es el lugar de batalla por excelencia para reubicar el valor de muchas cosas, de las cuáles se nos ha intentado limpiar de muchas maneras. Siempre trato de difundir que todos tenemos capacidad para comunicarnos. Todos podemos escribir, pintar, comunicar.

 ¿Cómo ves a los poetas y escritores regionales? ¿Creés que tienen un espacio donde difundir sus trabajos?

 Lamento mucho que no haya lugares donde publicar. Yo puedo hablar de mi experiencia en formar gente para el oficio de escritor, de trabajar en la parte experimental en los talleres. En mi ámbito de trabajo no encuentro censura, pero veo intentos individuales, veo publicaciones que sólo sirven para difundir a unas pocas personas. Falta la sana costumbre de asociarse para lograr un emprendimiento común en un objetivo que no sea algo individual. Por eso veo la aparición de La Oreja en este contexto como óptimo.

Creo que los escritores como mucha otra gente que se destaca en algún ámbito es una especie de compensación. El sistema es tan perverso que ha puesto a las personas que tienen capacidad para comunicarse de manera artística con cualquiera de sus expresiones, en un lugar aparte. En un lugar distinto para que vos desde abajo aplaudas y lo admires. Para que no trates de hacer lo mismo. Si te quedás como espectador no sos protagonista. Y el sistema quiere espectadores, que los protagonistas sean pocos, elegidos. Divinos y apartes.

Por suerte en la zona hay un colectivo de compañeros muy importantes como Elio Gerardi-un poeta y luchador-como dijo Gelman-“inconmensurable”; el escritor Julio Azzimonti, Daniel Godoy, quien está haciendo un trabajo increíble de investigación sobre pueblos originarios, Fedorio Kowalt, Hugo Rossi, Darío Villegas. Si nosotros escribimos mucho tiene que ver Humberto Rivas. Él pasó por nuestras vidas dejando su impronta de autor.

 Hablame un poco de los talleres que dictás para la formación de escritores.

 Estos talleres son un acercamiento a la narrativa, a la poesía. Es una búsqueda a otra manera de contar ¿Cómo contamos lo que nos pasa, lo que sucede, las cosas de las cuáles hemos sido testigos? Una de las premisas de los talleres es que el escritor puede renunciar a muchas cosas, menos a ser testigo de su tiempo. Porque es lo único que nos va a diferenciar de lo anterior y de lo que nos va a suceder. La narración es la función básica del escritor. Es ahí donde redondeamos el concepto. La comunicación es una forma de expresión a la que el escritor no puede renunciar nunca en su ejercicio y en la forma que la utiliza.

 ¿Cómo funcionan en la práctica?

 En los talleres hacemos un intercambio. Los alumnos aprenden algunas técnicas para acortar problemas que se le presentan al escritor, pero al mismo tiempo están brindando cosas que yo hasta el momento desconocía y las incorporo. Es un movimiento muy dinámico, muy dialéctico y por eso sirve. Tengo la suerte de contar con alumnos que han recibido premios. Siempre aparece gente que encarna lo que cree y supone que debe ser la escritura.

 ¿Y en la plástica?

 La plástica es un modo de expresión que siempre he incursionado. Ahí estuve incluso antes de poder elegir. He tenido exposiciones en distintos lugares. Tres premios municipales. La última fue en la Casa de la Provincia de Buenos Aires con una pintura en acrílico que fue seleccionada para el catálogo. Con la pintura me reparo permanentemente. La pintura es una actitud de reparación permanente que es muy gratificante.

 ¿Qué te parece que haya un medio de comunicación regional por fuera de los medios de desinformación?

 Es totalmente necesario porque cuando hablamos de medios masivos estamos hablando de incomunicación y esto lleva a una imposición. Es la pata perversa del sistema. A La Oreja yo la comparo con la irrupción en la Dictadura. De medios como Satiricón. Aunque seguimos bajo una dictadura de los medios, es aire fresco que moviliza. La Oreja es una sacudida a nuestro mapa para reubicar las cosas por lo que realmente valen. Rescatando las personas por sobre los nombres. Rescatando las actividades, no como un sello, sino como un ir sembrando. De enterarme de quién sos vos y de lo que podemos hacer juntos. A mí me parece que La Oreja tiene un futuro importante porque nace contra la corriente, pero nace fuerte. Me parece que es uno de los pocos lugares donde se puede leer algo.

 ¿Qué opinas de los medios gráficos de la zona?

 Hay de todo. Algunos ponen mucho esfuerzo como por ejemplo el diario La Hoja , que hace lo que puede con un equipo reducido. También existen publicaciones pagadas por los municipios o empresarios a los que no puedo llamarlos emprendimientos periodísticos. Aspiro a que haya un canal periodístico en la TV zonal, porque lo que vemos actualmente es un servicio comercial, sostenidos por funcionarios del poder político.

Fuente
La Oreja que Piensa (Argentina)