Los especialistas en materia energética lo señalan como corresponsable de la quiebra técnica que hoy vive Petróleos Mexicanos (Pemex); las organizaciones de trabajadores petroleros, de ser partícipe de la privatización a la que se encamina la paraestatal. También ha sido señalado de estar implicado en contrataciones irregulares a favor de consultorías y transportistas de hidrocarburos –según dieron a conocer la Secretaría de la Función Pública y el Centro de Investigación y Seguridad Nacional–. De allí el unánime rechazo que suscitó su nombramiento como director general de la paraestatal.

Pero hay algo más que abona al cuestionamiento de la decisión presidencial: el derroche de miles de pesos, dólares, euros y libras esterlinas entre 2001 y 2006 al viajar en vuelos premier a Europa y Nueva York, hospedarse en hoteles boutique y alimentos en mesa de reyes, sin que se tenga claridad sobre el objetivo de esos viajes, y que el hoy director de Pemex se negó a explicar en la solicitud de entrevista que hizo Contralínea.

Las facturas de los gastos personales que a cuenta del erario hizo Juan José Suárez Coppel durante su desempeño como director corporativo de Finanzas develan los excesos de quien tenía la misión de administrar financieramente la bonanza petrolera: los millones que generó la venta de los excedentes, aunado a los precios récord que alcanzó el crudo mexicano durante el sexenio foxista.

Parte de aquella bonanza fue: el consumo de costosas bebidas alcohólicas, el uso de artículos de tocador de diseñadores como Hermès, alimentación exclusiva de chefs internacionales y hasta la adquisición de boletos para los espectáculos que ofrecen los grandes teatros de Londres.

Felipe Calderón regresó a la administración pública a un personaje que a cuenta del erario, durante seis años, se hospedó en por lo menos 10 de los hoteles que figuran en la lista de “los mejores y más exclusivos del mundo”, según el ranking de las revistas internacionales de “vida y estilo”. También a cuenta del erario almorzó, comió y cenó en los restaurantes que aparecen en la Guía Michelín, publicación francesa que identifica los mejores restaurantes del mundo en calidad, servicio y lujo.

Las excentricidades de Coppel

En marzo de 2001 se hospedó durante dos noches en la habitación M1523 del New York Palace, un imponente hotel de lujo que combina el histórico hito Villard Mansion (pisos de mármol, estructuras italianas y chimeneas de mármol rojo de Verona), decretado monumento histórico desde 1882, con una moderna torre de 55 pisos, situado sobre la avenida Madison, justo frente a la Catedral de San Patricio, en el corazón de Manhattan. Pagó 1 mil 200 dólares.

El 2 de abril de ese año comió por 118.32 dólares en The Oyster Bar, en Central Park, un elegante restaurante de techo abovedado, identificado por las revistas de “vida y estilo” entre los 10 mejores restaurantes de ostras del mundo. Cenó por 160 dólares en el restaurante bar Manhattan Ocean Club.

El 3 de mayo, en Atlanta, por 45 dólares comió en Thai Chilli Cuisine –del chef Robert Khankiew–, considerado por el canal de cocina de CNN International como el mejor restaurante tailandés de Estados Unidos. Por la noche acudió al Atlanta Fish Market, un edificio de art decó que recrea las clásicas estaciones de trenes de Georgia, decorado con finos muebles de caoba y cedro de Nueva Inglaterra, desde donde los comensales se relajan mientras beben cerveza frente a las cinco pantallas planas que a toda hora ofrecen programas deportivos. Suárez Coppel cenó y bebió por 166 dólares.

La noche del 31 de mayo se hospedó en la habitación 1524 del JW Marriott Hotel, en Houston, Texas: un majestuoso hotel-galería que ofrece ropa de cama “de lujo” (sábanas de algodón y lino bordadas y edredones acolchados), pantallas planas de alta definición y habitaciones estilo contemporáneo “con ambiente residencial” rodeado por 200 tiendas de exclusivos diseñadores. Pagó 235 dólares.

El 22 de junio volvió al New York Palace a pernoctar en la habitación M2607. Se trata de uno de los siete emblemáticos hoteles de lujo en el mundo que opera la cadena Dorchester Collection. Que Suárez Coppel durmiera ahí la noche del 26 de agosto en la habitación M2905 costó a Pemex 564 dólares.

Aficionado a la comida asiática, Coppel frecuentaba los sitios gourmet más costosos, como el Nobu, el restaurante japonés más exclusivo de Nueva York, donde en 1 mil metros cuadrados se recrearon los paisajes japoneses con sus texturas naturales: abedules, pisos de madera y paredes cubiertas con piedras de río.

