El ex integrante de Riff, que ya tiene veinte años como solista volcado al rock and roll y al blues, realizará el próximo sábado 29 a las 22:00 en el Teatro Copérnico (Monseñor Marcón 2954, San Justo), la presentación de Supercharger, su duodécimo disco, que puede ser descargado en forma legal y gratuita de Internet en la dirección web http://www.dontpaymusic.com/jaf/.

“En este momento, para cualquier independiente es muy complicado presentar producciones que sean dignas y tengan un costo sencillo, porque sabemos que la promoción y difusión de los recitales es lo que más interesa. Está muy difícil, es más, en algunos medios de comunicación, aunque “garpes”, no te dan difusión por ser independiente”, remarcó JAF en una entrevista realizada por la periodista Florencia Garavaglia y publicada en El 1, semanario que edita la Universidad Nacional de la Matanza.

El músico remarcó que su gran motivación para seguir sobre el escenario es la gente, “los fanáticos que pagan una entrada para escucharme tocar la guitarra y cantar... Eso es algo tan fuerte que, hasta con mis últimas fuerzas, haré todo de la mejor manera”.

Luego de considerar las dificultades que atraviesan muchos músico independientes como él, aconsejo a los que recién comienzan que fortalezcan su relación con el público a través de la actuación en vivo.

“Creo fervientemente que, en esta situación social, -y, en consecuencia económica-, por la cual atravesamos, tienen que tratar de reconocerse a sí mismos y ver dónde están parados. Para eso, hay que presentarse en vivo la mayor cantidad de veces posible ya que eso da una pauta bien clara sobre quiénes son y si le gustan al público. Entonces, en ese intercambio no existe productor ni nadie que diga si son buenos o malos ya, o se ganan el aplauso del público o los chiflan y no les dan pelota. A partir de ahí, si mínimamente los empezaron a aplaudir y están firmes, hay que tocar y tocar. No pueden pasar un fin de semana sin subir al escenario y mostrar hasta dónde pueden llegar”.

JAF hizo una diferenciación entre las sociedades y los países en que está inserto el músico para analizar si es respetado por lo que hace.

“Las sociedades europea y norteamericana saben perfectamente que los artistas hacemos cosas que los demás no pueden hacer. Entonces, no se lo puede tratar así nomás. No se sabe qué puede dar hasta que no lo ponen delante del público y le hacen vivir una serie de experiencias. Recién ahí, después de las actuaciones, se puede decir cómo funciona: vendiendo discos o subyugando a la gente en vivo. Hay que tratar de estar atentos para mostrar lo que sabemos hacer y lograr así, en el mejor de los casos, un reconocimiento popular. Después, uno se estabiliza en el nivel que le corresponde y continúa su trabajo”, sostuvo el músico.