Por segundo año consecutivo, el presidente de Israel, Shimon Peres, convocó una imponente conferencia, Facing Tomorrow (Jerusalén, 20-22 de octubre de 2009). Mas de 3 500 personas se inscribieron como participantes.

Entre los oradores se destacan el ecologista británico Barón David Mayer de Rothschild; el presidente de Skype, Josh Silvermann; el fundador de Wikipedia, Jimmy Wales; el maestro espiritual indio Sri Sri Ravi Shankar (que está dando lecciones de meditación trascendental a los dirigentes iraquíes) y el director de Publicis, Maurice Lévy.

En la lista de oradores políticos se encuentran Susan Rice (embajadora de Estados Unidos ante la ONU), Ivanov Gjorgje (presidente de Macedonia), José María Aznar (ex presidente del gobierno español), Tony Blair, (ex primer ministro del Reino Unido) y Leonid Kuchma (ex presidente de Ucrania). Francia está representada por Anne-Marie Idrac, ministra de Comercio Exterior.

Una asombrosa sorpresa se produjo durante el desarrollo de la mesa redonda «Convertir la crisis en oportunidad», en la que participaban el especialista en inteligencia artificial Raymond Kurzweil (miembro del US Army Science Advisory Board), el ensayista francés Bernard-Henry Lévy, la jurista Ruth Gavinson (ex miembro de la Comisión Winograd) y el diplomático Javier Solana (ex secretario general y actual alto representante de la Unión Europea.

El señor Solana, que parecía estar muy en forma, declaró: «Israel, permítanme decirlo, es un miembro de la Unión Europea sin ser miembro de sus instituciones». El señor Solana prosiguió resaltando que Israel es «parte activa de todos los programas de la Unión» y contribuye con su experiencia en las tecnologías avanzadas.

Subrayó Solana que ninguno de los Estados que se están incorporando a la Unión Europea tiene con ésta una relación tan estrecha como la Israel, aunque éste último Estado nunca ha sido candidato a entrar en la UE. Aseguró además a los asistentes que Bruselas está desplegando sus mejores esfuerzos en cuanto al caso iraní. Para terminar, afirmó que la lentitud del proceso de paz israelí-palestino no es imputable a Israel, sino a un simple problema de metodología.