Quien lo ve por la calle diría que es uno más de aquellos estudiantes que se ha embarcado en el pensamiento educativo neoliberal, pero no es así. El ejemplo de lucha política en defensa de los maestros lo observó de sus padres cuando todas las noches planifican las clases que dictarían a sus alumnos y las consignas que gritarían en las calles en defensa de su gremio: los educadores del sector público.

Así creció David, sin entender cuáles eran las razones para que sus padres, que todas las noches llegaban muy cansados, lucharan tanto frente a Presidentes de la República, Ministros de Educación y hasta con los policías que les impedían movilizarse. Lo único que tenía claro, muy claro, era que sus padres trabajaban mucho pero siempre les faltaba el dinero. Sin embargo, siempre tenía sus cuadernos, lápices, esferos, y todos los útiles escolares que le pedían sus profesores de la escuela Fernández Salvador, donde él estudiaba. Siempre llevaba la colación, encontraba algo de comer en su hogar, le llevaban al médico cuando le dolía la ‘pancita’, y sobre todo, que constantemente era vigilado y dirigido en las tareas que debía realizar diariamente. Cuando se trataba de comprar juguetes llegaba el problema, le decían que juegue con los que ya tenía y que pronto habría la oportunidad de comprarle otros. David no entendía, pero jamás reprochaba.

Terminó la primaria sin problemas e ingresó a la secundaria. Fue inscrito en el Colegio Montúfar, ya con la idea clara de qué ocurría con la lucha incansable de sus padres, que llevaban más de 15 años siendo educadores. Sus progenitores le contaron que los profesores públicos siempre han sido maltrados, violentados y hasta discriminados por los gobiernos de turno. Estos han irrespetado sus derechos como maestros, derechos conseguidos con la lucha permanente en las calles, donde han dado la vida los profesores por preservar sus conquistas. Le admiraba cómo, con esos bajos sueldos, en su hogar nunca le faltó nada junto a su hermana Tamnia Carvajal, que había nacido luego. “Cosas de los padres…” dice hoy David.

El colegio era el espacio para apoyar a los maestros ante tanta injusticia. Cursaba ese primer año concientizando a otros amigos sobre este problema, más aún, a quienes recibían clases de sus padres, que, al igual que él, con las ‘justas’ sacan el mes en las necesidades del hogar. Su ánimo era constante, hasta que cierto día observó que varios estudiantes secundarios de otros colegios visitaban cada una de las aulas de su colegio. Llegaron a su curso y expusieron a los jóvenes la idea de concienciarse ante los problemas sociales que vive el país, ante los atropellos, que al igual que los maestros, sufren también los estudiantes. Les hablaron de la FESE y de su trabajo organizativo en favor de las clases más desposeídas y por los derechos que deben luchar los estudiantes.

“Yo no dudé y me apegué a la lucha secundaria. Formé parte de la FESE desde finales del primer año, cuando participé en las jornadas de lucha contra el TLC y la OXI, así como en otras movilizaciones estudiantiles como el carné estudiantil, la lucha para impedir el incremento de los pasajes, etc. En segundo año me asignaron algunas tareas en los colegios, y mi vocación propagandística salió a flote, sobre todo con el apoyo de mis padres”, dice David Carvajal, que actualmente cursa su tercer año lectivo, pero ahora como Presidente de la FESE. Dice que el país vive un momento especial porque la izquierda revolucionaria está en auge, se ha desarrollado y mantiene viva la idea de cambio por conseguir una patria nueva y el socialismo. Está seguro que este cambio se conseguirá con la lucha de los pueblos del Ecuador, es decir: con estudiantes, trabajadores, campesinos e indígenas que ven en la izquierda revolucionaria el cambio profundo y no reformista.

Rechaza los intentos de división que el gobierno de Rafael Correa quiere realizar con las organizaciones populares y revolucionarias, pero asegura que más de 40 años de lucha constante impedirán este objetivo. “Estaremos en las calles cuando el momento lo requiera, por el momento hemos planteado al Gobierno un diálogo social para la construcción del país, especialmente, con los maestros de la Unión Nacional de Educadores a los cuales apoyamos. Nuestro respaldo crítico hacia el Gobierno será fundamental, por eso hemos propuesto el desarrollo de una educación emancipadora, defender el libre ingreso, una nueva ley de educación y la gratuidad de la educación”, manifiesta el joven titular de la dirigencia estudiantil.

Insiste en que tiene 15 años de edad y que ha ‘madurado’ muy joven. Madurez que agradece a la lucha constante de sus padres, a la dirección de la FESE y al pueblo ecuatoriano que se beneficiará de la lucha combativa de los estudiantes.