Si antes, operar el control remoto de la televisión no significaba mayor libertad de elegir entre un noticiero y otro, puesto que todos hablaban el mismo discurso y miraban con el mismo cristal, ahora cuando el Estado ha logrado el dominio de un buen número de canales de televisión, la cosa no parece cambiar. Es decir, sí cambió: ahora la oligarquía tradicional ya no domina esos noticieros sola, comparte honores con el gobierno, pero en lo que no cambian las cosas es que los pueblos siguen sin estar en esos medios, no solo como protagonistas de la lógica sensacionalista del mercado informativo, sino como actores de la marcha del país, como creadores de la riqueza, como constructores de la identidad nacional, como generadores del cambio.

¿Medios públicos? No, para el gobierno Radio Pública, Ecuador TV, Gama TV, TC Televisión, y diario El Telégrafo son medios para el público. Cumplen ahora un papel clave dentro de la nueva estrategia comunicacional diseñada por Vinicio Alvarado: tratan de construir una realidad adaptada a los requerimientos de la denominada “revolución ciudadana”, pretenden legitimar los actos y omisiones del régimen, tratan de imponer un discurso periodístico propio, poco innovador, pero altamente politizado.

Carlos Ochoa, el ‘Ortíz’ gobiernista

Nunca estuvo en las pesadillas de nadie que el odioso y ultraconservador conductor del segmento de entrevistas de Teleamazonas, Jorge Ortíz, fuera clonado. Con uno siempre ha sido molesto vivir, pero con dos… ¡imposible! Lamentablemente la pesadilla se cumplió, y ahora, en Gama TV, cada mañana vemos a esa burda copia personificada en Carlos Ochoa, periodista que saltó a la fama en Ecuavisa, donde luego de haber tenido que desplazarse hacia Cuenca, tuvo que cumplir las nada estelares funciones de corresponsal. Su salto fue sorprendente cuando de pronto se lo vio en Ecuador TV, dirigiendo la parte informativa; ahí fue asumiendo una posición política color verde limón, con la que poco a poco fue ganando la confianza de los goebels de Carondelet, e hizo que lo ubicaran como conductor de entrevistas de Gama TV. Si antes, cuando estaba en Ecuavisa, era de los pocos periodistas que podían rescatarse como democráticos, hoy es uno de los que hay que condenar como alfombras del poder, como quintacolumnas de la tendencia de cambio. Su espacio de entrevistas es casi exclusivamente para funcionarios del régimen. Todos los ministros han pasado por ahí. Su agenda de invitados jamás contendrá a dirigentes populares que, con argumentos, puedan confrontarlo y desbaratar su mediocre comprensión de la política.

El Telégrafo, el nuevo “registro oficial” del régimen


Una prueba incontestable de la manipulación que este medio de comunicación hace de la información es la portada del viernes 18 de septiembre, en la que, sin fotografía, titula como nota principal: “Presión de la UNE al gobierno fracasa”, y en el sumario sostiene: “Sin acogida las marchas que convocó el gremio…” La pregunta es: ¿qué país vieron ese día los editores de ese periódico? La mayoría de diarios del país reportó gráficamente la dimensión de la movilización de los maestros a nivel nacional, sobre todo en Quito, Guayaquil y Cuenca.

Con excepción de ciertos articulistas democráticos y honestos que analizan con profundidad y veracidad los hechos, y de varios periodistas con las mismas condiciones, el periódico está dirigido por el gobierno y a ello debe responder su comportamiento editorial.

De TC televisión no hay cómo decir nada diferente, así como tampoco de la radio pública. Pero el otro aspecto de la estrategia comunicacional del gobierno tiene que ver con la utilización abusiva, en exceso, de las cadenas nacionales de radio y televisión, en las que se presentan de manera casi inmediata, las respuestas políticas del régimen a sus adversarios políticos. Evidentemente han cometido graves errores en ese esfuerzo de ser inmediatos: un ejemplo son las burdas calumnias que vertieron contra el presidente de la Federación de Estudiantes universitarios del Ecuador (FEUE), Marcelo Rivera, acusándolo de que no es estudiante y de que es un mediocre, cuando Rivera acaba de graduarse como uno de los mejores estudiantes de su facultad y con el más alto puntaje de grado.

Las cadenas, los enlaces semanales, el control de los medios públicos y estatales (no oficializados como públicos), la multimillonaria publicidad oficial, le dan al gobierno un arsenal de armas simbólicas comparable al que antes tenía la oligarquía; y lo utiliza en el mismo sentido: para engañar, para estigmatizar, para insultar, para confundir y desinformar a los ecuatorianos. La mentira, prepotencia y tozudez que demuestra el presidente Correa y su gobierno, también se expresan en la línea comunicacional: no ha sucedido lo que Ecuador TV ofrecía cuando apareció: darle la cámara a los trabajadores y los pueblos, ésta sigue estando en los acartonados presentadores que hacen todo el esfuerzo para parecerse a los medios privados y para alejarse cada vez más del campo, los barrios populares, las comunidades. Es que “la revolución ciudadana está en marcha”…