Propiedad del chef Nobu Matsuhisa, “el emperador del sushi”, y el actor Robert de Niro, es identificado por el New York Times como uno de los cuatro restaurantes más finos de la cosmopolita ciudad, y, sobre todo, el más caro. Por ejemplo, el 3 de agosto de 2001, Suárez Coppel cenó sushi y bebió sake caliente (licor de arroz) por 340 dólares, codeándose con las celebridades de Hollywood, las top model y los políticos estadunidenses que acuden frecuentes.

De whisky y cerveza, ni hablar. El exvicepresidente del Grupo Modelo, Suárez Coppel, sólo degusta cervezas alemanas, estadunidenses y japonesas, y Johnnie Walker; vino tinto y licores italianos, bebidas favoritas del hoy director de Pemex. Así lo revelan las facturas de lo que, con cargo a las arcas públicas, bebió en los bares de Nueva York, Londres y Paris. Por ejemplo, en el bar del Four Seasons en la Gran Manzana, el 27 de agosto de 2001 tomó Johnnie Walker Red, licor Grappa italiano y café, por 93.59 dólares del erario.

Regresó la noche del 4 de septiembre al New York Palace. Por la habitación M1925 pagó 1 mil 523.42 dólares. El 5 de septiembre almorzó en el bar del Four Seasons por 29.98 dólares. Cenó por 164.11 dólares en el Downtown Restaurant, de la calle Este de Broadway. El 7 de septiembre bebió un aperitivo en The Oyster Bar de Central Park con un costo de 38.56 dólares.

La noche del 24 de septiembre volvió al New York Palace. Por la habitación M0909 pagó 256.81 dólares.

Después el 25 de octubre tomó la habitación M1808 del New York Palace. Pagó 1 mil 227.08 dólares: hospedaje, alimentos, consumo del bar y servicio de cine en la habitación. Para la cena, eligió la clásica cocina francesa de La Goulue, donde el excandidato presidencial de Estados Unidos, John McCain, acostumbraba organizar sus fiestas privadas. Suárez Coppel comió queso, mani mani y almejas; bebió Kir (licor francés de grosellas negras y vino blanco), dos cervezas Kronenbourg, Côtes-du-Rhône (vino francés) y Johnnie Walker. Pagó 168.31 dólares.

Al día siguiente optó por “el lujo y la sofisticación” que ofrece la cocina asiática del Tse Yang, donde se sirven “desde los platos más clásicos, como rollitos primavera, pato laqueado y ‘dim sum’, hasta las extravagantes, como cigalas al vapor, rollito de lenguado o “pollo crujiente con frutas exóticas”. Pagó 177 dólares. Almorzó al día siguiente (27 de octubre) en el bar Sushisay, por 111.80 dólares.

Se hospedó la noche del 11 de noviembre en el Four Seasons Hotel, por 302.69 dólares.

Regresó a Nueva York en enero de 2002. El día 19 buscó la comida fusión francesa-tailandesa del Von, el restaurante del Wilton Palace: el rollito de primavera de cangrejo y langosta con hierbas tailandesas, “simples en la presentación, pero extremadamente exóticas en el sabor”, por 107.53 dólares. La noche del 22 de enero cenó en The Oyster Bar de Central Park, por 193.29 dólares.

En Houston, el 6 de marzo, rentó una habitación en el Spa The St Regis por 566.03 dólares: hospedaje y bebidas. En el Lefty Lone Star Grille bebió cócteles bloody mary, cuatro cervezas y una hamburguesa y papas, por 50 dólares. La noche del 28 de julio se hospedó en una suite del Double Tree, por 447.13 dólares.

El 5 de septiembre, en Nueva York, rentó una habitación decorada con sedas asiáticas y mobiliario francés, la número 0708 del Hotel Plaza Athénée, una boutique de superlujo miembro de The Leading Hotels of the World (que agrupa a los 450 mejores hoteles de lujo del mundo, resorts y spa), rodeado por las residencias y tiendas de Prada, Gucci, Oscar de la Renta, Christian Dior y Armani de la avenida Madison, insignia comercial de Nueva York.

Desde una suite con mamparas de vidrio, terraza y balcón al aire libre, por la noche disfrutó de la vista a los rascacielos de Manhattan, con la comodidad de un minibar bien abastecido; por la mañana, el desayuno de 43.79 dólares que sirve el Arabelle, restaurante de techo abovedado color oro, candelabros de bronce y ventanas de cristal de Murano, popular por ser locación de la serie Sex in the City. El Plaza Athénée facturó a Pemex 1 mil 215.37 dólares; más los 153.96 dólares con los que comió un sándwich y papas fritas en La Goulue.

