A menos de un año del bicentenario de la Independencia de México, la principal opositora y protagonista de esta gesta histórica, recurre a otra milenaria artimaña para evadir su responsabilidad histórica; la cínica actitud de la clerecía exhibe una vez más la habilidad de una pastoral que revalida el refrán popular que reza “mas sabe el diablo por viejo que por diablo”; se habla de la cruzada que inició el episcopado mexicano a través del sacerdote Hugo Valdemar vocero y representante legal de la Institución; quien con argumentos legaloides negó la excomunión a perpetuidad, de los principales caudillos de éste legado de libertades.

Para la curia mexicana la satanización y todas las maldiciones vertidas desde las plantas de los pies hasta el cabello de los héroes nacionales, tras haber afectado sus bastardos intereses, no son “válidas”, porque si bien fueron excomulgados, el que ofició tal degradación no estaba facultado oficialmente, y por otro lado fueron “reconciliados” según su dicho antes de su muerte; legaloide argumento con el que pretenden borrar la perversa y sanguinaria actitud de un clero que jamás ha renunciado a sus pretensiones totalitaristas de poder. De ahí el desconocimiento al acto condenatorio de Abad y Queipo, el Obispo que sin misericordia satanizó, sentenció y maldijo, amenazando a todos aquellos que se levantaran en pro de la Independencia. (Ver anexo excomunión de Hidalgo).

Lo que no menciona el vocero, es que la vileza de los purpurados fue más allá, cuando la misma historia lo señala (El clero y la Independencia de México INEHID) en un intento por minimizar la oposición de la Iglesia romana al movimiento de Independencia; Félix Navarrete escritor clerical, justifica y minimiza la proliferación de excomuniones a tres edictos, el de la Inquisición, la del obispo electo de Michoacán y la del arzobispo de México y eso fue todo, dijo en su momento.

En su omisión irresponsable, el vocero del arquidiócesis de México, evade mencionar las que vertió el Obispo de Guadalajara Ruiz de Cabañas en su edicto del 24 de octubre de 1810, quien escribió textualmente “adoptamos y vibramos la misma censura (excomunión) que fulminó..... el obispo de Valladolid”.

El 26 de Enero de 1811 la Inquisición presentó un segundo edicto “os exhortamos, requerimos y mandamos en virtud de santa obediencia y sola pena de excomunión mayor latae sententiae y pecuaniaria a nuestro arbitrio... que presentéis las dichas proclamas y cualquier otro papel sedicioso”.

Bergosa y Jordán, Obispo de Oaxaca sigue el ejemplo de sus colegas en lo relativo a las excomuniones, escribe Pérez Menen: “Para evitar que sus feligreses se enrolaran en la revolución, Bergosa describía a los Insurgentes como monstruos, con alas, cuernos, picos, y plumas similares a los grifos, seres fantásticos de mitología.

González Campillo Obispo de Puebla, fulminó excomunión el 12 de Junio de 1812 a todos los que escribiesen a favor de la Independencia; prohibió bajo la pena de excomunión mayor ipso facto incurrenda, la lectura de los papeles Insurgentes y extendió la misma pena a los que, poseyéndolos, no los entregasen en un plazo de 24 horas, contadas desde la publicación del edicto.

A estas posturas radicales y totalitaristas se sumaron la de otros altos clérigos como Javier Lizana, Pedro de Fonte, Antonio Pérez Martínez y muchos antipatriotas, que como los de hoy siguen siendo los verdaderos enemigos de México.

La más reciente declaración la vertió el Cardenal jalisciense Juan Sandoval Iñiguez, quien sin reconocer los desaciertos de la Iglesia, se fue sobre el magisterio y dijo: “algún profesor con orejas de burro” escribió que Hidalgo y Morelos murieron excomulgados; ante ello exigió “tienen que reformar los libros de texto de educación básica” y como todos los antipatriotas añoró la época colonial como los mejores años de México por la huella que dejó su monopolio de fe en santuarios y obras que les fortalecieron. (La Jornada, Jalisco 7 Sep. 09). En la entrevista al Cardenal tapatío demostró su compromiso con la cruzada nacional del Episcopado mexicano para desconocer su responsabilidad en una excomunión que hoy todos niegan bajo tesis legaloide, “los curas Miguel Hidalgo y José María y Pavón murieron en el seno de la Iglesia y no excomulgados”.

Una postura que no comparten los investigadores serios y los no comulgantes con un Estado Vaticano manipulador; ante esto la maestra y licenciada en Historia por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), Magdalena Mas, mencionó para una entrevista del programa “Entre Café y Noticias”, de la Agencia Fronteriza de Noticias de Tijuana, que el cura Hidalgo, aunque se arrepintió y fue perdonado, no comulgó, por lo que definitivamente “murió excomulgado”.

La maestra dice que el artículo publicado por la Agencia Fronteriza, recorre el país hablando sobre el inicio de la Independencia de México, que en 2010 cumplirá 200 años.
La mujer es directora del Instituto Especializado de Historia, dependiente de la UNAM, que encabeza los festejos del Bicentenario de la Independencia y Centenario de la Revolución.

TODA LA FUERZA DE LA IGLESIA PARA MAQUILLAR LA HISTORIA

Según la Historiadora y analista en temas religiosos Esther Castellanos Rojas: “La astucia de los clérigos se da por naturaleza, lo mismo que su doble moral, es asombrosa su hipocresía, porque bien saben que de ellos salió el 2.5 % de sacerdotes que se inconformaron ante los abusos de la Iglesia y sus huestes clericales, entre ellos la alta cúpula de purpurados y presbíteros quienes no perdonaron a esa minoría religiosa que impidió sus saqueos y dominio territorial, ministros antipatriotas que flagelaron a los aborígenes y llevaron a la condenación, excomunión y fusilamiento a los héroes nacionales”.

