por Laylah Ferreyra; laylahferreyra@hotmail.com

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5-11-2009

Violencia que no acaba

Bolón y el Ñato son los rostros de dos facciones de la barra brava de Universitario de Deportes, son los protagonistas del último capítulo de una historia que lleva más de 15 años sin resolverse. La desgracia que sufre hoy la familia de María Paola Vargas no es la única desgracia, la indiferencia como sociedad frente a la violencia juvenil es la otra.

María Paola es una víctima

Es imposible no sentir estupor y rabia al escuchar a Humberto Vargas, padre de María Paola, ensayar las dolorosas versiones de la muerte de su hija. Nadie puede negar que esta tragedia nos coloca frente a la impotencia más grande como sociedad, como familias, como estructura, reconocer que coexistimos con una salvaje realidad.

Despedir a tu hija de 25 años un sábado por la tarde no debería suponer temor, angustia o desazón, sin embargo la familia Vargas el 24 de octubre pasado lo hizo. Despidió a su querida hija sin poder predecir que terminaría envuelta en una situación confusa y ajena a su realidad, a su tranquila naturaleza.

Y justamente allí está la esencia de este drama social, la impresión que ha causado imaginar a esta delicada muchacha en medio de la turba violenta y salvaje de los barristas, ha sido inmensa. Imaginarse por unos segundos que la histeria y nerviosismo se apoderaron de ella, y no encontró mejor salida que escapar de ese terrible momento. Segundos después la violencia se desató y ... las hipótesis empiezan a jugar un rol primordial. ¿qué pasó realmente? ¿quién la empujo? ¿cómo murió?

El hecho objetivo es que murió víctima de una problemática que no le pertenecía, que nada tenía que ver con su vida. Fue el destino el que la enfrentó a ese instante funesto, no lo sé, aún no lo entiendo. Soy madre y creo que es muy difícil ser imparcial en este caso, pero intentaremos ver más allá de los últimos hechos.

De todas las teorías que hemos escuchado sobre esta muerte la más lógica, dentro de este universo desquiciado de violencia, es que dos bandos de la barra brava, el Aguante de Surco y la Brigada de Surco se encontraron accidentalmente en el bus tipo couster que transportaba a María Paola a una parrillada. Al verse enfrentados por una vieja rivalidad emprendieron unos contra otros, y en medio de la gresca María Paola fue empujada o impulsada a caer del transporte, sin lograr equilibrio alguno.

¿Por qué eran rivales, si ambos grupos son fanáticos de la “U”? Supuestamente las razones estarían vinculadas a la repartición gratuita de entradas que hace el club con los barristas. Una lucha de poder por un espacio dentro del estadio. Un universo particular con sus propias reglas y leyes. Comprender la sicología del barrista es muy complejo, se involucran factores intrínsecos a su esencia como ser humano.

Una mirada diferente

Sin ánimo de justificar lo sucedido, ya que nada puede justificar la muerte de una inocente, me permito ir más allá en este comentario e intentar comprender un poco más la realidad social de los miembros de las barras bravas. Es importante hacerlo porque ellos son parte de un problema global, lleno de complejidades que involucran autoridades, dirigentes deportivos, Policía Nacional y a sus propias familias.

Ronny Ramos Pérez, alias “Bolón” tiene la misma edad que tenía María Paola Vargas, es decir, es un joven también. La circunstancia los reunió en un mismo lugar, en el mismo momento pero... con cuánta distancia ¿no?. Él forma parte del triste grupo de jóvenes desadaptados, seguramente, que sin tener una estructura familiar, un soporte emocional, económico y afectivo buscan desesperadamente una excusa para gritar su pena, su frustración.

La barra brava es una tribu que suple o disimula la carencia de familia, de cariño, es una unidad independiente que forja el espíritu de los jóvenes que necesitan pertenecer a alguien, a algo. No todo barrista es delincuente, no toda barra brava es un nido de criminales, los hinchas forman una legión eufórica que al estar identificados con una causa enrumban sus vacíos existenciales, sus ausencias personales.

Pero, ¿cuándo surge la violencia?, ¿cuándo la pasión por el grupo se torna agresión y ataque? Cuando intervienen factores externos como el consumo de drogas, alcohol, la violencia intrafamiliar, el abuso físico de adultos responsables de ellos, es decir, cuando la familia falla. Colapsa.