El 11 de septiembre se hospedó en el Four Seasons Hotel de Houston, una torre de 20 pisos donde “el ambiente residencial mezcla una decoración tradicional y contemporánea para reflejar la elegancia cosmopolita y el encanto sureño refinado”. Entre sábanas de seda y pisos y baños de mármol, su estancia costó 532.07 dólares.

Viajar como lord

Viajó a Inglaterra en vuelo premier que costó a la paraestatal 59 mil 883 pesos. Arribó a Londres el 24 de septiembre de 2002. Tomó un taxi limousine, por 75.50 libras esterlinas, que lo trasladó al Mandarin Oriental Hyde Park, un palacio del siglo XIX que desde 1889 operaba como exclusivo club de caballeros y hoy alberga uno de los cuatro hoteles más ostentosos de Inglaterra; “creado con la elegancia del lujo inglés”, en plena avenida Knightsbridge, frente al emblemático Hyde Park, con los ecos de la guardia real asomando por el Palacio de Buckingham, la residencia oficial de la Reina Isabel II.

Durante tres días pidió que el lacayo personal que le destina el hotel le subiera a la habitación 102 –con piso de mármol y techos cubiertos por frescos pintados– el desayuno gourmet que ofrece The Park. Por las noches, disfrutó del “ambiente londinense” en el Bar Mandarin: cócteles, jazz y el confort nobiliario.

Su estancia en el Mandarin Oriental, una de las joyas de la llamada “ciudad de los hoteles palacio”, le costó a Pemex 1 mil 180.69 libras esterlinas. A cuenta del erario compró también boletos para el teatro con un costo de 158.80 libras esterlinas. En el restaurante bar Signor Sassi pagó, el 26 de septiembre, 42.25 libras.

En sus viajes al interior de México, el funcionario hacía gala de los mismos lujos que cuando estaba en el extranjero. Por ejemplo, la noche del 17 de octubre de 2002 se hospedó una suite del Quinta Real, en San Pedro Garza García, de gran clase decorado con tonalidades suaves, con exquisitos acabados, muebles de estilo antiguo, baños de mármol con artículos de tocador Hermès, escritorio de mármol, sillas de piel y en la cama cobertores de fino algodón y almohadones de plumas.

El 8 de diciembre, en Nueva York, cenó en el Onigashima, el único restaurante de Estados Unidos que ofrece pescados y arroz importados de Japón aderezados con sal de los lagos imperiales de Mongolia, mientras los comensales disfrutan de los cuadros que pinta Seitaro Kuroda, uno de los artistas más influyentes del Japón moderno. Suárez Coppel comió el “sushi de superlujo”, arroz y tempura y bebió coca cola de dieta y sake caliente, por 93.63 dólares. Al día siguiente, por 119.38 dólares, cenó en la pizzería Serafina Fabulous Grill, que ofrece a sus comensales sentirse como en el corazón de Italia.

El 10 de diciembre se hospedó en una suite del exclusivo hotel neoyorquino Rihga Royal, el que traslada el glamour londinense “al corazón de Manhattan”. Calificado por la revista Travel and Leisure como “uno de los 500 mejores hoteles del mundo”, frecuentado por numerosas figuras de Hollywood como el director de cine Martin Scorsese o los actores Hugh Grant, Arnold Schwarzenegger y Eddy Murphy.

Como a uno de los “viajeros más exigentes que combinan la sofisticación y el estilo moderno”, en la habitación 1406 –una de las que remodeló el diseñador de interiores David Collins–, que da frente a Central Park, a Suárez Coppel le sirvieron los alimentos que prepara un chef michelín; contrató servicio de películas y bebió del minibar. Pemex pagó 1 mil 879.49 dólares.

Los días en la avenida Pennsylvania

El 18 de febrero de 2003 llegó a Washington; se hospedó a dos calles de la Casa Blanca, en Willard Intercontinental, el hotel boutique de lujo de la avenida Pennsylvania, cotizado por su Elizabeth Arden Red Door Spa, el salón de spa de la firma de cosmetología. El que Suárez durmiera en otro hotel de la lista de oro de Travel and Leisure le costó a Pemex 503 dólares.

