Un luchador inteligente, tenaz, insobornable. Un organizador que llega a un nuevo cumpleaños, sus ochenta, con un arsenal de conocimientos incalculables, como alumno y hacedor de la Revolución Cubana, antes de 1959, en la lucha clandestina. De esa lucha y el aporte de la prensa en ella, Ernesto ha dicho mucho. He aquí la línea final de uno de sus trabajos: “No hay verdad mayor que la justicia, ni sinónimo mejor que la ética”.

Organizador, vale reiterarlo, y docente de ideas, de hombres y mujeres a los que enseña, desde hace más de cincuenta años, el significado de la “mentira organizada” y los esfuerzos de generaciones, no sólo de periodistas, por “unificar la verdad dispersa”.

Ernesto fue fundador de la Unión de Periodistas de Cuba (UPEC) y de la Federación Latinoamericana de Periodistas (FELAP), de la cual es Presidente de Honor. Y fue Director del Centro regional, en México, de la ex Organización Internacional de Periodistas (OIP): con el que dio batalla, en el tiempo y el compromiso, por encima de las claudicaciones tan de moda cuando la debacle de la Unión Soviética y los cantos de sirena a una “modernidad” regada de muertes y miserias.

Lleva consigo la sabiduría de cientos de batallas, talladas sin dobleces. Sabio y conductor. Aunque a la hora de autodefinirse se limita a decir que es “un hombre de acción que piensa” (Alina M. Lotti, Cubaperiodistas, sitio de la UPEC).

Pero más que “un hombre de acción que piensa”, Ernesto es lo que piensa. Vive como piensa. Un hombre de una conmovedora sencillez y firmes convicciones. Siempre igual. Con fecha del mes de noviembre de 1996, escribía, entre otras cosas, en una carta remitida desde México: “…defender principios. Mientras éstos no se pierdan, todo está ganado. Recibe un fuerte abrazo”.

Ernesto Vera es ese “hombre nuevo” del que hablara el Ché, ese hombre nuevo por el que tantas y tantos, en Cuba y fuera de Cuba, han dado, y dan, la vida, en una búsqueda insaciable, visceral e impostergable. ¡Salud!