El gobierno de Rafael Correa, en un intento desesperado por imponer su proyecto de Ley de Educación Superior, ha iniciado un furibundo ataque contra los dirigentes estudiantiles, y en especial contra Marcelo Rivera, presidente nacional de la Federación de Estudiantes Universitarios del Ecuador, FEUE. Por la falta de argumentos, ha debido recurrir a mentiras e imprecisiones, que le han restado credibilidad.

Hay algo evidente, la educación, en general (no solo la superior) está en crisis. Así que si está en desventaja en el contexto internacional, no es de sorprenderse, pues la educación es una expresión de lo que sucede en el sistema, que a nivel mundial ha entrado en crisis. Ahora, ¿está en crisis porque Marcelo Rivera es estudiante o representante estudiantil? Es un absurdo que solo a Correa y al doctor Samaniego se les ocurre pensar. Tras la aplicación durante años de la política neoliberal, en donde la educación se constituyó en una mercancía, el sistema educativo subordinado al control y conducción de las redes financieras transnacionales concluye siendo un sistema educativo fragmentado, sin integración entre los ciclos inicial, primario, secundario y superior. Pasa a ser privado-transnacional, porque el sistema educativo se concibe como una empresa de servicios de educación-capacitación, laboral-socialización en valores neoliberales.

El impacto destructivo de las políticas neoliberales en el Ecuador ha sido tan fuerte, que el 62% de los establecimientos de educación son de carácter privado, es decir, lucran por vender la ciencia y el arte que se ofertan en estas universidades. El Estado redujo drásticamente el presupuesto para la educación: en el año 1980 se entregaba cerca del 7,6% del PIB para esta área; en el 2006 la cifra fue del 3%. Esta es la causa principal: si se le retira presupuesto a las universidades no podían destacarse los investigadores, que en el caso del Ecuador deberían ser 13 mil investigadores y no los 600 que hoy tiene. Además, la inversión en tecnología es casi nula. ¿La culpa es de Rivera?

El movimiento estudiantil ha sido víctima de estas políticas, no los causantes de la crisis. Los estudiantes organizados han defendido con sus vidas, sus energías, su tiempo la educación pública, gratuita, de calidad. Esa ha sido, durante décadas, la bandera que ha sostenido el movimiento estudiantil.

Marcelo Rivera no es un delincuente, como intenta hacer ver el Gobierno. Es un joven dirigente político, apreciado por sus amigos y admirado por sus compañeros de lucha. Andrés Quishpe, presidente de la Juventud Revolucionaria del Ecuador (JRE) lo reconoce como “una persona que ha entregado su juventud, sus estudios, sus energías al proceso revolucionario en el Ecuador. Fue presidente del Consejo Estudiantil del colegio 5 de Junio y rápidamente, por sus características de líder rebelde llegó a ser presidente de la Federación de Estudiantes Secundarios, FESE; presidió la JRE por dos períodos, fue un destacado estudiante universitario y actualmente presidente nacional de la FEUE. “Correa no identifica como sus verdaderos enemigos a los banqueros, los corruptos, los evasores de impuestos y aquellos que han quebrado al país”, sostiene.

Entre sus profesores, se lo recuerda como un estudiante activo, líder y con gran vocación por las causas populares. “Fue uno de los mejores estudiantes en mi asignatura, que se refiere a cartografía, o sea la medición y ubicación exacta en mapas, que suele ser un poco complicada para la mayoría. Pero no solo en mi asignatura, su promedio en todas las materias (8,3 sobre 10) demuestra su empeño durante toda su vida estudiantil. Entre los profesores lo reconocemos por su desempeño, ánimo, talento y su gran amor por la justicia social”. Así lo confirma el Dr. Alejandro Reinoso, director de la Escuela de Ciencias Sociales de la Facultad de Filosofía de la Universidad Central del Ecuador.

Más allá de la vida de Rivera, y las mentiras del Gobierno como si de una película de villanos se tratara y, reconociendo las grandes necesidades de la Universidad, la receta que se propone (propuesta de Ley de Educación Superior elaborada por Senplades) no solo que no resuelve la crisis, sino que violenta los derechos de autonomía, tal como se lo hizo en la dictadura militar; y al dejar la administración en manos del Gobierno de turno, puede no solo disminuir su calidad, sino desaparecer.