Autor: Prensa Latina
Sección: Opinión

16 Agosto 2009

Carlos A. Sánchez / Prensa Latina

Apurado por incluir cifras y datos de interés para el lector y para reforzar este artículo, le hice una simple pregunta al famoso buscador Google: ¿cuánto petróleo queda en el planeta?

Para sorpresa mía, la máquina contestó enseguida, no con el esperado “cero resultados para su pregunta”, sino ofreciéndome 1 millón 510 mil páginas, aproximadamente, en español y en inglés sobre ese tema.

La segunda sorpresa es que ya desde los primeros resúmenes leídos del millón y medio ofrecido, uno cae en cuenta que nadie sabe, a ciencia cierta la respuesta.

Unos opinan que hay petróleo para otros 100 años, en tanto otros sostienen que la cantidad de hidrocarburos que queda en los yacimientos en explotación durará no más de 40 años.

“Ésa es una pregunta cuya respuesta cambia cada año”. “El petróleo no se está acabando”; “hay petróleo para 140 años”. “Quedan muchos millones de barriles todavía y nadie sacará los últimos, por lo caro”, decían algunos trabajos.

De las 50 o 60 entradas revisadas, por esos diversos caminos van muchas de las respuestas y análisis presentados por organizaciones y entidades privadas, semiprivadas y paraestatales. Pero que fueron elaborados en su gran mayoría por personas que aprovechan la ocasión para dar sus propias opiniones predeterminadas y no disponen de preparación académica o de recursos financieros para hacer estudios de campo en yacimientos en explotación.

Eso es muy caro y requiere de permisos empresariales o gubernamentales, que no son fáciles de conseguir. Sin embargo los estudios se hacen, especialmente cuando un analista es respaldado por universidades o medios de prensa fuertes.

Por ejemplo, la revista National Geographic en español publicó, en su número de julio, el artículo del analista Paul Roberts: “Un mundo de petróleo”.

En él esa institución fija su postura en el debate y en ningún momento apoya algún pronóstico de agotamiento ni da fechas, pero acepta que “la era del petróleo barato ha quedado atrás”.

En relación con la pregunta que da inicio a nuestro trabajo, observé cifras proporcionadas por la industria petrolera en su informe IHS 2006 donde se dice que ese año el total mundial de reservas era de 1 mil 255 gigas de barriles de crudo (un giga es la unidad seguida de nueve ceros).

Esa cantidad podría leerse como 1 billón (1 millón de millones) 255 mil millones de barriles.

Luego encontré estimados sobre reservas petroleras en el Reporte 2006 de la entidad alemana Grupo Observador de la Energía, conocido con las siglas en inglés EWG (Energy Watch Group).

El EWG basa sus cálculos en la producción real y no en las engañosas cifras de las reservas probadas y probables, que han demostrado no ser fiables.

Ello quedó demostrado en 2006 cuando la poderosa firma agloholandesa Royal Dutch Shell rebajó sus cifras declaradas de reservas en 30 por ciento, “después de revalorar los reales volúmenes de crudo en sus yacimientos”. Así, al EWG le dan sus cálculos solamente 854 gigas (miles de millones) de barriles.

En 2007 el Panorama energético internacional (IEO, por sus siglas en inglés, publicado cada verano por el Departamento de Energía de Estados Unidos) afirmaba que la producción global de todos los energéticos líquidos provenientes de la tierra alcanzarían los 107.2 millones de barriles diarios en 2030, un aumento significativo frente a los 81.3 millones de barriles producidos en 2006.

Sin embargo, sólo dos años después, en 2009, la última edición del informe, encontramos que se ha reducido penosamente la cifra pronosticada para 2030, año para el cual proyecta ahora sólo una producción de 93.1 millones de barriles, es decir, 14.1 millones por debajo de su pronóstico anterior.

Añade este documento que incluso si se adiciona un aumento mayor al esperado en la extracción de combustibles no convencionales, todavía se terminará con un aumento neto de 11.1 millones de barriles en la oferta mundial de combustibles líquidos en comparación con el alza proyectada por el IEO. En fin, que no hay una cifra común reconocida por todos los países.