El 19 de febrero almorzó en el famoso Old Ebbitt Grill, el favorito de los presidentes Stephen Grover Cleveland, Warren Gamaliel Harding y Theodore Roosevelt, sitio de encuentro de políticos y celebridades estadunidenses. Entre pisos y muebles de caoba, mármol y cristal biselado, tomó cuatro cervezas Guiness, café, un sándwich y tocino frito, por 49.19 dólares. Luego voló a Nueva York para comer en el Onigashima sushi de lujo y sake caliente, por 76.03 dólares.

Esa noche se hospedó en The Pierre, “un testimonio de la elegancia”, identificado como el lugar más refinado de la Quinta Avenida, donde a las cinco de la tarde se sirve el tradicional té inglés bajo el colorido techo de La Rotonda, estancia ambientada como el salón de té de primera clase del Titanic. Su hospedaje de tres días costó 1 mil 468.84 dólares. Fueron tardes de ostras y cerveza en The Oyster Bar; el 21 de febrero, por ejemplo, consumió dos cervezas Heineken, seis Beck’s, una orden de ostras y café, por 193.95 dólares.

El 21 de mayo se hospedó en The Phoenician (El Fenicio), un hotel boutique en Scottsdale, Arizona, que en medio del desierto ofrece “un oasis de encanto y grandeza”: servicios de resort de lujo, campo de golf, spa de renombre mundial, nueve piscinas, canchas de tenis y numerosas tiendas. El lobby decorado con cuadros valuados en 25 millones de dólares, y un espectacular jardín de cactus de dos hectáreas, lo que le ha valido ser identificado como el mejor centro vacacional de Estados Unidos.

Por pernoctar en una habitación de mármol italiano, en un hotel categoría cinco diamantes, a los pies de la montaña Camelback, y tomar un aperitivo en el bar Thirsty Camel, entre suaves notas de piano, pagó 561.06 dólares.

Cenó en City Hall, un steakhouse (asador) y boutique de vinos donde la especialidad del chef Charles Schwerd es la langosta. Entre paredes recubiertas de finas maderas, paneles de vidrio y una tenue iluminación, en una mesa con manteles de lino bordado y el suave calor de una chimenea, con la voz del cantante Guy Pennachio interpretando a Sinatra, cenó por 266.76 dólares.

Suárez también era cliente frecuente del The St Regis de Houston, otro hotel spa categoría cinco diamantes, ubicado entre River Oaks, la zona residencial más exclusiva de la ciudad, y The Galleria, meca de tiendas de lujo y entretenimiento. La noche del 11 de junio de 2003, por 234 dólares, se hospedó en la habitación 422: suntuoso mobiliario, lámparas de cromo de diseño clásico y exquisitas cubiertas de granito en el baño con jacuzzi.

El 22 de julio se hospedó en el Regent Beverly Wilshire –la línea de lujo de la cadena hotelera Four Seasons–, ubicado en el Boulevard Wilshire, al Este de Los Ángeles. Una noche en la habitación 1068, con vista a las glamorosas tiendas de Rodeo Drive y Hollywood Hills, le costó 285 dólares.

Llegó a Nueva York el día 25: comida en Sushi Ann, por 294.54 dólares. La cena en Oyster Bar de Central Park: pescado y coca cola de dieta, cerveza Heineken, cuatro bloody mary, cuatro vodkas y vino tinto, por 483.11 dólares.

En Georgia pasó la noche del 17 de agosto en The Ritz Carlton, “un hotel de lujo en el centro de Atlanta que combina un escenario verdaderamente moderno con la hospitalidad y sofisticación sureña”: cama king, piso y baño de mármol, bar privado. Pagó 456.87 dólares.

Viajó a Madrid en septiembre de 2003. Se hospedó en el Hotel Ritz (de la exclusiva cadena Orient-Express Hotels Trains & Cruises), que figura en la reducida lista de los 10 mejores hoteles del mundo. Durante tres noches, Suárez Coppel pernoctó en las mismas habitaciones que frecuenta la realeza europea desde que el rey Alfonso XIII encomendara a César Ritz construirle un hotel a la altura de la corte española y los visitantes ilustres, igual a los que el legendario hotelero operaba en Londres y París.

En la habitación 333 del suntuoso edificio, obra del francés Charles Mewes y del español Luis de Landecho, con vista al Museo del Prado y el Museo Thyssen, el funcionario de Pemex echó mano del minibar de la habitación y del bar del hotel. Con la American Express corporativa pagó 1 mil 177.24 euros.

Fueron días de desayunos en las cafeterías José Luis, por 15 euros, y almuerzos de 20 euros en el Jardin Fortuny, un palacio de principios del siglo XIX en el centro de Madrid, decorado por el famoso diseñador de interiores español Pascua Ortega.

