En nuestras culturas ancestrales, los colibríes siempre han estado presentes: se los ve en las cerámicas, en las tradiciones de la literatura oral... Sus formas han sido representadas con un carácter simbólico o mítico, relacionado tanto con la guerra como con la fertilidad.
En el Ecuador encontramos representaciones de colibríes en la la Costa ecuatoriana, en la cultura Valdivia y la cultura Machalilla, y en las formaciones culturales posteriores como las culturas Quitu-Cara Puruháes.
Han sido encontrados también en las formaciones del desierto de Nazca en Perú, en los gigantescos jeroglíficos geométricos trazados sobre las pampas de San José, que relacionan la representación del colibrí a todo un carácter mágico propiciatorio a la fertilidad agrícola en el desierto iqueño.
Los aztecas tenían un dios guerrero que se llamaba “Huitzilopochtli”, un ser mítico mitad hombre y mitad colibrí, en la mitología y la religión azteca dios de la guerra y del sol. Dicen que este dios condujo a los aztecas durante su larga migración desde Aztlán, su mítica tierra natal, hacia el valle de México.
Una de las leyendas más famosas sobre colibríes proviene de la civilización Maya; ellos sostienen que el Sol se disfraza de colibrí para seducir a la Luna. Cada cultura nativa de América tenía un nombre para esta especie de pájaros: "huitzitzil" en nahuatl, "quinde" en quichua, "guanumbi" en guaraní, etc…
Los colibríes son una parte importante de la ascendencia cultural de Quito, y de toda la América, "La tierra de colibríes”. En la actualidad esta hermosa ave sigue siendo motivo e inspiración de poetas, cantores, artistas plásticos, que la relacionan con diversos contenidos y símbolos de la utopía humana.
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