CRITICA Y HOMENAJE. Como un poeta, Capusotto muestra la cara más inefable de las cosas.

Para Eduardo Fabregat, periodista especializado en espectáculos, una de las claves radica en que Capusotto y su guionista, Pedro Saborido, “cumplen al pie de la letra” lo que anuncia el subtítulo, “Un programa de rock”. Es que “el tiempo, la hiperprofesionalización de la industria, a veces hacen olvidar el espíritu lúdico y hasta autoparódico del rock, que Peter rescata de modo ciertamente hilarante. Por otra parte, la mirada del programa no es descalificadora sino de amor: Peter se ríe del rock, sí, pero no lo hace denigrándolo, lo hace desde un lugar de respeto... y de conocimiento: si Capusotto consigue este fenómeno de identificación es porque conoce a la perfección los códigos del género. No es un outsider tomándole el pelo al rock y a sus representantes, no es la parodia boba de un Tinelli”·

Ese código común es tan notorio, tan bien compartido, hace notar Fabregat, “que Capusotto puede aparecer disfrazado de emo, de hippie, de rockero, pero también de policía o de funcionario, y el vínculo con el público no hace más que profundizarse”. Claro que “si Capusotto tiene esta presencia, esta penetración en el público joven (y no tanto) y esta viralidad que excede la pantalla del 7 para multiplicarlo en la Web, es por una razón fundamental: estamos ante un actor (y su co-libretista) enormemente talentoso, gracioso de verdad, un capocómico de los que hacen historia”.

Pero además Capusotto está interesando cada vez más por ciertas capacidades reveladoras que demuestra su comicidad. “El humor suele tener una fuerza disruptiva, pero no siempre del mismo modo”, advierte la socióloga María Pía López: “Hay humor en la degradación y en la destitución. No es el caso de Capusotto, que despliega su humor amorosamente, como pliegue interno de los fervores y como autoconciencia de las pasiones. Por eso el rock y la política son sus objetos más potentes, porque en ellos se reconoce partícipe lúdico y crítico encantado. Y por lo mismo, sus mejores creaciones pueden pensarse como actos de la crítica y como mesurados homenajes”. Así, por ejemplo, Bombita Rodríguez “es, a la vez, el recordatorio de la fusión entre vida y política y la crítica hacia el modo en que los lenguajes setentistas se actualizan en el presente”.

Redescubrir la realidad

Otro aspecto que destaca María Pía López es el del “denunciante de los tramos oscuros de la época: en su “¡Hasta cuándo!” condensa el cuestionamiento hacia la indignación mediatizada más expandida. Es claro que son parodias y como tales funcionan exacerbando ciertos rasgos hasta encontrar en ellos una comicidad profunda y que podamos reír del racismo y del “en un país serio los matarían a todos”. Reímos al tiempo que reconocemos que hay una verdad en la exageración misma, que la hipérbole está ya en los hechos que se presentan como no paródicos, que está en ciertos gestos setentistas o en la voz de los oyentes de radio. Por eso, una vez que el cómico nos advirtió del mecanismo, es dificil no ver la realidad capusottianamente, no reír ante objetos que se presentan con la seriedad del que es parodia sin autoconciencia”.

A otro aspecto, la “poeticidad capusottiana”, se refiere el dramaturgo y director teatral Mauricio Kartun: “En el humor como en los cuchillos el filo es el atributo base. El humor mellado o grueso se te queda raspando en la superficie. Pura escoriación. El afilado penetra, interesa (en el sentido más literal: interesar es clavar entre). Se entierra en el receptor hasta profundidades medio insondables (tengo recuerdos desde pibe de chistes desopilantes de los que nunca entendí por qué carajo me hacían reír tanto). Es conocida la relación entre el chiste y la metáfora (al fin y al cabo relación en los dos casos entre elementos antes no relacionados). Un chiste es una metáfora teñida. Un poema es un chiste tan etéreo que emociona. Capusotto es un poeta, ¿qué duda cabe? Y su libretista también. Todos los grandes artistas lo son aunque nunca se arrimen a la lírica ni a tomar un café. Alguien que puede convertir de norma la realidad a figuras, a tropos que la muestran en su cara más inefable. Que permiten verla desde un ángulo imposible y disfrutar de ese vuelo. Eso nos regocija de un poema y eso disfrutamos de los grandes humoristas. El filo de Capusotto es tan eficiente que le permite cortar hasta el lugar justo: ni un milímetro antes ni uno después de la gracia y el sentido. Los cientos de videítos en Youtube son su descojonante antología”.

Otro hombre de teatro, Manuel Santos Iñurrieta, valora el modo en que “la potencia creativa de Diego Capusotto ha vencido ciertos cánones estéticos “aceptables” para el establishment del espectáculo. A través de un humor inteligente dialoga Capusotto con la realidad, con el presente, dejando al desnudo las conductas de una sociedad cargada de hipocresías y dobles discursos. Es importante ponderar el hecho que Capusotto no nació con su último programa, sino que es un actor que desde hace años viene trabajando, produciendo y desarrollando su forma y sentido de ver y hacer humor. Hoy quizás encuentra con Peter Capusotto y sus videos una buena síntesis de su propuesta, no la única y esperamos que no la última, ya que este programa de rock, no es sólo rock y nos gusta”.

Nota publicada en www.acciondigital.com.ar .