A finales de ese mes volvió a Houston; pernoctó en el Four Seasons, categoría cinco diamantes, clasificado en La lista de oro de condé nast traveler (la publicación de “viajes con estilo” más importante del sector) como uno de los mejores lugares para hospedarse en el mundo. Pagó 242 dólares por la noche del 25 de septiembre. En octubre llegó a Le Park Meridien, en el corazón de Manhattan, el que ofrece a sus huéspedes piscina cubierta y vista a Central Park, por 318 dólares.

En noviembre regresó a Madrid. De nuevo se hospedó en el hotel favorito de las divas del cine estadunidense: Ava Gardner y Michelle Pfeiffer, y el que frecuenta también la reina del pop, Madonna. El sábado 8, Suárez Coppel pagó 3 mil 177.25 euros por una semana en el mismo hotel donde los príncipes de Mónaco Louis Henri Grimaldi Rainiero y Grace Kelly pasaron su luna de miel; además de los servicios de bar, lavandería y peluquería.

El domingo 9 paseó por el llamado corazón cultural y artístico de la ciudad: entre los museos de El Prado, Thyssen y el Centro de Arte Reina Sofía. Por 44 euros comió en el restaurante The Westin Palace, famoso por ofrecer el menú que la noche del 14 de abril de 1912 cenaron los pasajeros de primera clase del Titanic antes de su naufragio, servido en vajilla Limoges (de porcelana francesa) del siglo pasado.

El 11 de noviembre, en el romántico ambiente del Café de Oriente, inmueble que en el siglo XVII fuera el Convento de San Gil situado frente al Palacio Real, Suárez Coppel disfrutó café capuchino, té inglés y Johnnie Walker etiqueta negra, por 53.05 euros. Después cenó en Casa Lucio –donde un par de huevos estrellados con papas cuesta 12 euros–, la taberna favorita del rey Juan Carlos de España, visitada por diplomáticos y políticos extranjeros como Hillary Clinton o gente de la farándula como la actriz Andie MacDowell y la modelo Kate Moss, los actores Will Smith y Tomy Lee Jones o la cantante mexicana Paulina Rubio y su esposo el empresario español Nicolás Vallejo Nájera, Colate.

De esa cocina castellana que ofrece Damián Blázquez Lucio –quien se hace fotografiar sonriente con cada celebridad que visita su restaurante–, Suárez Coppel comió jamón serrano y tapas de angulas, merluza romana, los famosos huevos fritos y bebió vino tinto Viña Ardanza y licor, por 251 euros.

Al día siguiente, en La Creazione, restaurante de Ventura de la Vega, comió pizza y bebió vino Valpolicella Clásico DOC “Speri” (de Verona), por 48.80 euros. Luego cenó en el Juan la Loca, en la Plaza Puerta de Moros, por 44.70 euros.

Fruta de la pasión

El 14 de noviembre de 2003 viajó de Madrid a Toledo –a 70 kilómetros de distancia– para almorzar en el Adolfo, “uno de los restaurantes más destacados de Iberia”, atendido por el chef Adolfo Muñoz Martín, premio Marqués de Desio de la Academia Nacional de Gastronomía y de la Buena Mesa “al mejor profesional de la restauración española”.

A cuenta de Pemex, Suárez Coppel y su acompañante comieron de las carnes de caza, frutos de huerto, aceites, especias y dulces que el chef Adolfo sirve en una casona judía del siglo XI, decorada con estucos venecianos, entre telares y policromías del siglo XV. Su mesa se vio rebozada de jamón de bellota, bogavante en ensalada y estofado de lentejas verdes, flor de calabacín en tempura y vieira, chipirón (calamar) sobre pisto de invierno y salsa en tinta, lubina a la parrilla y tiznao, ensalada de frutos rojos con fruta de la pasión. Consumieron viandas entre copas de brandy, cervezas y vino tinto de las tierras de Castilla y La Mancha que el chef Muñoz añeja en su cava: otra antigua casa judía próxima al restaurante. Pemex pagó 207.05 euros.

Al otro día comió en la cervecería José Luis, en la calle Rafael Salgado (frente al Santiago Bernabeu): queso manchego, croqueta, boquerón con anchoa, angulas, arroz con leche, seis copas de vino tinto y café, por 96.70 euros.

Para despedirse de Madrid, el 15 de noviembre cenó en el Goizeko, restaurante del Hotel Wellington. De la alta cocina vasca del chef Jorge González, graduado en Toulouse, comió marinada de pescado, toro de atún, vieiras al grill, risoto de hongos, lubina en jugo, sinfonía de frutas, tatín de mazada, café y licor, por 240 euros.

