Él, que había resistido a los milicos cómo no iba a salir de esta. Es más, seguíamos esperando que un día nos llamara para volver a hacer la revista Humor...

Como cuando subíamos a presentarle los dibujos y bajábamos a las puteadas porque de 5 chistes nos había elegido uno, eso sí, nos atendía siempre y de pie porque laburaba en un tablero alto como para no hacer pausas en su tarea.

Era una máquina de dibujar, recién ahora comprendo que fuimos unos privilegiados de ver cómo se hacían en vivo las tapas de Humor, es como ese reconocimiento que se le hace al padre cuando ya es tarde, por eso nuestras exigencias, nuestras alegrías y nuestras broncas, es que su aprobación era como la de un padre. Hablo en plural porque es el mismo sentimiento de muchos colegas que compartimos aquella etapa.

Cuando me avisaron que murió no podía creerlo y sentí una gran tristeza...

En su despedida me encontré con muchísima gente de la revista, dibujantes periodistas, diagramadores, armadores, cadetes, amigos, había tantos y tantas que en un momento Tomás Sanz, quien fue su jefe de redacción y su amigo de tantos años me dijo: "mirá que es terco el tano... insiste en juntarnos".

Dibujante.