El viernes 25 de septiembre, los trabajadores de Terrabusi Kraft fueron violentamente reprimidos, resultando decenas de ellos heridos y detenidos. El gobierno nacional resolvió así ponerse del lado de la patronal yanqui, contra las obreras y obreros, y contra todo el pueblo argentino, que se solidarizó con esta lucha de los trabajadores de esta transnacional norteamericana.

En un impresionante operativo, la policía bonaerense se desplegó dentro de la fábrica; de esta manera, tanto el gobierno nacional como el de la provincia de Buenos Aires se pusieron al servicio de esta empresa de capitales estadounidenses, que pretende descargar la crisis económica internacional sobre las espaldas de los trabajadores, al despedir a 160 de ellos, que es una primera parte de todo un plan de ajuste de la empresa Kraft, que pretende instaurar turnos de 12 horas. Los trabajadores señalaron que la lucha tiene el propósito de parar estos atropellos, sin embargo dijeron que tienen en contra a la divina trinidad, es decir a la patronal, el gobierno y los jerarcas sindicales.

“El monopolio norteamericano hace lo que se le antoja, sin el más mínimo respeto por nuestras leyes y soberanía. El gobierno nacional, por boca de su jefe de Gabinete y otros funcionaros, quiso justificar la represión hablando de ‘componentes ideológicos’.

En un comunicado, los huelguistas señalaron que “Mientras Chávez denunció en la ONU los planes de Kraft, Cristina Fernández se entrevistó con los dueños del monopolio, que reclamaban seguridad jurídica. Así fue que Aníbal Fernández dijo: “los vamos a sacar”, ordenando a la Justicia y a las fuerzas represivas que actúen. “Reafirmamos, dijo, que en este conflicto hay dos lados: en el uno estamos los 2700 trabajadores, en el otro está la patronal yanqui. En estos 38 días quedó claro que el pueblo argentino está de nuestro lado, y que el gobierno nacional, provincial y los jerarcas sindicales han estado al servicio de la empresa”.