En diciembre viajó a Washinton. El domingo 7, por 543 dólares tomó la habitación 9 del The Ritz-Carlton de Georgetown, hotel boutique que se promueve como “el más chic” en la capital de Estados Unidos; con sus amplios baños de piedra caliza, sábanas bordadas de 250 hilos, y cobertores y almohadones de plumas de ganso.

En marzo de 2004 eligió el hotel de la misma cadena en Central Park de Nueva York. Tres noches con servicio de bar y películas de pago por evento, por 2 mil 258.41 dólares. Esos fueron días de típica comida neoyorquina en The Oyster Bar: salmón, ostras, cerveza Beck’s y café, por 136.94 dólares, o tailandesa, con cerveza y martinis en el Kin Khao, por 110 dólares. Cenas en restaurantes bar como el Sushi Yasuda, por 159.31 dólares, o en el Barcelona de Scottsdale, por 107.09 dólares.

En abril regresó a la Gran Manzana, pero se hospedó en The St Regis de la Quinta Avenida, por 1 mil 125.73 dólares. En mayo tomó una suite del W, un moderno hotel de la cadena Starwood Hotels & Resorts Worldwide, en Union Square, por 469.83 dólares. Es mismo mes, en Houston: una noche en The St Regis, por 228.01 dólares, y cena en Pappas Brothers, la parrilla que ofrece una selección de 2 mil 300 vinos, whiskys de malta, coñacs finos, puros y cigarros. Suárez pagó 280.20 dólares.

El 2 de junio de 2004 llegó al Four Seasons de Arizona: hospedaje, desayuno y consumo de bar, por 467.91 dólares; cena en Levy Restaurants, pollo barbecue y cervezas, por 104 dólares. Dos semanas después viajó a Washington: hospedaje en The St Regis, por 477.38 dólares; comida en Olives, por 212 dólares.

El 10 de julio, aperitivos en el bar del Four Seasons de Nueva York, por 142.30 dólares. Cena en Le Colonial de Manhattan, que ofrece “la delicadez y sofisticación de la comida fusión francesa-vietnamita” en un salón temático, reminiscencia de la época colonial británica en el sureste asiático. En vajilla de fina porcelana, con manteles de lino y la melodiosa caída del agua en las cascadas artificiales, Suárez comió la tradicional sopa de pescado y bebió vino tinto, por 90.21 dólares. Al día siguiente, en el Serafina Fabulous Grill de Central Park, pizza y vino Syrah, por 94.92 dólares.

Regresó a Londres el 9 de octubre de 2004. Se hospedó en una suite del The Dorchester Hotel. Naturalmente, otro hotel de lujo, el que aloja a los presidentes que visitan Inglaterra y que frecuentan también actores como Christian Bale, Kate Moss, la modelo Naomi Campbell o el piloto británico de Fórmula Uno Lewis Hamilton. Suárez Coppel pagó 2 mil 85.90 libras esterlinas en el Luxory, que ofrece a sus clientes un mayordomo a su exclusivo servicio, sauna y piscina de hidromasaje privada.

Ese día almorzó en el Oyster Bar ostras y cervezas Guinness y London Pride, por 31.20 libras esterlinas; cenó en Thai Square pollo tailandés, fideos, cerveza Stella Artoris, cerveza Beck’s y café, por 60.25 libras. Al día siguiente, en el Anna comió jamón serrano y bebió cerveza Hdegaarden, por 23.18 libras esterlinas. Un día después, comió en Wagamama Streatham St tallarines, pollo, cerveza y coca cola, por 47.10 libras.

El 12 de octubre llegó a París. Se hospedó por 300 euros en la habitación 331 del Hotel Royal Monceau, “una pieza del extraordinario lujo y la elegancia parisina”. Un palacio de techos altos, suelos de mármol y columnas frente al Arco de Triunfo y los Campos Elíseos. Comió en La Mascotte, de la Rue Saint Honore, chuletas de cordero, bacalao y alcachofas, por 129 euros.

En aquel viaje el funcionario público recurrió a las mejores mesas a cargo de chefs michelín. Por ejemplo, el 13 de octubre, acompañado de otra persona, a cuenta de Pemex comió en Al-Ajami, que figura en la Guía Michelín, y también, uno de los restaurantes más onerosos de París, donde una lata de coca cola cuesta cinco euros. Pagó 91 euros por albóndigas libanesas, tabbouleh, yogur, vino tinto y café.