La psicóloga Carmen Gonzáles escribió en su columna, en el diario Peru21, una frase que creo resume, dolorosamente, lo que intento explicar: Empujaron a Paola por el gozo de hacerlo. Jóvenes con violencia extrema propia de quienes sienten desesperanza total: nada bueno pueden hacer porque nada bueno recibieron. Fue la ruptura de las normas esenciales del hombre civilizado.

Palabras oficiales

Resulta difícil creer que la solución a esta problemática va a pasar por la oficialía mayor, al escuchar expresiones como las del presidente Alan García: "Éstos van robando las casas y faltando el respeto a las personas conforme avanzan por las calles, y yo digo que la policía tendría que poner más mano fuerte con ellos. Lo he pedido siempre. Un poco de ’perdigoneo’ de vez en cuando a estos vándalos les haría sentir de su propia medicina...”

De estas palabras se desprende una indiferencia y desconocimiento total del contexto de las barras bravas, una tímida respuesta frente a una situación que debería suscitar una investigación seria y comprometida. No solo por el bien de las familias como los Vargas, sino también para familias como la de Bolón o Ñato. Nadie defiende su violencia pero alguien se ha preguntado qué pasaría si el Estado intenta invertir en programas sociales de integración verdadera.

A alguien le interesa encontrar las claves que eviten que más niños se refugien en las pandillas o las barras bravas, los integrantes de estas son niños, adolescentes que son, muchas veces, manipulados por dirigentes cuyos intereses económicos van más allá de todo afán. La Policía Nacional no puede con el problema, tuvimos que esperar la muerte de María Paola para que se reúnan los dirigentes más importantes de los clubes deportivos con el ministro del interior, Octavio Salazar.

La conclusión del evento: empadronar a los barristas para que solo así reciban entradas gratis para los partidos, ¿esa es la mejor solución? Es que acaso no sería más importante que los clubes se comprometan a trabajar con sus propios dirigentes para ayudar a canalizar la energía de sus hinchas. Es que ellos solo sirven para alentar al alicaído futbol peruano, y así seguir justificando un campeonato nacional que es una vergüenza.

¿Qué intereses ocultos evitan que la violencia desatada se frene, por ejemplo, anulando el campeonato de futbol? Si el deporte ya pasó a segundo plano, si las noticias vinculadas al futbol solo describen muertes, ataques, disputas entre autoridades deportivas, como en Alianza Lima, pugnas por el poder económico que representa en nuestro país el deporte rey... ¿qué esperan para replantear el asunto?

La masa que invade los estadios con pancartas, gritos y excitación tiene una identidad perdida, no cuentan como individuos, nadie sabe quiénes son. Hoy sabemos que Bolón es Ronny Ramos, pero si la absurda muerte de María Paola no ocurría, ¿a alguien le hubiera interesado lo que pasó en ese bus aquella tarde? Creo que no.

AJEPERU en Facebook

La Asociación de Jóvenes Estudiantes del Perú, Ajeperú, inició una exitosa campaña en la red social Facebook a raíz de la muerte de María Paola Vargas. Su convocatoria ha agrupado a más de 46 mil miembros bajo el lema “Paremos la violencia de las barras bravas”, la descripción de la iniciativa recoge ambas caras de esta desgracia: la violencia generada por los barristas y la inseguridad ciudadana producto de la indiferencia policial.
Apoyamos la iniciativa en memoria de María Paola, quien además en un acto extremo de generosidad, donó en vida sus órganos, voluntad que fue respetada por su familia y que permitió a cuatro personas recibir este maravilloso regalo de vida. Ajeperú está organizando una Gran Marcha en contra de las Barras Bravas el domingo 15 de noviembre desde las 9 de la mañana en el Campo de Marte. La idea es que el pedido de paz no cese, y que la violencia sea erradicada por completo.

De comprobarse la culpabilidad de alguno de los acusados exigimos la pena máxima, de no ser así, debería ponerse en tela de juicio la participación de todos los actores de esta situación: clubes deportivos, dirigentes, Policía Nacional, autoridades gubernamentales, e intentar encontrar una salida justa e integradora a esta realidad social. Desde este espacio expresamos nuestra solidaridad con la familia de María Paola Vargas.