En su vida los hinchas orientales se hubieran imaginado que el “papá Aucas” tendría un final tan agónico y triste como el de 2009, menos aún recordando el magnífico plantel de 1945, con en el que quedó campeón desde ese año hasta 1949, obteniendo un glorioso pentacampeonato en el fútbol de Pichincha y, después, un invicto de tres años, dos meses y doce días durante su tricampeonato.

En realidad este club se ganó el corazón del pueblo quiteño; la pasión y el fervor siempre se encontraban en el pecho del hincha que rodeaba las tribunas del Sur de Quito, con el principal objetivo de alentar cada fin de semana al tan querido auquitas; simplemente esto ya no es suficiente hoy en día para que dicha escuadra esté entre los mejores del fútbol quiteño.

Ahora, parece ser que lo imprescindible en el fútbol ya no son las espectaculares jugadas de grandes estrellas, que miraban el balón con hambre de gloria y un eterno orgullo por su camiseta, sino simplemente las millonarias cantidades de dinero por las que se juega un partido de fútbol, siendo éste uno de los primordiales problemas de Sociedad Deportiva Aucas, por lo que el “ídolo del pueblo” también fue tragado por la lógica industrial del fútbol, que poco a poco ha ido entendiendo este deporte como un símbolo de consumo y lucro excesivo.

En consecuencia, de la serie de inconvenientes que atraviesa el más grande de los deportes a nivel mundial y que pasan desapercibidos por la sociedad, es conveniente detallar cuáles fueron las causas para que el cuadro oriental, como institución, tenga un desplome tan atroz en esta época, pues ya no veíamos a un “papá” sino a un “abuelo” muy desgastado por las malas directivas que pasaron por esa gloriosa institución, que siempre representó al pueblo quiteño.

Es por eso que Douglas Ríos, estudiante de la Facultad de Comunicación Social y uno de los tan nombrados hinchas fieles del Aucas, nos cuenta con angustia en su rostro que “el Aucas empezó a decaer desde el 2008 (año en el que bajó a la serie “B” del fútbol ecuatoriano); primero fue la mala composición del equipo, y que tanto dirigente, jugadores e hinchas comenzaron a perder interés por el Aucas, en especial el presidente Fernando Hinojosa”.

Y es que, como este deporte se ha transformado, hoy en día los clubes de fútbol deben conformar bases fuertes de dirigentes, técnicos y jugadores, con presupuestos financieros bastante altos, para surgir económica y “futbolísticamente”. Y es por esto que el fútbol podría dejar de ser ese deporte que grandes y chicos lo practicaban con unidad y gozo, para pasar a un plano de industria a nivel global.

Por este motivo, algunos hinchas auquistas que, al igual que Douglas, se sienten impotentes por no poder salvar al “papá” de la crisis económica por la que pasa, creen que su equipo puede desaparecer al encontrarse en la Segunda división del futbol ecuatoriano; pero, eso sí, afirman que nunca en su vida dejarán de seguir al equipo de sus amores, ese equipo que en todo momento y en todo lugar es representado por el pueblo y para el pueblo.

Ahora mismo, podemos cruzar por las históricas veredas del Estadio del Aucas y sentir esa profunda incertidumbre y nostalgia que hoy cubre las mentes del pueblo auquista, al igual que también se puede respirar la esperanza de una hinchada todavía en pie, que jamás bajará los brazos ni se rendirá hasta ver realizada su gloriosa utopía, por la que ha luchado: volver a ver al “papá Aucas” como un “PAPÁ” del fútbol ecuatoriano.