El “pico” petrolero Mundial

La cuestión sobre el agotamiento de la riqueza petrolera mundial cobró fuerza en octubre de 2007 cuando el diario británico The Guardian publicó un estudio de la entidad alemana Energy Watch Group en el que indica que el pico petrolero mundial lo cruzamos en 2006.

De ser así, significa que la mitad del petróleo que heredamos de remotas eras geológicas ya lo consumimos.

Después de ello entramos en una meseta estadística durante la que se mantiene el nivel de producción máximo alcanzado, pero ya no podrá elevarse.

Esa meseta es de diferente extensión, según el tipo de explotación de cada yacimiento y de su tamaño.

Así, después de algún tiempo, la producción comenzará a decaer en varios puntos porcentuales.

Es una curva en forma del perfil de una campana y se llama curva de Hubbert, por el geólogo M King Hubbert, quien fue el que desarrolló esta técnica para determinar cuándo se alcanza un pico petrolero.

Hubert pronosticó, con acierto, a fines de la década de 1950 que Estados Unidos alcanzaría su pico en 1971.

El EWG afirma que después de cruzar el pico, la declinación anual será de varios puntos porcentuales para 2020 y aún más en 2030, año en el que el suministro será dramático.

Añade que eso creará una brecha en la oferta que difícilmente podrá cerrarse con los aportes, aunque sean crecientes, de otros energéticos fósiles, de fuente nuclear y fuentes alternativas de energía en el periodo de tiempo que nos separa de las décadas de 1920 y 1930.

La entidad alemana añade en sus conclusiones: “El mundo está al principio de un cambio estructural de su sistema económico”.

Agrega que “este cambio será desencadenado por los declinantes suministros de energéticos fósiles e influirá en casi todos los aspectos de la vida diaria”.

En su párrafo final, el reporte del EWG afirma: “Hasta hace poco, la Agencia Internacional de Energía (AIE) –una entidad que agrupa sólo a los países más ricos y desarrollados– negaba la posibilidad de que este cambio fundamental sucediera en el cercano o en el mediano plazo.

“El mensaje de la AIE afirma que los negocios seguirán como de costumbre en el futuro, lo cual envía también una falsa señal a los políticos, a la industria y a los consumidores, sin olvidar a los medios de comunicación”, expresaba tajante el EWG en su estudio sobre el pico petrolero.

Hasta hace poco, funcionarios del gobierno estadunidense se burlaron de la idea de un inminente pico en la producción petrolera. También cuestionaron que deberíamos anticiparnos a la contracción en la disponibilidad de petróleo en un futuro próximo.

“Esperamos que el pico en el aceite convencional estará más próximo a la mitad del siglo XXI que a los años iniciales de la centuria”, afirmaba enfáticamente un informe del IEO de 2004.

Consistente con esta óptica, la AIE reportó al año siguiente que la producción global llegaría a 122.2 millones de barriles diarios en 2025, más del 50 por ciento por encima del nivel alcanzado en 2002 de 80 millones de barriles diarios.

En julio de 2009 revisó de nuevo sus cifras sobre la demanda de petróleo en 2007 y 2008 para situarlas en 85.8 y 86.8 millones de barriles diarios, respectivamente. Sin embargo, se advierte que ese cálculo sigue basándose en desconfiables cifras de reservas “probadas y probables”.

También la publicación española Cinco Días, contactando con especialistas del sector energético, publicó sobre el tema en su sitio de internet. Calculó que en 2002 quedaban en el mundo entre 990 mil millones y 1.1 billones de barriles de crudo por extraer. Eso significa que, al ritmo de ese año, esas reservas se agotarán hacia 2043.

Como se ve, hay varias cifras de organizaciones y entidades estadunidenses y del resto del mundo a tomar en cuenta.

Sin haber concluido aún su primera década, el siglo XXI anuncia que la humanidad habrá de enfrentarse a serias dificultades nunca antes experimentadas y que pueden poner a prueba su propia supervivencia.

Al recalentamiento global y su causante principal, la contaminación ambiental con gases de carbono, se une la falta de agua potable para calmar la sed y otras muchas necesidades agrícolas e industriales.

De los 6 mil millones de seres humanos que habitamos ahora el planeta, la cifra se elevará para 9 mil millones a mediados de siglo. Para hacer más grave la situación se suman los defectos intrínsecos del sistema capitalista, que tiene al mundo sumido en una de sus peores crisis económicas, de la que todavía nadie se atreve a pronosticar su duración.

