Una de las características que ha marcado el primer año de gobierno del presidente de Estados Unidos, Barack Obama, ha sido la intensidad de sus actividades bélicas en América Latina. De esto dan cuenta las nuevas instalaciones militares en Colombia, la utilización de la base estadunidense en Palanquero para derrocar al presidente de Honduras y, más recientemente, el envío de miles de soldados y de buques de guerra al devastado Haití.
Las naciones suramericanas han visto en ello una amenaza para su soberanía. Venezuela ha advertido a la comunidad internacional de una inminente invasión estadunidense a su territorio. De hecho, Venezuela se encuentra cercada por más de una docena de instalaciones bélicas estadunidenses, además de que aviones militares de Estados Unidos han efectuado incursiones sobre el territorio de ese país suramericano. Ahora, en este segundo año de gobierno de Obama, todo indica que las condiciones para una agresión armada al pueblo venezolano son incuestionables. A esto se agrega la dolorosa experiencia que a lo largo del siglo XX han tenido varios países de América Latina a consecuencia de las invasiones y golpes de Estado auspiciados por el gobierno estadunidense; muchos de ellos, en el segundo año de la administración de sus ejecutivos en turno.
El cerco se cierra
Ignacio Ramonet, en su artículo “Cercando a Venezuela”, publicado el 8 de enero de 2010 en Le Monde Diplomatique, advierte que este país se encuentra rodeado por 13 bases estadunidenses, situadas en Colombia, Panamá, Aruba y Curazao (de soberanía holandesa), así como por los portaviones y navíos de guerra de la IV Flota. Ramonet nos recuerda que la base estadunidense de Manta, en Ecuador, colaboró en el fallido golpe de Estado del 11 de abril de 2002 contra el presidente Chávez; señala que “el presidente Obama parece haber dejado manos libres al Pentágono”. Al final de su colaboración agrega tajante: “Todo anuncia una agresión inminente”.
El cerco sobre Venezuela ha seguido cerrándose. Ocho días después de la publicación del artículo de Ignacio Ramonet, Haití es presa de un fuerte movimiento telúrico de 7.3 grados en la escala de Richter. Con un saldo mayor a 180 mil muertos, y más de 200 mil heridos, Haití se convierte en presa fácil del imperialismo estadunidense. Ante la mirada atónita de la comunidad internacional y bajo la bandera del pacifismo de Obama, Estados Unidos envía más de 14 mil soldados integrados en unidades de intervención anfibia con base en Nassau, y miembros del 24 Cuerpo Expedicionario de los Marines, además de un portaviones nuclear y de mantener también el control del aeropuerto local.
El presidente de Venezuela, Hugo Chávez, ha advertido a la comunidad internacional que el Ejército estadunidense ingresó a Haití sin consultar a la Organización de las Naciones Unidas (ONU) ni a la Organización de Estados Americanos. Por su parte, Bolivia, Ecuador, Francia, Nicaragua y Uruguay se unieron a las críticas por la presencia armada de la potencia, que consideran a todas luces excesiva e inoperante.
En particular, Bolivia ha expresado sus temores de que Haití se convierta en otra base militar estadunidense, mientras que Francia ha solicitado a la ONU la necesidad de precisar el papel que juega Estados Unidos en Haití y muy concretamente protestó por las graves fallas de los soldados estadunidenses en la gestión del aeropuerto de ese país. Los medios internacionales han dado a conocer la denuncia de la misión médica francesa, acerca de la falta de logística en la terminal aérea de Puerto Príncipe, lo que ha provocado retrasos en la distribución de la ayuda humanitaria. El secretario de Estado de Cooperación francés, Alain Joyandet, llegó a declarar que “no se trata de ocupar el país, sino de ayudarle a que recobre la vida”.
Italia ha afirmado que la colaboración de Estados Unidos en Haití es ineficaz, pues su despliegue militar no ha desembocado en acciones contundentes que brinden al pueblo haitiano una rápida salida a la crisis que está viviendo.
Por su parte, los países que conforman la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América –Bolivia, Cuba, Ecuador, Nicaragua, Venezuela, Dominica, Antigua y Barbuda, y San Vicente y las Granadinas– han mostrado claramente su voluntad de apoyo al pueblo haitiano. En el marco de una reunión de los países de la Alianza Bolivariana, Venezuela anunció la condonación de la deuda de Haití por la compra de combustible venezolano por medio del programa Petrocaribe.
Los juegos de guerra
En sus escarceos bélicos, el imperio ha intensificado su acoso desde el 11 de diciembre de 2009, cuando la secretaria del Departamento de Estado, Hillary Clinton, advirtió a Venezuela y Bolivia que deberán atenerse a las consecuencias por haber recibido al presidente iraní, Mahmoud Ahmadinejad, durante una gira que éste efectuó en América Latina y que también incluyó a Brasil, país que no recibió amenaza alguna.