“Minoría religiosa que valerosamente ofrendó sus vidas, entre ellos Miguel Hidalgo y Costilla, José María Morelos y Pavón, Agustín de Iturbide, Mariano Matamoros, Francisco de Lizana y Beamont, los frailes Bernardo Conde, Pedro Bustamante, Carlos Medina, Ignacio Ramírez, entre otros que fueron condenados por la inhumana Iglesia. No debemos pasar por alto que la sobrevivencia del milenario imperio, no se debe a la gracia de Dios, sino al manejo de su doble rostro, los clérigos se han montado en caballo de hacienda, traicionando incluso sus raquíticos principios de fe, dicho de otro forma, se alinean con los vencedores y traicionan a sus aliados”.
“Por ello en 1810 al contar con el apoyo de Fernando VII en el impulso de la corona, la clerecía se fue contra los independentistas con toda la rabia contenida al ver sus intereses trastocados, por lo que la lucha se tornó encarnizada. Pero para la consumación de la Independencia en 1821 el clero postrado y viendo en peligro de lo que le quedaba, por el arribo de Napoleón prefirió pactar y conservar lo que tenía, así que su sobrevivencia es gracias a su sagacidad y no por intervención divina”. Concluye la historiadora.

Lo que sí queda claro en la historia, es que los enemigos de la Independencia fueron los clérigos, los mismo que hoy echan las campanas al vuelo para hacernos creer que forman parte de esa gesta heroica, o cuando por la defensa de sus intereses así conviene, lamentable acción que las autoridades disimulan por representar los intereses de una Institución a la que se deben. Absurda pretensión la de clarificar los hechos, porque el mismo Papa estuvo de acuerdo con ésta fratricida lucha; los religiosos y sus comparsas fueron enemigos de México, aportaron en su momento el armamento y reclutaron a los elementos (creyentes) que servirían como carne de cañón en la defensa de sus intereses; sus bastas aportaciones económicas están plenamente documentadas, y por si esto fuera poco, los asesinos por ellos reclutados contaban con la supuesta absolución de sus pecados aumentando su potencial sanguinario, mientras que a los opositores les fueron negados sus estériles sacramentos.

Los clérigos, en busca de nueva imagen histórica para la Iglesia.

Un clero que se aferra a su lucha de intereses políticos y económicos, que va con todo en el Bicentenario del 2010 por el respaldo oficial, su objetivo resarcir su imagen, así fue el anuncio la Arquidiócesis de Guadalajara al inicio de esta cruzada, (La Jornada 06-23 2008) se hace, dicen, para atender a la “purificación de la memoria histórica” sobre la Independencia y la Revolución, la propuesta es del Arzobispo José Guadalupe Martin Rábago, quién según su dicho esta revisión será sobre los “verdaderos hechos” lo que pone en evidencia a prestigiados historiadores y la falsificación de los hechos.

En este sentido llama la atención quienes conforman su equipo arquidiocesano, el Presbítero José R. Ramírez Mercado como Presidente Honorario, el Sacerdote Abel Castillo como Presidente, el Presbítero Tomás de Ijar Órnelas como Secretario y el Sacerdote Alberto Estévez Chávez y el investigador Francisco Barbosa Guzmán, selecto grupo de religiosos, quienes ya califican la historia original como decimonónica, maniquea u otros calificativos que atentan contra la histórica versión que señala su traición. Los antes señalados buscaran por consigna lavar la imagen de los sanguinarios religiosos de la Independencia y sobre todo la de los despiadados Cristeros (hoy beatificados) el famosos 14 y otros que sin rubor terminaron con la vida de sus hermanos.

Organizaciones que trabajan arduamente para rebuscar los puntos legaloides que les permitan reinventar la historia de México, en donde ya mencionan que la excomunión de Hidalgo no tuvo efecto porque el Obispo Abad y Queipo no ostentaba legalmente el cargo; éste es el rostro de la traición del clero, hoy se desconoce al Obispo Abad y Queipo, sin mencionar que éste ya había sido satanizado por la misma clerecía, por haber mostrado su desacuerdo ante Fernando VII (1814) por la actuación del Virrey Calleja y haber propuesto diversas reformas ante la regencia, entre estas la legislación agraria que permitiese a los indios el reparto de tierras realengas y su acceso al cultivo de latifundios.

Cabe agregar que la Iglesia tenía en propiedad la tercera parte del territorio nacional, razón de más para oponerse rabiosamente a la Independencia. En este sentido la Iglesia tenía en la mira a quien hoy desconocen, tras ser nombrado en 1816 Ministro de Gracia y Justicia por Fernando VII, Abad y Queipo criticó la actuación Española, lo que le valió el repudio del Santo Oficio; no obstante logró la absolución por su traición a la corona. Pero a pesar de su postura contraria a la sublevación y haber excomulgado al Insurgente Miguel Hidalgo, fue condenado a 100 años por su osadía.

Por lo tanto, los rebuscamientos legaloides de la curia serán un ridículo para la posteridad, porque es imposible el borrón y cuenta nueva para pretender cambiar el curso de la historia, los mexicanos de hoy tienen conciencia del negro historial de la Iglesia, muy a pesar del esfuerzo de sus pastores por hacer creer que su oscurantismo es una leyenda o fábula de sus detractores; en fin, están cosechando lo que sembraron, porque los y las mexicanas que despiertan de su letargo religioso, saben que hay historias que ni se cambian o borran con un MEA CULPA.

Fuente : Binational Magazine.