Ello implica una reducción en la actividad productiva y comercial, con su secuela de desempleo masivo y aumento de la pobreza mundial.

Dentro de ese conjunto de varias crisis, todas interrelacionadas, no puede dejarse fuera el agotamiento del petróleo. Se trata del principal energético de la economía moderna, por lo que la escasez de él solo puede modificar todo nuestro modo de vida.

Peligros del adiós al petróleo barato

Hay quien se refiere y hasta acepta que la era del petróleo barato llegó a su fin, pero aún sin que se agote totalmente, cabe preguntarse ¿quién necesita el petróleo caro?

Tal vez puedan contestar las compañías petroleras y el fisco de los países exportadores de crudo. Pero ésta es una respuesta que no se ha meditado bien. Los países exportadores de crudo son en su gran mayoría del Tercer Mundo e importan también maquinaria y tecnología de sus clientes, así como alimentos.

Si los precios altos del petróleo llegan para quedarse, todo subirá y los que exportan ahora crudo y gasolinas tendrán que pagar con creces a la hora de comprar productos industriales, alimentos, medicinas y contratar servicios de salud, transporte y comunicaciones. Porque además de transformarse en gasolinas y aceites, el petróleo es el energético que mueve plantas eléctricas, sirve para pavimentar calles y carreteras y es la materia prima para miles de procesos químicos e industriales, y si el precio del crudo sube, todo lo demás resultaría más caro.

Algunos incautos plantean que la escasez de petróleo reduciría la contaminación ambiental; olvidan que algunas mentes querrán volver al sucio carbón o tratarán de justificar con nuevos bríos el uso de alimentos básicos, como los cereales, para producir etanol, el cual presentan como menos contaminante, pero no deja de contaminar.

Por la “noble” cauda de que los automovilistas tengan sus tanques llenos, a poderosos negociantes no les importará que los alimentos se encarezcan y se deteriore aún más la dieta de los pobres.

Papel equilibrante de la OPEP y China

El dramático cuadro de la recesión global y los recortes de cuotas de exportación acordados por la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) influyeron, el año último, en el recorte de los precios del crudo.

También influyó en la contención de los precios la creciente demanda de China, que entre 2002 y 2007 absorbió más de la tercera parte del aumento total del consumo. La India se está sumando a los nuevos grandes consumidores de hidrocarburos; México anunció –sin confirmación– que en 2012 se retirará como exportador de crudos.

Todo esto será bueno para mantener la estabilidad de precios, pero en muchos casos también refleja que la recesión global ha provocado ya graves daños a muchas economías y que no será fácil ni rápido repararlas para que recuperen los niveles de productividad que tenían en 2007.

Una firma de consultores, especializada en comercio de equipos para la explotación de campos petroleros y refinerías, afirmaba en marzo último que “el precio del petróleo ha caído abruptamente, porque en los últimos cuatro meses de 2008 la demanda se desplomó debido a la aparición de una pasmosa recesión global”.

Esa fuente añadió que no es probable que se acerque a los precios excepcionales de principios y mediados de 2008 hasta que la demanda se reponga y se frene la oferta global de petróleo, y nadie puede predecir hoy cuándo sucederá esto.

Desde el otoño de 2008 la demanda se desplomó ocasionando un descenso neto de 50 mil barriles diarios. El departamento estadunidense de energía pronostica para este año una caída de la demanda de 450 mil barriles diarios, por lo que por primera vez “el consumo mundial descendería por dos años consecutivos”, observó.

“Hoy la industria se ve lastrada por una producción excesiva y una demanda insuficiente, una combinación infalible para la caída en picada de los precios”, añadió.

Apuntó que ni siquiera la decisión del 17 de diciembre por parte de los miembros de la OPEP, de reducir su producción colectiva en 2.2 millones de barriles diarios, ha conseguido un aumento tan significativo de los precios del petróleo.

Según la mayoría de los analistas, el desequilibrio entre demanda y oferta durará hasta mediados de 2009, si no es hasta finales de año.

Hay otros que sospechan que no se producirá una verdadera recuperación global hasta 2010 o más tarde, pues todo depende de lo profunda o prolongada que sea la recesión en curso.