Al otro día almorzó en el Bibendum Restaurant and Oyster Bar, de la Casa Michelín, cerveza Stella Artois, vino tinto, ginebra, vodka tonic, ostras de bretaña, calamares y salmón, por 180 libras esterlinas. Cenó en Tamarind, uno de los restaurantes más sofisticados de Londres (otra de las estrella Michelín); bebió Armagnac, vino Paarl de Sudáfrica, cerveza Cobra, batidos de yogur con mango, y café, por 357.02 libras.

El 16 de octubre cenó en el Nobu, del hotel Metropolitan, sin duda “el restaurante de más glamour” de Londres, particularmente por los comensales frecuentes: Brad Pitt, George Clooney y Kate Moss, o las modelos Hilary Rhoda, Gemma Ward y Sasha Pivovarova, o Michael Bolton y los Jonas Brother, entre otros. Por cierto, fue el primer restaurante de comida asiática en recibir una estrella michelín. Suárez Coppel comió sushi y bebió cerveza Asahi y té verde, por 238.05 libras.

El 10 de diciembre viajó de nuevo a Nueva York; se hospedó en el Hotel Plaza Athenènèe. Cenó en Fred’s At Barneys de Madison Avenue: ensalada, cangrejos, pulpo, cerveza y vino tinto, por 131.50 dólares. Al día siguiente comió en el Onigashima arroz importado de Japón, ensalada, cerveza y martinis, por 341.60 dólares.

El 12 de diciembre comió en el Indochine, por 198.80 dólares. Cenó en el Serafina Fabulous Grill: calamares, pizza, vino tinto Shyraz y vino tinto Grappa, por 118.13 dólares. El 15 de diciembre en The Brooklyn Beer Garden de Nueva York, una cerveza por 15.81 dólares.

El 9 de febrero de 2005 se hospedó en el New York Palace, por 659.57 dólares. El 28 de marzo pasó en St Regis, por 301 dólares. El 17 de abril en Four Seasons Hotel: hospedaje y desayuno a la habitación del legendario chef L’Atelier de Joël Robuchon, por 1 mil 497.26 dólares. Cena en el Sushi of Gari, en la zona de teatros de Manhattan: 132 dólares. Al día siguiente, cena en el Bice de Manhattan: ensalada de tomate y salmón, y vino tinto Goeff Hardy, bellini veneciano (champagne y jugo de melocotón) y whisky escocés Dewars, por 240.29 dólares.

En junio se hospedó en Le Park Meridiem, por 1 mil 153.09 dólares. La noche del 18 de agosto, en el Four Seasons de Houston, por 619.64. A la mañana siguiente almorzó en Pappas Brothers filete mignón, salmón, y dos botellas y tres copas del exclusivo vino Caymus, un Bacardí, cuatro Johnny Walter Red, por 1 mil 034 dólares. Cena en Pesce ensalada Caesar, cóctel de camarón y salmón; bebió Château Talbot cosecha 1998, de los viñedos de Saint-Julien, entre los Pirineos, cervezas Heineken y Amstel, whisky escocés Glenfiddich, Johnny Walter Black. Pagó 423.45 dólares.

En septiembre de 2005 viajó otra vez a Inglaterra. El día 14 en Oxford, almorzó en el restaurante francés Blanc Brasserie, por 19.50 libras esterlinas. Se hospedó de nuevo en el Mandarin Oriental, también el predilecto de la familia real, en cuyos salones Isabel II aprendió a bailar, el príncipe Philip organizaba fiestas para sus amigos del polo y los príncipes Carlos y Ana tomaban el té. Esta vez, Pemex pagó por la estancia de Suárez Coppel 350.38 libras esterlinas.

Para cerrar el año, en diciembre, se hospedó por cuatro noches en New York Palace, por 3 mil 538.09 dólares.

En 2006, su último año como director Corporativo de Finanzas, viajó en el mes de enero al Golf&Spa Resort Avandaro, que en Valle de Bravo ofrece “relajación, descanso y exclusividad”: alberca semiolímpica, campo de golf, canchas de tenis, cancha de pádel, por 5 mil 789 pesos. Tres días después volvió al Resort, otros 5 mil 789 pesos.

El 2 de febrero almorzó en el Uptown Sushi de Nueva York sushi de salmón, anguilas, rollo de atún, hueva de salmón, pulpo, caviar y Johnnie Walter Black, sake caliente y cerveza Kirin, por 402.89 dólares.

