No cabe duda que los medios de comunicación como Teleamazonas siguen usando el engaño, la tergiversación, la imposición de agendas informativas y de opinión con claros propósitos desestabilizadores. Para nadie es desconocido que este medio de comunicación, propiedad del magnate financiero Fidel Egas, dueño del Banco del Pichincha, ha estado opuesto a todo el proceso de cambio que se lleva adelante en el Ecuador. Este canal de TV, a más de constituirse en un vocero del grupo financiero al que pertenece, es también uno de arietes políticos en contra del gobierno y de las fuerzas sociales y políticas que están sustentando los procesos de transformación en el Ecuador.

Teleamazonas, como otras cadenas de propiedad de grupos oligárquicos, está acostumbrada a emitir información y opinión desde el ángulo de sus mezquinos intereses grupales; lo hace sin ninguna consideración de los derechos a la información que requieren los ciudadanos: sus lentes han invisibilizado muchos hechos y protagonistas de la vida del país, han estigmatizado las acciones de las organizaciones sociales, las han satanizado, han falseado los fines de su lucha, mientras por otro lado han realizado apología del sometimiento a potencias extranjeras, al neoliberalismo. Cuando un medio pierde de vista los intereses de la colectividad, no hay principio ético que valga más allá del que tiene el dueño, en este caso del “lindo canal”.

Es evidente que este canal ha irrespetado los criterios básicos de la ética periodística y disposiciones legales expresas, como aquella que establece que los medios de comunicación están prohibidos de “trasmitir noticias basadas en supuestos que puedan producir perjuicio o conmociones sociales y políticas”. En este sentido se le imputan dos hechos: la transmisión desde el centro de contingencia del CNE, ubicándolo como un centro clandestino, y la información alrededor de la explotación de gas natural en la isla Puná por parte de PDVSA y la supuesta afectación a la pesca, sustento de las comunidades que viven en esa isla.

Aunque parezca absurdo, esta política de desinformación y tergiversación es presentada sin ningún escrúpulo como una violación a la libertad de expresión y a los derechos humanos. Usando el perverso recurso de descontextualizar, hoy se presentan como las víctimas de la represión gubernamental y han empezado a realizar mítines en Quito y Guayaquil. La oligarquía guayaquileña ha desempolvado los crespones negros con las que marcharon junto a Febres Cordero en defensa del banquero corrupto Jaime Aspiazu, las cámaras empresariales se aprestan a poner en escena todo el libreto en defensa de la libertad de empresa.

Con esta conducta buscan sensibilizar a la población, ganar razón para su mentira y eventualmente crear convulsión con la bandera de la “libertad de expresión”. Es evidente que si penetramos un poco más en el asunto, Fidel Egas y Teleamazonas saben que la nueva Constitución Política establece claramente en el artículo 17 que “no permitirá el oligopolio y monopolio, directo ni indirecto, de la propiedad de los medios comunicación y del uso de las frecuencias”. Este es el fondo del asunto: Fidel Egas y su “lindo canal” no quieren perder los privilegios de los cuales han gozado y en ese sentido han diseñado una estrategia de resistencia en tres actos: primero, se oculta precisamente el hecho esencial, que Telemazonas no puede seguir siendo parte del oligopolio Egas; segundo, desarrollan acciones de provocación al efectuar los reportajes manipulados, que a todas luces sabían que tendría una reacción del gobierno; tercero, establecen un trama para ser reconocidos como víctimas y, partir de esto, generar un escenario para continuar la confrontación y el desgaste del gobierno.

Este episodio poselectoral abre nuevamente el debate alrededor de los medios de comunicación y los derechos a la información establecidos en la Constitución, pone nuevamente en evidencia la lucha de clases en el país, la confrontación entre el pueblo y la oligarquía, entre las fuerzas democráticas, patrióticas, antiologárquicas y de izquierda y la derecha. Es evidente, también, que en este tema se expresarán las contradicciones dentro de la tendencia, no faltaran aquellos que busquen mediatizar el asunto, buscarle un justo término y, quizá, algún despistado que se sume a la estrategia del “lindo canal”.