El acoso ha incluido el envío de aeronaves que han violado el espacio aéreo venezolano. El presidente Chávez ha denunciado los sobrevuelos de aviones de guerra estadunidenses efectuados en mayo y en diciembre de 2009, este último por parte de un avión no tripulado –conocido como “drones”– de tecnología estadunidense, proveniente de Colombia. La incursión más reciente data del 8 de enero de 2010 por un avión estadunidense que partió del aeropuerto de Curazao, la mayor isla de las Antillas Holandesas, y que se introdujo al espacio aéreo venezolano en dos ocasiones, la primera por 15 minutos y la segunda durante 19 minutos, siendo escoltado en esta segunda ocasión por aviones F16 de la fuerza aérea venezolana. Ni Ámsterdam ni Washington han dado respuesta satisfactoria a las inquietudes que estos sobrevuelos han despertado en la comunidad internacional, ni a la denuncias efectuadas por el presidente Hugo Chávez.
Más allá de las amenazas y del acoso constante del gobierno estadunidense hacia Venezuela, cabe reparar en la periodicidad del comportamiento bélico de Estados Unidos hacia América Latina. Es interesante constatar que un número importante de las invasiones y de los golpes de Estado que han sufrido los países de América Latina se han llevado a cabo en el segundo año de gobierno de varios presidentes de Estados Unidos. Independientemente de que se haya probado la intervención de la mano estadunidense en estas acciones, éste es un recuento no exhaustivo de algunos golpes militares en el continente, que al parecer reaparecen en la escena política regional, con toda la contundencia de la tecnología bélica moderna:
Guatemala. En junio de 1954, golpe de Estado contra Jacobo Arbenz Guzmán, presidente electo de su país, en el segundo año de gobierno del presidente Dwight D Eisenhower, quien comenzó su mandato el 20 de enero de 1953.
Paraguay. En 1954 el general Alfredo Stroessner da un golpe de Estado mediante el cual se instala en el poder durante 35 años. Esto también en el segundo año de gobierno del presidente Dwight D Eisenhower.
Argentina. Golpe de estado en 1962, mediante el cual se derroca al presidente Arturo Frondizi, elegido en 1958. Este golpe corresponde al segundo año de mandato de la presidencia de John F Kennedy.
Brasil. Golpe de Estado en marzo de 1964 contra el presidente João Goulart. Éste fue un caso atípico en la historia de Estados Unidos, pues era el primer año de gobierno del presidente Lindon B Johnson, quien tomó posesión el 22 de noviembre de 1963, posterior al asesinato de John F Kennedy.
Argentina. Golpe militar en 1966 en contra del presidente Arturo Umberto Illia, elegido en 1964, mediante el cual se estableció un nuevo régimen dictatorial. Este evento correspondió al segundo año de mandato del presidente Lyndon B Johnson, quien comenzó sus funciones como presidente el 20 de enero de 1965.
Argentina. El 24 de marzo de 1976, golpe militar que se autonombró Proceso de Reorganización Nacional, conocido bajo el nombre de guerra sucia por la cantidad de detenidos, secuestrados y desaparecidos. Este golpe se da a poco más de año y medio de la toma de posesión de Gerald Ford, quien jura como presidente de Estados Unidos el 9 de agosto de 1974, como consecuencia de la renuncia de Richard Nixon.
Venezuela. En abril de 2002, el presidente Hugo Chávez es secuestrado durante 48 horas tras un fallido golpe cívico militar. Esta acción correspondió a George W Bush en su segundo año de gobierno.
Venezuela. Acción golpista entre diciembre de 2002 y febrero de 2003, consistente en la paralización de Petróleos de Venezuela a finales del segundo y principios del tercer año de gobierno de George W Bush.
Si bien, en junio de 2009, con el apoyo de la base estadunidense de Soto Cano, se produce el golpe de Estado en Honduras contra el presidente Manuel Zelaya, es en el transcurso del segundo año de gobierno del presidente Barack Obama que este golpe de Estado se completa con la toma de posesión de Porfirio Lobo, quien asume el cargo el 27 de enero pasado como sucesor del dictador Roberto Micheletti.
Ante tales hechos, en este segundo año de la presidencia de Barack Obama, las amenazas de su gobierno al pueblo venezolano, más la estratégica instalación de bases militares en el cono Sur y en el Caribe, así como los vuelos no autorizados de aeronaves de guerra sobre el territorio de ese país, llevan ineludiblemente a considerar como ciertas las declaraciones del presidente Hugo Chávez, así como la conclusión del reconocido analista internacional Ignacio Ramonet, de Le Monde Diplomatique, entorno a que todo anuncia para Venezuela una agresión inminente.
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