La noche del 9 de febrero se hospedó en el St Regis de Houston, por 349.83 dólares. Volvió a éste la noche del 1 de marzo, pagó 386.10 dólares.

Se despidió de sus viajes como funcionario de Pemex con uno a Londres: pasó el 30 y 31 de mayo de 2006 en el exclusivo Pennyhill Park, el mismo que sirvió de locación a los anuncios de Mercedes-Benz con Lewis Hamilton y Fernando Alonso. Durante esos dos días, el funcionario de Pemex pernoctó en el castillo spa “Relax & Renew”, donde acuden a relajarse Daniel Craig, Nicole Kidman, Cameron Diaz, Justin Timberlake, quienes deambulan entre los senderos repletos de rosas o se detienen a observar a los jugadores de fútbol, o al equipo de rugby que Sir Clive Woodward entrena en la cancha del hotel –el mismo equipo que llevó a Inglaterra a ganar el Mundial en Australia en 2003–. O bien, caminan en las pistas de jogging o juegan en la cancha de golf de nueve hoyos.

Camino al aeropuerto, para su regreso a México, Suárez almorzó en el sushi bar del Harrods arroz, calamares y cerveza Asahi.

Cinco meses después salió de Pemex para integrarse como vicepresidente del Grupo Modelo. Una estancia de casi tres años donde, según se ha ventilado en diversos medios de comunicación, tampoco entregó buenas cuentas. A decir del senador Graco Ramírez, “Suárez Coppel fue despedido del Grupo Modelo porque le provocó una pérdida patrimonial y financiera al meterse al mercado de valores y al mercado de futuros que le provocó un quebranto importantísimo a Modelo y lo despidieron”.

Después de tres años, Calderón lo regresó a la función pública, entregándole la operación de la empresa más lucrativa del Estado mexicano –la petrolera numero 11 a nivel mundial–, el puesto que todo el sexenio le buscó su protector, el exsecretario de Hacienda, Francisco Gil Díaz.

Suárez Coppel, patrimonio en duda

En sus primeras declaraciones como director general de Petróleos Mexicanos (Pemex) dijo que encontró la paraestatal mal administrada y con visos de corrupción. En 2007, como vicepresidente financiero del Grupo Modelo, Juan José Suárez Coppel fue involucrado por funcionarios de muy alto nivel de la Secretaría de la Función Pública (SFP) –entonces a cargo de Germán Martínez Cázares– en irregularidades en la asignación de millonarias adjudicaciones a contratistas de Pemex a cambio de sobornos en efectivo y viajes, y de depósitos millonarios en cuentas personales, que habría recibido entre 2001 y 2006 como financiero de la paraestatal, según las indagatorias que llevaba la SFP.

Suárez Coppel en ningún momento desmintió la información difundida por numerosos medios de comunicación, aunque internamente, ante la propia SFP reservó todos los datos sobre sus bienes patrimoniales y el dinero en efectivo que ingresó a sus arcas familiares durante los casi seis años que controló los recursos financieros de Pemex.

Suárez Coppel ingresó a la parestatal el 16 de febrero de 2001, fecha en que presentó su primera declaración patrimonial. Entonces declaró ingresos anuales por 1 millón 292 mil 246 pesos. Dijo que el 4 de agosto de 1999 habían ingresado a sus arcas 230 mil pesos de la venta de un automóvil Nissan Máxima 1998.

Declaró que el 26 de diciembre de 2001 había adquirido de contado un automóvil Máxima GLE por 365 mil pesos. Ese año adquirió también menaje de casa por 300 mil pesos y registró dos ingresos bancarios por 337 mil 275 pesos cada uno y reportó que no tenía un solo adeudo.

Sin embargo, omitió el registro de sus bienes inmuebles y los ingresos que obtuvo en su puesto anterior, como coordinador de asesores de Francisco Gil Díaz en la Secretaría de Hacienda y Crédito Público, entre diciembre de 2000 y febrero de 2001, así como los de su cargo anterior, en el sector privado, como director de finanzas de Desarrollo Axis, entre octubre de 1997 y noviembre de 2000.

En sus posteriores declaraciones patrimoniales, el también exvicepresidente financiero de Grupo Televisa ya no quiso revelar ni sus ingresos ni egresos, y dejó fuera toda posibilidad de transparentar su conducta como funcionario público, tendencia que, por cierto, siguió su mentor, Francisco Gil Díaz, quien en cada declaración patrimonial lo que omitió asentar fue precisamente el patrimonio que adquirió como encargado de las finanzas públicas en el sexenio de la bonanza petrolera.