23-2-2010

Acaba de fungir de adivino el primer ministro Javier Velásquez Quesquén. Ha dicho, entre otras simplonadas, lo siguiente:

“.....que si el mandatario Alan García decide viajar a Chile para la ceremonia de transmisión de mando, será recibido con cordialidad y respeto.

En ese sentido, descartó la posibilidad de que el jefe de Estado sea víctima de desaires o actitudes hostiles de parte del pueblo chileno.

El pueblo chileno es muy respetuoso, Sebastián Piñera (presidente electo) ya dijo claramente que con el Perú va a impulsar una relación muy inteligente y responsable, alejada de los problemas jurisdiccionales. Como país democrático y soberano, el Perú va a respetar las decisiones de los organismos internacionales. No hay temor de que (Alan García) pueda ser victima de un desaire, estamos seguros que será recibido con la cordialidad y respeto que se merece un jefe de Estado, manifestó Velásquez.

Asimismo, aseguró que la decisión del Perú de apoyar o no, la reelección del chileno José Miguel Insulza en la Secretaría General de la OEA, no está supeditada a la respuesta de Chile sobre el pedido del Gobierno peruano de colaborar en la investigación del caso de espionaje.
"Aún no hay decisión sobre el particular, tenemos que evaluar y no debemos lanzarnos a dar apoyo o no (..) Son temas aparte (el caso de espionaje y el apoyo a Insulza), no están condicionados porque el tema del espía ya está en la justicia chilena", explicó el primer ministro. (http://www.rpp.com.pe/2010-02-22-afirman-que-presidente-garcia-sera-recibido-con-respeto-en-chile-noticia_244510.html).

¿Son necesarias las apostillas geniales y agoreras de Velásquez Quesquén cada vez que se trata del acápite Chile? Más parece un ujier pro domo sua y a la orden de cualquier otro país a excepción del Perú. No es el único funcionario atrabiliariamente servil.

Muy pocos meses atrás el presidente García “admonizó” por si se molestaban los del sur ante decisiones soberanas que nadie podía poner en tela de juicio salvo los peruanos. Jamás ha repudiado el jefe de Estado semejantes y tan vergonzosas expresiones públicas.

Se agrega a ellos, en concierto también súbdito, el canciller José García Belaunde. Se desgañita hablando de lo bien que piensa de Insulza pero se cuida muy mucho de esclarecer el asunto de la secreta protesta chilena sobre lo que ha determinado como parte de una renegociación del TLC con el país del sur, el Tribunal Constitucional. ¿Cómo así se puede mantener en arcanos vedados un rechazo que sí se enuncia en los diarios chilenos y con respecto a un tratado bilateral? De eso sí no habla García Belaunde y en cambio se esfuerza en parecer simpático hablando demás.

La única vez que dio demostración de su conocimiento histórico García Belaunde y refiriéndose al triángulo de mar usurpado por Chile en el sur del Perú, dijo que esa porción era deleznable y que, además, equivalía a una de sus chacras. Para el canciller el diferendo se reduce a la toponimia que encuadra su propiedad. Da cuenta el disparate de cuáles los cánones que maneja la desarraigada intelectualidad de un ministro de Relaciones Exteriores a la carta del inquilino episódico de Palacio.

La renegociación a que impele la decisión del Tribunal Constitucional sobre el TLC con Chile es un tema novísimo y que nadie entiende por causa de qué no hay pronunciamiento oficial del Perú. En lugar de eso, Velásquez Quesquén y García Belaunde caminan por sus tradicionales y gárrulas avenidas tan pobres de contenido y tan ricas de vasallas y abominables formas de comportarse ante el mundo.

¡Atentos a la historia, las tribunas aplauden lo que suena bien!

¡Ataquemos al poder, el gobierno lo tiene cualquiera!

¡Rompamos el pacto infame y tácito de hablar a media voz!

¡Sólo el talento salvará al Perú!

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