Con un semblante de esperanza y de lucha eterna, Silvia Martínez refleja el orgullo de ser madre, maestra y dirigente de la Unión Nacional de Educadores (UNE); elementos que llevaron a esta gran mujer a luchar, una vez más, por su tan querido magisterio, al cual ha dado su apoyo desde hace treinta años, tiempo en el que ha sentido entre sus venas, los incandescentes colores de esta organización.

Así, Silvia Martínez, actual licenciada del colegio Carcelén, ubicado en el norte de Quito, iniciaba su explicación de lo que fue ésta, su más difícil lucha, frente a uno más de los gobiernos “democráticos” que se han sucedido en el transcurso de los años: “El régimen de Rafael Correa llegó con muchas esperanzas e ilusiones para los ecuatorianos: pero las cosas no fueron como pensamos para nosotros”.

Era necesario comenzar una nueva pelea por mejores condiciones de vida para ella y miles de maestros, quienes en el transcurso de los días iban uniéndose más y más en contra de las imposiciones del gobierno nacional, que no abría las puertas del diálogo con los dirigentes del magisterio. Este malestar se reflejó con gran fuerza el 7 de octubre de este año, durante la masiva movilización nacional de la UNE, denominada “La Toma de Quito”, en la que se presenció a miles de maestros de todo el país, con dignidad, obligar al Gobierno a recibir a los dirigentes para iniciar un diálogo franco y productivo para resolver los grandes problemas de la educación.

Pero ¿cómo se desarrolló esta lucha en la vida de Silvia Martínez? Ella comenta: “cuando estamos en la lucha las tareas son mas grandes”, refiriéndose al papel de madre y de maestra, “pero lo importante es levantarse temprano para no tener choques de actividades en el transcurso del día”. Lo fundamental es el gran apoyo y soporte que tiene en sus tres maravillosos hijos, los cuales le han servido en algunas ocasiones como inspiración para varios de sus escritos; una de estas inspiraciones fue la carta que la maestra Martínez otorgó al magisterio, a petición de sus compañeros, en la que respaldaba la perseverancia y la resistencia de sus colegas y amigos. Esta carta circuló masivamente a través del internet y fue publicada como hoja volante en varias provincias del país.

Pero para Silvia existe otra carta que llegó a trascender en su vida, por la forma en que nació, fue la convocatoria a la unidad para el paro de los profesores, la misma que decía: “En la sala fría de un hospital”, frase inspirada en el duro momento que Silvia se encontraba, puesto que una de sus niñas acababa de ser operada. Y en ese mismo instante le pidieron que ella realice la convocatoria de unidad a los padres de familia, profesores y estudiantes. Simplemente, esta gran madre nos cuenta que fue la carta que más vivió y sintió dentro de su corazón, porque mientras escribía con su puño y letra esas palabras, que al final iban a tener una reacción de fuerza en sus compañeros, por otro lado la melancolía llenaba de lágrimas sus ojos, al ver a su hija tendida en una camilla, débil, sin reacción alguna por la operación.

“Chagra de corazón”, así es como la maestra riobambeña Martínez se considera. Nos comentó un poco de sus inicios como mujer de conciencia luchadora; y fue antes de sus dieciocho años, cuando se encontraban reuniendo las primeras firmas para que reconocieran como partido al Movimiento Popular Democrático (MPD). La joven Silvia ya estaba haciendo sus luchas estudiantiles en el muy ilustre “Colegio Nacional De Riobamba”.

De sus inicios mismos como maestra, en Cayambe, Silvia nos habló de otra de sus luchas, para ella la más importante, pues de por medio estaban sus padres; los cuales fueron apresados, y como si no fuese suficiente, iban a ser víctimas del maltrato de los dueños de una hacienda. “Eso jamás lo permitiría”, dice con su mirada brillante esta valerosa “chagrita”. Nos cuenta que no se quedó con los brazos cruzados, se dirigió al Ministerio de Gobierno e hizo que destituyeran al teniente político y no permitió más abusos de parte de los infames dueños de la hacienda; aunque luego tenía amenazas de muerte, eso nunca la amedrentaron, por último, no dejó que abusaran de sus padres. “Otra lucha victoriosa”.

Como una “fecha cívica” para su vida personal, recuerda claramente que un 1 de octubre de 1979 se incorporó a la UNE. Y que desde ese instante siempre ha realizado trabajos con los sectores más necesitados, y en especial con sus alumnos, haciéndoles participes de la realidad que vivimos en nuestro país.

Así, una vida de luchas, en las que se pierde y se gana, Silvia Martínez, una mujer de gran carisma y con una conciencia política hacia los más necesitados, es un ejemplo de madre, maestra, dirigente, pero en especial de una mujer ecuatoriana que es y será capaz de llegar hasta las últimas consecuencias, para defender los intereses de sus compañeros de lucha, de su familia y de su pueblo, que al igual que todos los ecuatorianos soñamos por una Patria Nueva.