Cuando Carlitos asomó en la redacción de Mundo Deportivo todos lo recibieron de pie, aplaudiendo mientras 23 imágenes del partido de la noche anterior, distribuídas en distintos lugares, le adelantaban que ese día, ese jueves, no iba a poder escapar de la emoción, sentimiento que se le negaba desde el 13 de octubre de 1996, cuando un accidente le sometió capacidades mientras dos meses largos de estado de coma eran el amago cotidiano del final. Carlitos salió, pero ni la emoción ni el periodista estaban en condiciones de volver. Nada era para siempre (o sí, tal vez algunas cosas, o muchas) pero la vida tuvo que transitarla de otra forma.

Como casi todos los días Carlitos estaba ayer en su ámbito natural, una redacción. Como cuando asomó en El Gráfico, siguió en Estadio, La Razón, Clarín, Interdiarios, Sur, Protagonistas. Como cuando co-escribió un libro sobre Raúl, el crack del Real Madrid, cuando éste recién tenía 17 años y apenas tiempo atrás había debutado en primera. Como cuando se convirtió en el primer corresponsal en España del entonces flamante diario deportivo Olé. O como cuando juntó, por primera vez (él sí y no nos cansaremos de repetirlo y recordarlo), a Fidel Castro con Diego –sus dos cracks-, o, también por primera vez, a Diego con Fito.

Como cuando en su última nota, justo una semana antes del accidente, le decía a José Mourinho (por entonces ayudante de Robson, técnico del Barcelona) “¿no le falta un ojo a Guardiola poniéndole a Popescu al lado?”, una pregunta que transpiraba picardía y conocimiento técnico frente a semejante personaje.

En esa redacción de Mundo Deportivo, donde la solidaridad se expresa sin respirador artificial, después de los festejos, registrados por el mismo reportero gráfico que lo acompañó a aquella entrevista con Mourinho, Imma le pidió a Carlitos que se acercara al “ordenador”, la computadora, y dijera su columna sobre el Estudiantes Campeón.

Verón, padre e hijo, y Sabella la tituló y 178 palabras en 16 líneas, que terminan en un Va por ti, Joaquín, dicen, además, que aquella nota con Mourinho había dejado de ser la última. Y que esta columna gigante del viernes 17 de julio, elaborada por Carlos Bonelli, un tipo solidario, generoso, comprometido y, además, gran periodista, es un hermoso grito de alguien que no se resigna y que sigue haciendo su aporte, su digno y fenomenal aporte, para construir una sociedad sin explotadores. Va por ti, Carlitos.

Secretario General de la UTPBA.